Enlace Judío México e Israel.- En la semana previa al arribo de Roger Waters a Uruguay, un grupúsculo compuesto por figuras procedentes de distintos ámbitos de la cultura remitió al promocionado músico británico una misiva desbordante de consignas anti-israelíes cuya difusión pública motivó la inmediata repulsa de los diferentes estamentos de la comunidad judía.
LIC. PSIC. JORGE SCHNEIDERMANN
Si bien ello no nos sorprende, en tanto constituye de un tiempo a esta parte una praxis por demás recurrente por parte de ciertos sectores de la izquierda nacional, en esta oportunidad se evidenciaron aspectos de estilo y contenido notoriamente reñidos con los imperativos éticos fundantes de una saludable confrontación de ideas.
Lo que aparentemente constituía un pronunciamiento a propósito del impacto medioambiental y demás consecuencias asociadas a la eventual instalación en Uruguay de una nueva planta procesadora de pasta de celulosa (UPM-2), solapaba, a su vez, una artera, virulenta e infamante utilización de calificativos y alegorías degradantes de la condición judía en general y del Estado de Israel en particular.
En ostensible sintonía con el recalcitrante anti-sionismo (a esta altura un absurdo eufemismo) profesado por este ícono del rock devenido en adalid de la causa palestina y buque insignia del Movimiento BDS (Boicot, Desinversión y Sanciones contra Israel), los intelectuales de marras transformaron el efecto mediático generado por su llegada en caja de resonancia funcional a la difusión de postulados tales como: “(…) Así como Israel arrasa la cultura nativa de Palestina y se apodera de su tierra para engrosar la billetera de los cerdos, aquí, nuestro gobierno y sus aliados de la oposición, en suma, todo el sistema político, se convierte en los perros guardianes del negocio de los cerdos, que ya se han apoderado de la mitad de la tierra del país y vienen por más. Se han apoderado de los principales recursos de nuestra economía, al tiempo que arrasan con nuestra cultura en el más amplio sentido de la palabra (…)” (El País digital, 25/10/2018).
Como reza el viejo axioma, a buen entendedor, pocas palabras. Enunciados como los vertidos por la militancia vernácula del BDS no son en absoluto representativos de los valores en que se ha sustanciado tradicionalmente la cultura uruguaya, vale decir: la tolerancia, la ecuanimidad, el respeto, la mesura, la ponderación y, fundamentalmente, la justipreciación de las cosas en su debido contexto.
En los conciertos de Waters (el que brindó en el Estadio Centenario el pasado 4 de noviembre ante 40.000 espectadores no fue la excepción) e incluso en las carátulas de discos, la utilización de imágenes de cerdos portando sobre sus lomos sendas estrellas de David, así como sus vituperantes monsergas anti-israelíes, son parte de una impronta doctrinaria palmariamente emparentada con la pérfida prédica desarrollada por “Der Stürmer”, publicación judeófoba de gran predicamento en Alemania entre 1923 y 1945 al servicio de las insidiosas campañas elucubradas por Joseph Goebbels, Ministro de Instrucción Pública y Propaganda del Tercer Reich e influyente asesor de Adolf Hitler. Basta chequear los editoriales de dicho pasquín referidas a la Crisis de 1929 para encontrarse con sugerentes títulos y caricaturas que seguramente harían las delicias de muchos de los amanuenses ideológicos de Waters que pululan por el mundo.
Como corolario, la Intendencia Municipal Capitalina le ungió (no en mérito a su indiscutible talento artístico sino “(…) en reconocimiento por su lucha por la libertad, igualdad y libertad de pensamiento(…)” como Visitante Ilustre de una Montevideo a esta altura ya resignada a tender alfombras rojas y rendir pleitesía a cuanto ídolo mediático que posa su fama sobre sus costas, soslayando muchas veces la presencia de egregias figuras del firmamento artístico, el pensamiento, la ciencia y la cultura.
Qué lástima -cabe plantearnos en estos días- que dada su inveterada condición de embajador itinerante al servicio del inalienable derecho de los pueblos del mundo a su autodeterminación, el carismático ex bajista y vocalista de Pink Floyd (referente musical de primer orden para quienes crecimos deleitándonos con su mítica banda en los 70’s), no se hubiese propuesto visitar Uruguay durante los oscuros años de la larga noche dictatorial que nos laceró el alma, para entonces confundirse en un abrazo solidario con nuestro pueblo. El sur por aquel entonces ya existía, Mr. Waters.
Sólo nos resta abrigar la esperanza de que en esta oportunidad se avenga al menos a donar algunas de sus suculentas regalías en beneficio de los millones de hermanos venezolanos literalmente expulsados de su país por un impresentable gobierno totalitario, y de los miles de hondureños que en estos momentos reclaman pan y cobijo por las rutas de Centroamérica, victimizados por un régimen no menos tiránico y corrupto que el liderado por Maduro.
Cuán gratificante sería también que quienes suscriben misivas de adhesión al pueblo palestino reivindicaran con similar ímpetu las tribulaciones del pueblo kurdo y sus desestimadas aspiraciones independentistas, así como la penosa situación de las multitudinarias caravanas de migrantes que deambulan por Europa en procura de sustento, sin olvidarnos de los millones de niños africanos sometidos a los avatares del hambre, la enfermedad y el olvido, ni del estatus cuasi medieval de millones de mujeres musulmanas sometidas y cosificadas hasta lo inenarrable.
Pero no. Al parecer, las desventuras de estos pueblos no justifican una urgente reivindicación e ingente intervención por parte de los activistas del BDS…
Ha sido desde siempre mucho más fácil inculpar y hostigar a Israel -desde su creación- cual factótum de todos los males del Medio Oriente, mientras infinidad de pueblos se desangran desde sus entrañas en luchas fratricidas de las que pocos activistas del “antisionismo” se hacen eco.
