A un año del sismo/ “Álvaro Obregón 286 era la entrada al infierno”: Daniel Dorenbaum, rescatista

Enlace Judío –Daniel Dorenbaum, miembro de la Comunidad judía de México, quien fungiera tras los sismos como rescatista y traductor, es uno de los héroes en los derrumbes de Álvaro Obregón 286. Fue la voz dedicada y el testigo en   la actuación cuasi heroica del coronel Golán Vach.  Dorenbaum acudió al estudio de Enlace Judío para recordar estos días. 

Enlace Judío: Está por cumplirse un año del sismo del 19 de septiembre y te vimos en acción en Álvaro Obregón 286 ¿Cómo llegaste ahí? Vimos tu actuación y te quiero felicitar antes que todo.

Dany Dorenbaum: Al que hay que felicitar es al pueblo de México que salió a las calles y se volcó a ayudar como pudiese y de la manera que pudiese para tratar de salvar a sus hermanos. Fue muy espectacular ver eso.

Llegué yo a Alvaro Obregón ese día en la tarde-noche. Porque me dije a mí mismo, “¿Cómo vamos a estar en la sinagoga sentados?”. Y fui a un llamado de mi yerno, Alan Sidauy, que me dijo, “Suegro, vámonos a ver en qué ayudamos”. Y la verdad es que se lo agradezco profundamente.

Fuimos a donde estaba el eje de la grieta más importante de todos los edificios, que era la Colonia Condesa y Roma. Antes de poder llegar había ya calles obstruidas por las fuerzas del orden, y ahí dando nosotros falsas identificaciones y diciendo que éramos x personas, pudimos pasar y vimos esta tremenda escena de un edificio de 6 pisos comprimido en a lo mejor 4 metros de alto.

Ya no pudimos seguir adelante porque el edificio de Álvaro Obregón 286 era la entrada al infierno.

Dijimos, “¿En qué podemos ayudar?”. Había ya gente del gobierno de la Ciudad de México. Recuerdo al comandante de los bomberos y otras personas asignadas a esa área. A algunos yo tenía ya la suerte de conocer. Nos dijeron, “Pónganse un casco y ayúdennos a retirar escombros”.

Así fue como nos introdujimos a Álvaro Obregón 286.

EJ: ¿Cuántos días te quedaste?

DD: Creo que fueron 3 días. Regresábamos algunas cuantas horas a descansar, 6 o 7, y luego volvíamos a Álvaro Obregón 286. El primer día estuvimos toda la noche, descansamos un rato y regresamos en la tarde del día siguiente. Y así sucesivamente.

EJ: Hablaste de algunos personajes que estaban ahí que te llamaron mucho la atención ¿Nos puedes platicar un poco?

DD: En general había cientos o miles de rescatistas improvisados, algunos con más experiencia, pero lo que más tocaba el corazón era la gente que llegaba a preparar comida humildemente para dársela a quien lo necesitaba.

Y la gente de oficios, como un herrero que llegaba con su estuche de oxígeno y acetileno, y decía, “¿A dónde voy? ¿En qué ayudo?”. Y le dijeron, “Sube por este edificio al cuarto piso porque hay que cortar varillas”. Su equipo de corte era para eso. Se echó al hombro su equipo de 20 o 30 kilos y sin buscar ninguna remuneración o beneficio de inmediato subió y se prestó. Y así también albañiles, ingenieros o dueños de empresas.

Fue como decir, “Mira la hermandad que hay en México”. Yo no la había visto.

EJ: ¿Cómo te uniste al equipo de los rescatistas israelíes?

DD: Fue muy interesante cómo cuando Israel anunció que mandaba un equipo importantísimo de ingenieros, todos los judíos mexicanos nos sentimos muy orgullosos, y todo mundo queríamos colaborar.

Yo no pedí colaborar con ellos, si no que cuando llegaron a Álvaro Obregón 286, tenían varios equipos. De inmediato vieron la situación, hicieron una evaluación y dijeron, “Esto no va a funcionar si no metemos equipo de corte y tractores pesados”.

