El esperanto: ¿Lengua de la globalización?

Para Sioma y Raquel Neiman con cariño.

 

Enlace Judío México e Israel.- En este mundo globalizado, de sociedades multi- y/o- pluriculturales, ¿se requiere acaso de un idioma unificador? ¿Podría ser el esperanto el lenguaje auxiliar internacional?

ELBA SZCLAR

Si nos remontamos a la Europa del medievo, veremos que durante siglos Europa, aunque dividida en condados, ducados y reinos, fue una unidad espiritual. El latín unía con una sola voz a las universidades de Salamanca y París, de Bolonia y Cracovia. Era la lengua de la ciencia y del conocimiento, de los monasterios y de los palacios de los obispos.

Sin embargo, el latín fue perdiendo terreno: su considerable complejidad gramatical y la difícil actualización de su vocabulario, junto con el desmesurado ascenso de los Estados modernos y la gran variedad de dialectos que se convirtieron en lenguas administrativas y nacionales, ocasionó que “La Torre de Babel” se repitiese.

Cientos de años más tarde, un joven judío, Lázaro Luis Zamenhof (quien nació en Bialystok, Polonia, en 1859 y murió en Varsovia en 1917), contaba: “Entre polacos, alemanes y judíos, hablando cada uno de ellos una lengua aparte y manteniendo unas relaciones hostiles con los demás… Fui criado en un ambiente idealista; se me enseñó que todos los jóvenes somos hermanos y, no obstante, en la calle, en la casa, a cada paso, todo me daba la sensación de que la humanidad no existía; únicamente existían rusos, polacos, alemanes, judíos, etcétera”.

Por haber crecido en una sociedad políglota y siendo un muchacho de la escuela secundaria, decidió comenzar a realizar su idea de que el dominio de la lengua propia y el uso de un lenguaje internacional pondría a todas las demás lenguas en el plano de igualdad y desaparecería la sensación de extranjería que “nos domina cuando nos expresamos en una lengua materna”. Además, se requiere de una gran inversión en tiempo, trabajo y dinero para su aprendizaje.

Zamenhof estudió medicina (oftalmología) e igualmente se dedicó a investigaciones filosóficas (interés que había heredado de su padre y de su abuelo, que eran profesores de idiomas), al mismo tiempo que trabajaba en su propósito. No pretendía sustituir ninguna lengua, sino utilizar una que sirviera para que todos pudieran comunicarse y resolver así muchos de los problemas que ocasionaban enemistades y conflictos.

Durante un tiempo pensó en hacer del yidish un lenguaje universal, pero finalmente llegó a la conclusión de que un idioma aceptable para todas las naciones debería ser neutral –pertenecer no a un solo país, sino a todos– y, además, debía ser de gran sencillez. Siguiendo con su objetivo, descartó las principales lenguas de su tiempo (francés, alemán, inglés, ruso), porque eran difíciles de aprender y pondrían a sus habitantes nativos en ventaja respecto a aquellos para quienes tales idiomas no fuesen sus lenguas maternas. También descartó las dos lenguas “muertas” con las que estaba familiarizado: el latín y el griego, porque eran aún más complicadas y mucho menos usadas que las lenguas principales de entonces.

Después de 10 años de trabajo, en 1887 nació el esperanto, palabra que significa “el que tiene esperanza”, que nunca pretendió eliminar o asfixiar al resto de los idiomas, sino ser un segundo idioma común a todos los seres humanos, que permitiera la comunicación simple y eficaz, una lengua que funciona, como cualquier otra, con la que pueden desarrollarse discusiones bastante largas y complejas sobre una amplia variedad de temas, incluidos los técnicos. “Cuando alguien aprende esperanto –solía decir Zamenhof– trata a todas las lenguas de la tierra en un plano de igualdad.”

Setenta y cinco por ciento del vocabulario del esperanto procede de las lenguas romances (principalmente latín, italiano y francés), 20% de las germánicas (alemán e inglés) y 5% del resto de los idiomas del mundo (entre estos el japonés). Es sumamente fácil de aprender e, inclusive, puede aprenderse jugando. Se considera que un niño o una persona que hable castellano puede dominarlo en el lapso de seis meses o un año.

