Enlace Judío México e Israel.- Cuando los judíos huyeron de España durante la Inquisición, se llevaron su idioma con ellos. Hoy, el ladino refleja las trayectorias de la diáspora judía sefaradí, ¿pero puede sobrevivir?
SUSANNA ZARAYSKY
En nuestro camino a la sinagoga ashkenazí de Sarajevo para el servicio de Shabat del viernes al atardecer, mi amiga Paula Goldman y yo caminamos por calles empedradas a través de la Baščaršija, la vieja zona otomana de la ciudad, pasando mezquitas, tiendas y una madrasa (escuela islámica). Era el año 2000, y la capital de Bosnia y Herzegovina aun cargaba las cicatrices de la Guerra de los Balcanes. Un tanque de la OTAN marchaba mientras cruzábamos el río Miljacka.
Mientras entrábamos al primer piso del edificio de piedra color salmón con sus cuatro domos con forma de cebolla, la luz inundaba a través del conjunto de puertas con imágenes de vitrales de la Estrella de David y dentro de la sinagoga. Tomamos nuestros asientos entre la congregación cuando el cantor David Kamhi tomó su lugar en frente del arca que contenía la Torá (un rollo conteniendo los Cinco Libros de Moisés). Pronto la sinagoga se llenó con las armonías de la oración. Paula y yo nos miramos con extrañeza cuando escuchamos ‘Adonaj es mi pastor. No mankare de nada’ (El Señor es mi pastor. No querré nada) del Salmo 23 recitado en lo que pensamos era español. Después del servicio, pregunté a Blanka Kamhi, la esposa del cantor, el motivo por el cual la congregación estaba rezando en español.
“Eso no era español,” respondió. “Estábamos rezando en ladino.”
Como muchos judíos bosnios, Kamhi y su esposa son descendientes de los judíos sefaradíes que fueron expulsados de España por el Edicto de Expulsión en 1492. Durante la Inquisición Española, los judíos que no se convirtieron voluntariamente al catolicismo fueron expulsados del país, asesinados o convertidos a la fuerza. El Sultán Bayezid II del Imperio Otomano invitó a los judíos sefaradíes desplazados a establecerse en los Balcanes, donde se les permitió mantener su religión y costumbres. Muchos eligieron mudarse al Imperio Otomano, mientras otros se mudaron al Norte de África, los Países Bajos y las Américas.
Cuando los judíos abandonaron España, llevaron con ellos su idioma. Durante los últimos 500 años, el idioma ha mantenido la estructura del español medieval y suena más similar a algunas formas de español latinoamericano que al español europeo. “No pudimos tener contacto con España y el idioma español, y por lo tanto tenemos un idioma especial que hablamos,” dijo Kamhi.
Hoy, el idioma es conocido por un número de nombres diferentes: ladino, judeo-español, judezmo, spaniolit, djidió (en Bosnia y Herzegovina) y haketia (en el Norte de África). Y, según la Unesco, es uno de los 6,000 idiomas del mundo que están en riesgo de extinción.
Antes de la Segunda Guerra Mundial, la población judía de Sarajevo rondaba los 12,000, y la gente incluso imprimía su propio diario en ladino. Después del Holocausto, apenas unos 2,500 judíos retornaron a Sarajevo, con muchos de estos restringiendo su uso del ladino a la casa como para no sobresalir. Desde la Segunda Guerra Mundial la comunidad judía de Sarajevo era tan pequeña, que los judíos sefaradíes tenían que compartir una sinagoga – aquella donde Kamhi dirigió servicios hasta el 2017 – con la comunidad judía ashkenazi, cuyos ancestros se habían relocalizado en países eslavos desde Alemania y Francia luego de las Cruzadas. Debido a que los judíos ashkenazis hablaban principalmente idish, la comunidad mezclada dependía del idioma serbio-croata para comunicarse, limitando aun más el uso del ladino.
El uso de este idioma de 500 años de antigüedad me fascinó, ya que yo era políglota y hablaba español fluido. Cuando viví en Sarajevo a principios de la década del 2000, donde estuve trabajando en proyectos de desarrollo económico de posguerra, iba a menudo al centro comunitario judío en la sinagoga alrededor de la hora del almuerzo para reunirme con los pocos ladino-parlantes restantes y aprender acerca de su historia mientras ellos sociabilizaban sobre copas de rakija (brandy de ciruela) y café. Yo tenía que escuchar cuidadosamente para entender, escuchando palabras como fazer (hacer) y lavorar (trabajar), que sonaban más como portugués e italiano que español moderno. Escuché sonidos como “dj” [dʒ] en la palabra djente (gente), “z” [z] en la palabra roza (rosa) y “sh” [ʃ] en la palabra pasharo (pájaro) que no existen en lo absoluto en el español europeo moderno.
Antes de ser expulsados de España, los judíos sefaradíes ya usaban algunas palabras árabes y hebreas ya que ellos leían textos religiosos en hebreo y muchos vivían bajo el régimen moro (árabe). El ladino fue también influenciado fuertemente por las diferentes regiones de España donde habían vivido los judíos, “Este idioma que hablamos es una mezcla de los dialectos de España en esa época, antes de la expulsión,” explicó Kamhi.