Había algunas grúas enormes estacionadas en las cercanías y jalamos cada bloque del techo de losa, lo cuadriculamos, lo cortamos, lo levantamos con cadenas y empezamos a entrar de arriba para abajo, puesto que por los lados no lograban rescatar a nadie. Sabían que había 44 personas muertas o desaparecidas.

Se esperaba que hubiera algunas personas con vida adentro, aunque hoy sabemos que no, y las únicas tres que habían salido con vida salieron durante las primeras horas del rescate.

Al llegar me identifiqué con ellos, les dije que hablaba hebreo y empecé a ser el traductor oficial de ellos con las autoridades mexicanas. Aunque algunos de ellos hablaban español.

EJ: Volvamos a cómo es que hablas tan bien hebreo

DD: Yo de joven me fui a vivir a Israel, era miembro de un movimiento juvenil sionista. Viví unos años en un kibutz, estuve unos años en el ejército y estudié en la Universidad Hebrea de Jerusalén. Mi esposa lo mismo.

Mi primer hijo es israelí, y ahora toda mi familia es israelí, de lo cual me enorgullezco enormemente de ser como la canción de Zacazonapan, mexicano e israelí.

EJ: ¿Qué fue lo que viste en Álvaro Obregón 286?

DD: Lo primero es que vimos gente altamente preparada de parte de la unidad de rescate del ejército israelí que precisamente es la llamada Unidad de la Retaguardia, especializados en atender desastres que pasan, no en el frente, sino en la retaguardia israelí.

Venían con una disponibilidad y un ánimo muy altos, con ganas de ayudar. Como sabemos, el israelí es un poco diferente, no importan grados o títulos, importa el que está ahí y el que quiere ayudar, por lo que veíamos soldados sin ningún grado y coroneles al mismo nivel ayudando mano a mano. Todo esto al lado de otros contingentes internacionales como los japoneses, los españoles o los americanos, y de muchos rescatistas internacionales que venían individualmente.

Ingresábamos por un edificio aledaño, subíamos al cuarto piso y de ahí se trabajaba de arriba para abajo. Había cientos de voluntarios, por no decir miles, que hacían cadenas interminables y jalaban con cubetas el escombro.

Lo primero que dijeron los israelíes fue, “Vamos a hacer un cañon para el escombro”, formado por unos tambos. En efecto se hizo, se pusieron varios gusanos enormes de tambos y plásticos, y empezó a ser más rápida la salida de escombro.

Cuando los japoneses se dieron cuenta de que había pocas probabilidades de encontrar vida, y que se había decidido meter maquinaria pesada, decidieron retirarse en una formación muy respetuosa. Casi muy zen o budista, se pararon todos, saludaron, todo el público les aplaudió, y se fueron. No querían participar si iba a haber maquinaria pesada. Los americanos, los españoles, los israelíes y todos los rescatistas mexicanos se quedaron a trabajar, junto con los voluntarios. Fue muy interesante ver esta situación, y ver el tratamiento que se le daba a los parientes de los sobrevivientes, que estaban angustiadísimos. Era una labor no menor, y gracias a Dios había gente preparada, conteniéndolos, porque todos querían resultados rápidos, y era una situación desgraciada, no iba a haber muy buenos resultados.

Las autoridades mexicanas y los diferentes expertos civiles y de los otros países se juntaban en un pequeño cuarto de guerra improvisado. Ahí es donde hacíamos la traducción.

EJ: Quisiera que nos digas cómo fue la escena cuando el coronel Golán Vach convenció a los familiares de desaparecidos en Álvaro Obregón 286 para que aprobaran su plan de rescate con maquinaria pesada, tú que fuiste su voz.

DD: Este pequeño gran hombre, pues es de no mucha estatura física, primero hizo el plan junto con su equipo, y sí convencieron a las autoridades nacionales. Y en ese momento decidieron que la única manera para encontrar sobrevivientes era meter equipo pesado.

Las autoridades nacionales, tanto federales como locales, no querían tomar la decisión. Nadie quería ser el culpable sin preguntarle antes a los parientes de los damnificados. Eran 43 familias, todas en una casa de campaña. La contención que se hacía con ellos era muy importante porque naturalmente querían saber de sus familiares.