El esperanto tiene su bandera: es verde –color representativo de este idioma desde su inicio–, con la parte superior al asta blanca, donde se incluye una estrella de cinco puntas, también verde. El paño verde simboliza esperanza, mientras que el recuadro blanco simboliza paz, y la estrella representa los cinco continentes mediante sus cinco puntas.

El Primer Congreso Universal de Esperanto tuvo lugar en Boulogne-sur-Marc (Francia), en 1905, al cual acudió el mismo Zamenhof (a quien la ciudad de Varsovia erigió un monumento en 1928 y otra estatua se colocó en Bialystok, en 1931). Ese fue el primer lugar donde se usó el esperanto en forma oral entre personas de diferentes países.

Los ideales de los primeros esperantistas liderados por Zamenhof veían en este idioma una herramienta para acabar con las guerras del mundo, gracias a la comunicación y el diálogo directo y fluido entre todas las personas.

El número de hablantes de esperanto en el mundo ha ido incrementándose con el tiempo. Cabe mencionar que un Congreso de médicos especialistas en Danzig (Polonia), en 1927, pidió la sustitución del latín por el esperanto en la terminología científica. Sin embargo, la Segunda Guerra Mundial retrasó considerablemente el desarrollo de este utilísimo movimiento.

Algunas personas se han entusiasmado con esta lengua, al punto de usarla en su casa. Existen alrededor de dos o tres mil personas en el mundo que la usan como lengua materna. Un factor aún más importante es el número de matrimonios internacionales que se han realizado entre personas que se han conocido por medio del esperanto y cuya única lengua común es este idioma.

El esperanto estuvo a punto de ser reconocido oficialmente por la Sociedad de Naciones, a petición de un gran número de países. Sin embargo, la propuesta fue rechazada por la oposición de Francia (que hoy se queja de la hegemonía del inglés) y que sólo admitía como lengua de la diplomacia al francés.

Los esperantistas fueron perseguidos y asesinados durante la Segunda Guerra Mundial por Hitler y Stalin, al ser considerados hablantes de una lengua de espías, creada por un judío, un idioma de pequeñoburgueses. El gobierno de Japón de la preguerra y durante la guerra, persiguió y en algunos casos ejecutó a hablantes de esperanto, argumentando que “los esperantistas son como los melones: verdes (el color asociado con el esperanto) por fuera, pero rojos (comunistas) por dentro”.

Este idioma fue apenas tolerado en Rumanía bajo el régimen de Ceausescu. El senador estadounidense McCarthy, conocido por su anticomunismo, consideró al esperanto como “casi sinónimo” de simpatía hacia el comunismo, y han ocurrido sucesos trágicos al respecto, como cuando, hace algunos años, dos esperantistas fueron severamente golpeados por la policía de Tanzania por tratar de enseñar esperanto a refugiados en un campo de dicho país.

Además del esperanto, hubo un sinfín de proyectos de lenguas auxiliares que carecieron por completo del éxito y que en su mayoría nunca llegaron a tener hablantes. De todas ellas, sólo el esperanto posee un nutrido grupo de hablantes con una historia y una cultura propias.

El esperanto es una lengua viva, hablada en la actualidad por entre tres y siete millones de personas en todo el mundo. En su época de mayor apogeo alcanzó los 10 millones de personas (lo cual es un enorme número de hablantes para la época anterior a la Segunda Guerra Mundial), y más si tenemos en cuenta que este idioma era y es estudiado voluntariamente sin ningún tipo de apoyo institucional, a diferencia de lo que sucede con el inglés, que es impuesto sin que haya debate o discusión alguna.

En más de 120 países funcionan asociaciones esperantistas, aunque la mayoría se encuentran en Brasil, Europa, Rusia, Irán y China. Es también bastante conocido en algunas partes de Sudamérica y menos conocido en Norteamérica, África y el mundo islámico.