Después que los judíos españoles huyeron hacia los Balcanes, el idioma fue formado adicionalmente por las regiones a través de las cuales viajaron, adoptando palabras y sonidos del italiano, turco y otros idiomas a los cuales estuvieron expuestos. Hoy, el ladino detenta un significado profundo de pertenencia cultural y supervivencia para los que todavía lo hablan.
En el documental español El Último Sefardí (El Ultimo Sefaradí), Yusuf Altinash, un judío sefaradí en Estambul dijo, “No importa donde vive la persona sefaradí, en Sofía [Bulgaria], en el Adriático o en Estambul, su patria es el idioma judeo-español.”
Regresé a Sarajevo en el 2012 con el Prof Bryan Kirschen para filmar Salvados por el Idioma, un documental acerca de los últimos cuatro ladino parlantes en Sarajevo: David Kamhi, Ester (Erna) Kaveson Debevec, Jakob Finci y Moris Albahari. Mientras conversábamos, sentí que estaba en un juego de rayuela lingüística, saltando desde mi español del siglo XXI a su español del siglo XV con saltos a palabras prestadas del turco y otras lenguas.
“El ladino salvó mi vida en la Segunda Guerra Mundial,” nos contó Albahari, un sobreviviente bosnio del Holocausto, mientras nos sentamos juntos en la sinagoga de Sarajevo. En 1941, a los 14 años, Albahari usó el ladino para comunicarse con un coronel italiano que lo ayudó a escapar del tren que llevaba a los judíos bosnios al campo de concentración de Jasenovac en Croacia. Debido a que el ladino, como el español, tiene muchas similitudes con el idioma italiano, los ladino e italiano parlantes pueden tener una conversación básica y entender bastante.
Esa no fue la única vez que Albahari usó el ladino en la Segunda Guerra Mundial para salvar su vida, nos dijo. El encontró un piloto estadounidense-hispánico que hablaba español en Drvar, Bosnia y Herzegovina, que pensó que Albahari era el enemigo. “Le pregunté si hablaba español. Él dijo sí. Yo le hablaba en ladino. Era la única forma de comunicarse. Yo llevé al piloto y a sus colegas a una base partisana en [la cercana] Ribnik.”
El ladino fue también útil a los judíos sefaradíes para comunicarse con los oficiales del ejército italiano cuando fueron internados en un campamento controlado por los italianos en una isla fuera de la costa de Croacia durante la Segunda Guerra Mundial. Los padres de Kamhi usaban el idioma para hablar a oficiales del ejército italiano en el campamento. Para el mismo Kamhi, hablar ladino le hizo más fácil asistir a la escuela en la isla. “Como los dos idiomas [ladino e italiano] son similares, yo aprendí enseguida italiano,” dijo él.
A pesar de las músicas sefaradíes tales como Yasmin Levy, Sarah Aroeste y Liliana Benveniste interpretando canciones en ladino alrededor del mundo, los judíos sefaradíes jóvenes no tienden a ser entusiastas en aprender el idioma. Y cuando el gobierno español anunció hace muchos años que permitiría solicitar la ciudadanía española a los descendientes de judíos expulsados durante la Inquisición, los judíos sefaradíes jóvenes han comenzado a optar por aprender español moderno por sobre el idioma de sus ancestros.
“La nueva generación no habla ladino, ellos hablan español moderno,” dijo Albahari.
Ahora en sus 70s y 80s, los últimos cuatro ladino-parlantes de Sarajevo lamentan que el uso del idioma en la ciudad termine probablemente con ellos. Para ellos, el ladino representa en forma única sus historias e identidades y les recuerda su intimidad familiar. “Comencé a hablar en este idioma,” dijo Kamhi. “Era el idioma que usaba cuando quería decir algo a mi madre para que otros no entendieran.”
Hoy, el único lugar para escuchar ladino en Sarajevo es dentro de los muros de su sinagoga, donde el cantor Igor Kožemjakin dirige ahora la congregación, y a los que deseen unirse a ellos, en recitar algunos rezos de Shabbat en el idioma – como opuesto al hebreo bíblico o al bosnio – como han hecho durante generaciones los cantores de la sinagoga.
“No sé cuál será el futuro de este idioma en Sarajevo o en el mundo sefaradí,” dijo Albahari. “Pero este idioma es un tesoro. Es una memoria. Es vida. Y es necesario preservarlo.”
Los visitantes pueden recorrer la sinagoga askenazi de Sarajevo de 10:00 a 14:00 horas de lunes a viernes. El viernes por la noche los servicios de Shabat comienzan a la puesta del sol y son abiertos al público. El servicio es dirigido generalmente por el cantor Igor Kožemjakin e incluye algunos rezos y canciones en ladino.
Fuente: BBC
Traducido por Marcela Lubczanski para Enlace Judío México.
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