Había muchas ONG que no querían que se metiera maquinaria pesada porque eso implica sacar escombro y junto con ello, restos, ya no sobrevivientes humanos. Por lo que había que convencerlos. Todas las diferentes autoridades estuvieron de acuerdo. Ayudamos, por medio de una persona de Gobernación, a hablar directamente con el subsecretario de gobernación, y dio la orden de ir adelante.

Se tomó la decisión y entonces el señor Golán, un hombre con su kipá, se acerca a la carpa. Se hace un trabajo de sacar a todos los que no eran familiares. Había muchos infiltrados de diferentes medios y ONG, y la afortunada de Enlace Judío que se quedó fue May ( Samra, directora de Enlace Judío) y yo como traductores, nada más.

Dio un discurso que la piel se te ponía chinita por lo que decía. Lo que dijo, en sentidas palabras fue, “Estoy aquí en el día más sagrado de mi pueblo”, era Rosh Hashaná, “y todo lo que queremos nosotros es ayudarles a ustedes”.

Todas esas teorías conspiracionales que se cuentan de que el Mossad quería destruir ese edificio porque había una oficina oculta, son tonterías. Él lo dijo claramente: “Venimos aquí como hermanos del pueblo mexicano. Y si fueran mis parientes los que estuvieran posiblemente con vida ahí enterrados, yo autorizaría lo único que se puede hacer: meter maquinaria pesada. No para remover escombro, sino para levantar quirurgicamente, losa por losa y el escombro, para así llegar hasta el meollo del edificio”.

Muy interesante decir que ya sabían ellos dónde estaban cada uno de los 44 posibles sobrevivientes, porque con la unidad de rescate vinieron antropólogos que habían entrevistado a la gente que ahí trabajaba y a los familiares, por lo que sabían los lugares donde esas personas podían o deberían de estar.

Todos los familiares al unísono dijeron, “¡Ya háganlo! ¡No esperen más!”. Fue muy emocionante porque los reclutó a todos en el esfuerzo, a pesar de todas las recomendaciones, las fake news, y de todo lo que se decía en contra de eso. Y entonces dijo, “Por favor, les voy a pedir a todos que firmen”. Las 44 familias firmaron que estaban de acuerdo y les dijo, “Párense todos, vamos a hacer un círculo humano y vamos a tomarnos de las manos”. Todos nos tomamos de las manos, y yo y May traducíamos. “Este es un rezo que nosotros hacemos cuando tenemos estas tragedias en mi país”, dijo, y tradujimos ese pequeño rezo. Toda la gente lloraba y en ese momento le dijeron, “Ya, manos a la obra”.

Así permitió esa junta y eso fue lo que permitió seguir adelante.

EJ: El círculo humano fue muy impresionante.

DD: Fue muy emotivo. Diciendo, “Nosotros estamos con ustedes allá adentro y vamos a hacerlo posible por sacarlos”. No recuerdo bien, pero fue muy emotivo. El señor lo dijo de una manera profética. Era como oír a uno de los profetas hablar. Así yo lo recuerdo.

Empezaron a entrar las grúas. Dieron una pequeña conferencia de prensa a todos los medios en el exterior explicando la decisión que se había tomado. Los japoneses decidieron retirarse, y empezaron a trabajar.

EJ: Nos dijiste que te tocó ver algunas víctimas ¿Qué fue lo que viste ahí?

DD: Cuando se encontraba a una víctima, no querían las autoridades que los familiares de los sobrevivientes supieran, porque iban a lograr un efecto dominó de desesperación ante los otros. Entonces se guardaban en un lugar hasta que llegaran las autoridades forenses para llevarselos, pero no se permitía que se llevaran nada para que la prensa no empezara a dar la voz y crear un pánico colectivo.

En un momento subí y vimos cómo en el cubo de escape, entre todo el escombro, esto es, las escaleras que bajaban que no estaban con escombro ni derrumbadas, exactamente donde se unía el edificio con ese cubo había dos manos y una cabeza. Una mano más salida que la otra, nada más se veía el codo, y parte de la cabeza de un cuerpo humano. Esa persona estuvo a segundos de salvarse. Corrió, trató de salir y no pudo dar los últimos dos pasos al cubo de las escaleras.

