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jueves 21 de noviembre de 2024

Cómo el rabino de la Casa Jabad en el Himalaya casi se convierte en un monje tibetano

Enlace Judío México e Israel- Después de una experiencia cercana a la muerte, mientras estudiaba en un monasterio budista, Dror Shaul regresó al judaísmo – y después a la India – para establecer un punto de contacto para 20,000 viajeros al año.

En los pueblos rurales y tranquilos del Himalaya, Dharamkot y Bhagsu, se encuentran dos casas Jabad que ofrecen una alternativa espiritual judía, reconocidas por sus lecturas de tarot, práctica de reiki, meditación, curación con cristales y yoga.

Estos dos puntos de contacto judío son un imán para los 20,000 judíos viajeros (principalmente israelíes) que pasan por ahí cada año y que desean experimentar Cabalá, psicología a través de la meditación judía, o simplemente disfrutar de una comida Kosher mientras viajan.

Los centros son una creación del rabino Dror Shaul, de 47 años, quien regresó a las colinas del Himalaya en la India apenas algunos años después de haberle dado la espalda a su conversión en monje budista tibetano.

Criado en una familia secular de izquierda en el barrio de Beit Hakerem, en Jerusalén, Shaul creció resentido por las protestas ultraortodoxas y sus repetidos gritos en contra de la apertura de salas de cine en Shabat.

Después de su servicio militar como paracaidista, Shaul dejó Israel en con solo un boleto de ida a la India. Su idea era viajar lo más lejos posible de Jerusalén y el judaísmo, en una búsqueda espiritual para darle significado a su vida.

“No sabía a dónde iba, ni qué buscaba o por cuánto tiempo me iría”, dice Shaul. “Sentía que mi vida era vacía, pues todo lo que me habían enseñado que traía placer y felicidad, realmente no llenaba mi vida. No quería pertenecer a una religión, pero siempre fui muy espiritual “.

Shaul es un guía turístico especializado en Israel y Sinaí, además de médico y entrenador de supervivencia. Siempre le ha gustado viajar; antes de su servicio militar se había ido solo al Everest Base Camp, donde estuvo a punto de morir de mal de altura. Fue salvado por dos compañeros alemanes.

Después del ejército, Shaul caminó solo por los Himalayas durante tres meses antes de llegar a Dharamsala, el hogar del Dalai Lama, al norte de la India. Se sintió atraído por los textos espirituales en sánscrito del budismo tibetano y los retiros de meditación.

Durante sus ocho meses en el monasterio budista, Shaul pasó 10 días en silencio. El resto del tiempo lo pasó practicando meditación y aprendizaje.

“Por primera vez en mi vida sentí que había encontrado un sistema que le daba al hombre un sistema controlar su mente y superar hábitos como la ira y el deseo”, dice Shaul.

Las enseñanzas también predicaban la separación del individuo y su familia, así como la adoración de ídolos, principios con los que él no estaba de acuerdo. Sin embargo, era el primer sistema en general que dio respuestas a varias de sus preguntas.

Poco después, una serie de experiencias íntimas afectaron profundamente a Shaul, provocando así que cuestionara el viaje espiritual en el que estaba dirigido.

En 1994, Ruth, una mujer judía británica con la que había pasado seis meses aprendiendo sánscrito, que vivía en el monasterio tibetano de Dharamsala, le pidió a Shaul que le deseara un “buen Shabat” en yiddish. Y a pesar de la incomodidad que le daba hablar un lenguaje que, según su pensamiento, pertenecía al exilio judío, Shaul se sintió obligado o a complacerla.

“Ruth comenzó a llorar”, recuerda Shaul. “Le pregunté si todo estaba bien y con lágrimas me dijo: ‘Un judío es judío’.

“Pensé en mí: ‘Ella está aquí durante 25 años y, a pesar de sus enseñanzas de los textos budistas, ella dice:’ Un judío es judío ‘. Así me hizo darme cuenta de que no podía negar mi judaísmo y huir de él’.

No mucho después, un compañero alemán vio a Shaul escribiendo en su cuaderno de derecha a izquierda. Al descubrir que Shaul era judío e israelí, el compañero de clase dijo que el judaísmo y la Cábala eran el camino espiritual más profundo, y le contó que fue solo después de intentar entender el hebreo, que hizo el cambio al budismo tibetano.

“Eres de Jerusalén, sabes hebreo”, dijo el compañero de clase. “Deberías regresar a Jerusalén y aprender Cabalá allí”.

El punto de inflexión final para Shaul fue una experiencia que casi lo lleva a la muerte, cuando se perdió en la jungla del Himalaya después de 26 días de hacer trekking solo.

“Fue la primera vez que mi ego se rompió lo suficiente para que pudiera hablar con Dios y pedirle ayuda”, dice Shaul.

Shaul se prometió que si sobrevivía, iría al Muro de los Lamentos y le daría las gracias a Dios. Poco después, vio humo a la distancia y se dirigió hacia el fuego, donde encontró a un grupo de lugareños que lo sacaron de la jungla.

Al regresar, inmediatamente tomó un autobús de 12 horas a Delhi y se subió al primer avión de regreso a Israel.

Era la fiesta de Shavuot cuando Shaul llegó al Muro de los Lamentos. Miles de hombres ortodoxos con sus talitot se congregaron firmemente para la bendición sacerdotal, un panorama que estremeció su corazón.

Comenzó a explorar seriamente el judaísmo, aunque con “mucha resistencia interna”.

Al principio Shaul estudió Cabalá, y luego comenzó a guardar Shabat. Poco después se convirtió en jasid de Breslev y cuando supo sobre el trabajo de los jasidim de Jabad y que podría convertirse en un emisario de judíos que habían perdido su sendero espiritual, Shaul sabía que había encontrado su vocación.

En el año 2000 regresó a Dharamsala, esta vez como rabino de Jabad, para abrir su primer centro judío en el Himalaya. Dieciocho años y medio después, Shaul, junto con su esposa y sus 11 hijos, son el corazón de la comunidad judía que ahora tiene dos centros de Jabad y una Tebilá (baño ritual).

Su centro está muy lejos del monasterio, que irónicamente sembró las semillas de su viaje judío. Hoy en día, las enseñanzas de Shaul incluyen psicología judía, meditaciones cabalísticas y un arte marcial que corresponde a la energía divina de las letras hebreas.

Hace varios años, Shaul regresó a ese monasterio para visitar a su maestra judía Ruth, la mujer que le enseñó que “un judío es judío” y colocar con orgullo una mezuzá en su puerta principal.

Muchos israelíes que consideran el viaje posterior al ejército como un “ritual de iniciación” van a estos puntos de encuentro para probar la espiritualidad, la comida kosher y la armonía.

“Dentro de todo el caos y la confusión del Lejano Oriente, de pronto te encuentras en un lugar tranquilo, en un lugar en el que te sientes más completo contigo mismo”, dijo un viajero israelí.

La visión de Shaul es cambiar la mentalidad de las generaciones más jóvenes, para ayudarlas a comprender que su identidad es judía, sin importar cuánto luchen contra de ella.

“Su lucha es una compresión externa del judaísmo, una visión errónea, no la perspectiva real”, dice Shaul. “El judaísmo real significa estar conectado a tu alma. Es comprender que la sabiduría de la Torá es la cura de la humanidad. Esta singularidad es lo que preserva la pureza del pueblo judío “.

Fuente: Times Of Israel / Traducción: Mark Achar Samra

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