No siempre es bueno saberlo todo

Enlace Judío México e Israel.- Llegaron con el Admor de Gur, el “Báal Jidushé Hari”m”, a ofrecerle un novio para su hija. Después de pensarlo un poco, aceptó la propuesta.

RAB. DAVID ZAED

La Rabanit no estaba muy convencida de que aquel joven era lo mejor para su hija, e hizo ciertas averiguaciones acerca de él. Después de mucho preguntar, llegó a la conclusión personal de que los padres del joven no eran lo que se podría decir muy adecuados para la familia de Admor, y fue con su marido para decirle que sería mejor anular el compromiso.

El Admor, luego de escuchar a su esposa, le dijo: “Te voy a contar una fábula”, y comenzó a relatarle:

“Un hombre rico y honorable había contratado a un maestro para sus hijos, que vivía en su casa. El maestro le enseñaba a sus hijos muy bien durante el día, pero el dueño de casa notó que en las noches se iba subrepticiamente por unas horas y luego regresaba. Cuando vio que esta práctica la realizaba tantas veces seguidas, se animó a preguntarle:

– Observé que por las noches sales al campo. ¿Qué podría hacer una persona en la oscuridad, en medio de la soledad absoluta?

– No puedo decirle, señor. Es un secreto – fue la respuesta del maestro.

– Quiero saberlo. Me tiene muy intrigado.

– Es que… temo que sea muy contraproducente para usted, y por eso no quiero decirle.

– ¡No, no! Quiero que me lo digas, si no, no serás más el maestro de mis hijos.

– Bueno, pero por favor no se lo revele a nadie más. Lo que hago es escuchar la conversación de los pájaros. Ellos saben muchos secretos de la vida; de lo que pasa y de lo va a pasar…

– ¡Enséñame a escuchar lo que hablan los pájaros! ¡Yo también quiero saberlo!

– Pero señor… Muchos sufrimientos y problemas puede tener quien sepa esta ciencia. No es muy conveniente que usted aprenda esto…

– Sí lo es. ¡Yo sabré cuidarme! ¡Dímelo ya! Te gratificaré generosamente…

Y ante la insistencia, el maestro le enseñó al hombre a descifrar el lenguaje de los pájaros.

El hombre, entusiasmado, fue a la noche siguiente al campo. Se paró debajo de un árbol, y escuchó que un pájaro le decía a otro: “En la casa de tal hombre (era él mismo) entrarán ladrones y le robarán todo su dinero…”.

El hombre se congratuló por haber sabido de antemano que le iba a pasar un percance, y sacó todos sus objetos de valor de la casa. Efectivamente, cuando los ladrones entraron a su casa, no se llevaron nada que le haya podido ocasionar una gran pérdida a este hombre.

A la noche siguiente, el hombre salió nuevamente, y escuchó que un pájaro le decía al otro: “El granero de este hombre se va a incendiar y perderá todas su riquezas”. El hombre, al enterarse de esto, vendió inmediatamente su granero, y cuando se incendió no perdió nada.

Así fue todas las noches en las que el hombre pudo salvarse de pérdidas materiales, gracias a haber escuchado a los pájaros hablar. Una noche, escuchó que un pájaro le decía al otro: “Este hombre, morirá en dos días…”.

Desesperado, el hombre fue con el maestro y le contó lo sucedido.

– ¿Cómo puedo hacer para salvarme de morir? – Le preguntó.

– Nada puede hacer. Ya está sentenciado – le respondió el maestro.

– Pero… ¡No puede ser! Siempre que escuché a los pájaros pude salvar mis bienes materiales. ¿Por qué ahora no podré salvar mi vida?

– Precisamente, porque no permitió que sus bienes materiales sufrieran una pérdida. Los pájaros pronosticaron que iba a perder dinero, para que no le afectara algo más preciado que eso, que es la vida. Estaba destinado que con la pérdida de su dinero tenga una angustia muy grande, y con eso iba a seguir viviendo muchos años más, después de haber recuperado lo perdido. Pero usted no lo dejó: Cada vez que iba a tener una pérdida material, lo impidió, y ahora lo único que queda es que pierda su vida, lo que es inevitable…”

El Admor concluyó sus palabras diciendo:

– ¿Ya ves, querida esposa? No todo lo que está oculto es bueno saberlo. No siempre hay que tratar de descubrir lo que no vemos a simple vista, porque podríamos tomar decisiones contrarias a nuestra conveniencia. Cuando me propusieron el joven para nuestra hija, pregunté por él y me dieron buenas referencias, y luego tomé la decisión de que era el adecuado para ella. Y ya no hice tantas otras averiguaciones, porque siempre, cuando se investiga profundamente, aunque se trate del mejor hombre del mundo, se encontrarán defectos, pues no falta quien quiera hablar mal de la gente. Y si Hashem no nos hizo ver esos defectos de un principio es porque no eran trascendentales, y porque Él quería que el “Shiduj” se realizara.

“No le hagas caso a los pájaros de la noche”, concluyó diciendo el Admor. “Hazle caso a tu corazón”.

 

 

 

 

 

 

Fuente: Jodesh Tob Iyar

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