En ese cubo, abajo, había algunos miembros de personas que desafortunadamente iban a escapar y fallecieron. Vi algunas bolsas negras de plástico con algunos cuerpos, que se tenían muy bien custodiadas por las autoridades de la Marina y del Ejército.

Hay que decirlo: siempre había ahí un general y un almirante a cargo de la ayuda que se daba junto con las autoridades nacionales. Se trataba con sumo respeto a estos cuerpos. Sin embargo era claro, o era muy de esperar, que no iba a haber más sobrevivientes después de los 3 que salieron prácticamente con ayuda de la gente que estaba ahí y de los rescatistas que llegaron primero.

EJ: ¿Cómo fue que los israelíes convencieron a las autoridades mexicanas?

DD: Había una inercia a no decidir, porque había mucha presión de la voz pública o de las ONG para no meter maquinaria pesada, porque eso implicaba terminar con posibilidades de vida, según decían.

Sin embargo, ellos explicaron, y así convencieron, que iban a hacer un trabajo quirúrgico con cortadoras de alto calibre. Se llamó a la sociedad civil, y esto es bien interesante: se crearon en diferentes medios de comunicación de celular, tipo “push and talk”, no recuerdo cómo se llama la aplicación. Había uno que se llamaba “Manos”, otro que se llamaba “Herramientas”. Entonces todos los que tenían manos libres se anunciaban ahí, y había jovencitos, millennials, sentados en cafés internet. Se comunicaban con ellos las autoridades y les decían, “Ustedes váyanse a Álvaro Obregón 286”, “Ustedes váyanse a otro edificio”, “Se necesitan discos de corte en Álvaro Obregón 286”.

La sociedad civil organizada hacía que las herramientas llegaran a carretales, camiones enteros con herramientas donadas. Empezaron a llegar esos discos y sierras para cortar con ellos el concreto. Se empezó a cortar y convencieron que iba a ser una operación quirúrgica, y que no iba a haber removimiento de escombro con tractores o bulldozers, y no se haría daño a posibles víctimas o sobrevivientes.

Esas fotos de los primeros pedazos de concreto levantándose…de repente se empezaban a levantar y habían mangueras de luz y de agua que se tenían que acabar de cortar. Se levantaba y se bajaba lentamente sobre una cama baja estacionada al lado, y se retiraba de ahí. Una por una. Un trabajo incansable que hacían los rescatistas.

Eso hacía el equipo israelí. Los americanos seguían trabajando con el escombro, y los españoles buscaban sobrevivientes también.

EJ: Hubo muchas fake news, algunas decían que los israelíes venían a rescatar a un judío que había muerto, el cual por cierto había sido rescatado un día antes de que llegaran los israelíes, y que Álvaro Obregón 286 era el centro de una oficina del Mossad, que había una mujer pelirroja de botas negras, que era la que venían a rescatar, etc. ¿Qué opinas de esto?

DD: Sabemos que siempre hay personas que quieren ensalzar la situación en contra de la Comunidad Judía, en contra del pueblo judío, o en contra del Estado de Israel. Todo eso son prejuicios. No había ninguna oficina del Mossad, eso es claro. Todas eran oficinas comerciales, donde no había ni un ciudadano israelí ahí.

Yo diría de una manera tajante que son mentiras.

Es interesante que una chica del ejército israelí que hablaba español porque sus padres eran de origen argentino, pelirroja, muy bella ella, sí era la principal traductora del contingente de rescate israelí y estaba ahí a la vista, pero pues estaba vestida de oficial del ejército israelí y trabajando, no tenía botas negras.

EJ: ¿Qué hay con los españoles? Ellos sí venían por alguien, ¿no?