Los esperantistas pueden viajar por todo el mundo con alojamiento gratuito gracias al servicio del Pasaporto Servo. Entre los hablantes más ilustres de este idioma se encuentran personalidades como Julio Verne, León Tolstoi, Miguel de Unamuno, Charles Chaplin y muchos más.

Hay una rica literatura original en esperanto: libros, revistas, publicaciones periódicas, boletines y hojas sueltas. Algunas obras han tenido tanta importancia que se han traducido a otros idiomas. Se calcula que existen más de 35,000 libros escritos en ese idioma, entre los que se encuentran la Biblia, el Corán, el Quijote y el Señor de los Anillos. La biblioteca de la British Esperanto Association dispone de 30,000 volúmenes.

El esperanto también está presente en el teatro, el cine, la música y la radio. Puede escucharse diariamente a través de Radio China Internacional o la Radio Nacional Polaca, y por Radio Vaticano tres veces por semana.

Hay clubes esperantistas en numerosos países, personas con quienes escribirse, una red internacional de hospedaje para hablantes de este idioma. Cuenta con una presencia fuerte en internet (calculada en más de 170 millones de páginas). Hay reuniones anuales de esperantistas y una lista de correo electrónico dedicado a estas personas.

El esperanto cuenta con asociaciones especializadas, ya sea de carácter político —tanto de izquierda como de derecha (comunistas, Partido Radical), científico (informática, ornitología –parte de la botánica–, etc.), o de otra índole (invidentes, radioaficionados, amantes de la fauna o de la espeleología –estudio de las grutas o cavernas–).

Religiones como la Iglesia Católica, los Bahay, los Domoto, los protestantes y los espiritistas han apoyado abiertamente el uso del esperanto. Hay grupos esperantistas de todas las confesiones y creencias, tales como los cuáqueros, judíos, musulmanes, budistas, ateos o paganos.

En diciembre de 1954, el uso y difusión del esperanto fue apoyado por la Unesco tras recibir el respaldo de más de 72 millones de personas en todo el mundo, entre los que se hallaba un gran número de lingüistas. Desde entonces, la Asociación Universal de Esperanto (AUE) —la asociación más importante y que concentra a mayor número de miembros (cuya sede está en Rotterdam, Países Bajos) – es miembro consultivo de la citada organización internacional.

En 1987 se celebró el centenario del esperanto con actos, declaraciones, edición de sellos postales especiales y actividades diversas, y se propuso introducir el esperanto en las escuelas e instituciones de educación superior, y estudiar la posibilidad de emplearlo como medio para la difusión de informes entre los miembros de dicha organización.

En la Unión Europea son ya 90 los eurodiputados que han declarado que el esperanto podría facilitar y acelerar el diálogo entre los países miembros, “en el respeto mutuo de la lengua, la cultura y la dignidad de las personas”.

Es interesante señalar que el primer libro traducido al esperanto fue el Antiguo Testamento y que desde 1910 –fecha en que se funda la Unión Internacional Esperantista– este idioma ha tenido eminentes partidarios representantes de la Iglesia Católica. El Papa Juan Pablo II (en 1994) comenzó a utilizar el esperanto, como cada año, para enviar un saludo a la ciudad de Roma y al mundo en Navidad y Pascua. También su sucesor, Benedicto XVI, continúa esta tradición.

La Santa Sede ha reconocido al esperanto como idioma litúrgico. Algunos cristianos y muchos misioneros son esperantistas. Hay congresos internacionales de esperantistas católicos y, en ocasión de diversos encuentros, se celebran misas en esperanto.

El Papa Pío XII declaró: “Auguro al esperanto, en un futuro, un papel semejante al del latín en la Edad Media”. Aquí surge mi pregunta: ¿serán proféticas las palabras de Pío XII? ¿Recibirá tal honor el idioma de Ludovico Zamenhof? Es difícil saberlo. El tiempo –sólo el tiempo y como siempre— dará la respuesta.
(Kesher, 1 de julio de 2008).

 

 

 

 

Las opiniones, creencias y puntos de vista expresados por el autor o la autora en los artículos de opinión, y los comentarios en los mismos, no reflejan necesariamente la postura o línea editorial de Enlace Judío.

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