DD: No lo puedo decir a ciencia cierta, pero realmente había un desaparecido que era de nacionalidad española que trabajaba en una de las oficinas, si no recuerdo mal, del cuarto piso. ¿Por qué me acuerdo? Porque su esposa estaba entre las familias que firmaron. Ella era mexicana y contaba de su esposo que estaba ahí, era el jefe de la oficina. Sin embargo, no lo pudieron rescatar con vida, como a ninguno de los 44 que quedaron adentro. Los españoles sí querían llegar a ese lugar a rescatar a este sobreviviente español. Pero digamos que oficialmente no podemos decir que es cierto. Pero es una situación normal, no culpo a los españoles. No quiere decir que no querían rescatar a todos los demás.

EJ: ¿Has estado en contacto después de eso con algunos de los rescatistas que conociste en estas situaciones tan críticas?

DD: Ellos trabajaban por turnos. Conocí a tantos y no recuerdo sus nombres. Sólo algunos contados, como el de Golán. No he buscado estar en contacto. Sin embargo, los siento como hermanos, como sentimos todos los judíos. Nos enorgullecimos de esa bella acción israelí.

Que por cierto, no es aislada. Israel manda contingentes a cada país en desgracia. Pero aunque no los he visto y no los he buscado, los siento hermanos. Y también a mucha gente mexicana que estuvo ahí todo el tiempo trabajando con la que yo estuve. Gente que no se fue ni un momento. Bomberos, del departamento de gobierno de la CDMX, de varias instancias que estuvieron ahí y que tuvieron que tomar decisiones muy pesadas, y tuvieron la fuerza de hacerlo.

EJ: ¿Como qué decisiones?

DD: Por ejemplo de sacar los restos, detenerlos y ocultarlos a los familiares hasta que se supieran un poquito más cuántos habían adentro para evitar el pánico. Esa es una decisión un poco difícil, pero realmente así se hizo y se puede entender. El pánico colectivo hubiera sido un peor enemigo. Al segundo o tercer día la gente se enteró de la realidad y lo tomaron, después de una preparación por medio de psicólogos de la CDMX, con mayor calma.

EJ: ¿Qué nos puedes decir de la preparación de los israelíes?

DD: Para mi no es muy nuevo, lo tomo más como un hecho, pero el ejército israelí y el equipo que vino de esta Unidad de la Retaguardia es un equipo que está altamente cristalizado, es decir, que los comandantes y los soldados, desde el más alto al de más bajo rango, trabajan mano a mano.

Si uno tiene algo que decir, no porque su grado es menor o porque no tiene grado, el oficial lo deja de escuchar. El valor humano que se le da a cada elemento y la cooperación y el trabajo enfocado a lograr el objetivo es algo muy admirable, y todo el pueblo mexicano se dio cuenta, porque todo el pueblo mexicano estaba todos a una, trabajando mano a mano, junto con todos los rescatistas.

No se puede decir que la unidad israelí brillaba más que las otras unidades que estaban ahí. Todo mundo estaba haciendo una cosa muy loable. Sin embargo, a nosotros como judíos mexicanos, nos enorgullece mucho.

EJ: ¿Qué te deja este episodio?

DD: Primero que nada, hay un valor muy importante que nos deja a todos. Nosotros decimos, Kol Am Israel Arev Zo le Ze, “todo el pueblo judío está para ayudarse uno para el otro”. Pero eso a nivel mundial. Todo los seres humanos estamos para ayudarnos el uno al otro. Ese es el principal mensaje.

Una tragedia de estas ocurre, y estamos todos para ayudar a todos. Eso fue una lección de vida para todos los miles y miles de voluntarios que desde todas las trincheras han trabajado en las diferentes tragedias por las cuales ha pasado México, y han sido varias.

EJ: ¿Y en lo personal?

DD: Siempre hay que hacer lo que tu corazón te manda, y no te vas a arrepentir. Porque sí, había que estar en la sinagoga en Rosh Hashaná, pero más se tenía que estar, siento yo, ayudando a nuestros prójimos en momento de necesidad. Me dio una satisfacción tremenda. Y no soy yo. Yo soy una persona muy pequeñita. Son todos los que en ese momento salieron a la calle. Para mí fue una lección de vida.

Reproducción autorizada con la mención siguiente: ©EnlaceJudío

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