Por cierto, esta proclividad a instalar a Israel en el ojo de la tormenta no debe llamarnos la atención sino instarnos a la reflexión. Es parte de una vil estrategia instrumentada por ciertos colectivos empeñados desde siempre en demonizar, caricaturizar y categorizar lo judío y al Sionismo como sinónimos de usurpación, codicia, insensibilidad y genuflexa sujeción a los designios del imperialismo, prejuicios todos ellos germinados en clásicas teorías conspiro-paranoicas tan en boga en estos tiempos e inextricablemente afiliadas a las siniestras tramas urdidas por los artífices de los “Protocolos de los sabios de Sión” y el propio Henry Ford a través de “El judío internacional, un problema del mundo”, abyectos textos que a la postre inspirarían nada más ni nada menos que a Hitler al momento de escribir “Mein Kampf”.
En contrapartida, es dable mencionar la encomiable resolución de la Institución Teatral El Galpón que, fiel a su tradición pacifista y contemporizadora, optó por denegar la cesión de su sala al colectivo Coordinación por Palestina, previamente solicitada para la celebración de un acto de neto sesgo anti-israelí cuyo principal orador sería el connotado artista. Entrevistado al respecto, el actor Héctor Guido (en su calidad de Secretario de la entidad) manifestó que las instalaciones no serán prestadas a los efectos de “(…) fomentar enfrentamientos del hombre contra el hombre” y que “(…) El Galpón está a disposición de todo lo que llame al encuentro, no para estimular enfrentamientos, sin importar contra quién” (Búsqueda, 31/10/18).
Chapeau para este genuino referente de las artes escénicas de nuestro país, así como también para aquellos intelectuales que habiendo apoyado en primera instancia el mentado manifiesto, luego de considerar la descontextualizada alusión a Israel se abstuvieron de firmarlo.
Criticar, boicotear o sancionar a Israel es sencillo, inocuo y para muchos “políticamente correcto”. Depositar todo el peso de las responsabilidades sobre sus hombros, se ha vuelto casi una tradición.
Independientemente de las discrepancias que podamos sostener con el actual posicionamiento de Jerusalén frente al conflicto, Israel es insoslayablemente el único baluarte democrático de la región y, consecuentemente, dentro de su territorio ningún periodista nacional o extranjero jamás habrá de ver coartado su derecho a la libre expresión por más acerbas y punzantes que sean sus críticas hacia los estamentos políticos o religiosos. Procure alguien hacerlo en un medio de Ramallah, Gaza, Riad, Teherán o Damasco. Factiblemente culmine azotado, excomulgado, encarcelado o asesinado.
Desde el amanecer de los procesos emancipatorios que dieron origen al moderno Estado Hebreo, el debate y la confrontación ideológica han sido instancias vertebradoras de su dinámica convivencial. Los trabajadores se organizan en torno a una Central Obrera (Histadrut) sin parangón en Oriente Medio y que congrega, sin exclusiones, a trabajadores judíos, cristianos y musulmanes. Lo mismo ocurre en el área Previsional y muy especialmente en lo que refiere al inclusivo y eficiente Sistema Nacional de Salud, hoy por hoy modélico para muchos países, incluido el nuestro.
Representantes de diferentes espacios sindicales agrupados en el PIT-CNT que visitaron Israel el pasado año invitados por la propia Histadrut, retornaron gratamente impresionados a propósito de las inmejorables condiciones laborales del proletariado israelí.
Sin embargo, en muchos estados meso-orientales aún subsisten paradigmas de impiadosa raigambre feudal y esclavista cuyo rigor es sufrido fundamentalmente por inmigrantes provenientes de los países musulmanes menos favorecidos. Expuestos a condiciones climáticas extremas, y míseramente remunerados, son quienes construyen ciudades futuristas y mega-emprendimientos para las elites dinásticas petroleras del Golfo y adyacencias.
Asimismo, ciertos reinos y emiratos suelen ser compensadas con sitiales de privilegio en áreas de las Naciones Unidas afectadas al tratamiento de los D.D.H.H. de la mujer.
Aun tratándose de una monarquía donde las mujeres padecen la conculcación del derecho al voto y a obtener su licencia de conducir, Arabia Saudita ocupa una banca en el Consejo Económico y Social de las Naciones Unidas (¡vaya paradoja!), en carácter de miembro secundario de la Comisión Jurídica y Social de la Mujer.
Se trata de los mismos jerarcas contra los que pocos elevan su voz, y que desde sus palacios alientan la socavación de las mentes y los corazones de generaciones de niños y jóvenes mediante la inculcación de dogmas sacralizadores de la “Yihad” (guerra santa) y el otricidio.
¿Cómo podemos calificar, señores adherentes al BDS, el obsceno enriquecimiento de los altos funcionarios de la Autoridad Nacional Palestina a partir de la subrepticia apropiación de fondos públicos desviados hacia cuentas bancarias en paraísos fiscales?
¿Qué decir de las multimillonarias compras de material bélico destinado al permanente hostigamiento de ciudades y poblados fronterizos israelíes, a instancias de Hamás?
Centenares de hospitales, escuelas y almacenes de alimentos podrían satisfacer con creces sus necesidades si dispusiesen tan sólo de una ínfima parte de los recursos destinados a atiborrar arsenales y sembrar el terror.
Mucho se sabe y poco se habla acerca de los castigos a los que son sometidos en las prisiones palestinas quienes se manifiestan partidarios de la paz y por ende rehúsan a cerrar filas detrás de consignas terroristas. Triste suele ser su destino y el de generaciones de palestinos adoctrinados en la inquina y la negación del derecho a la existencia de Israel, hasta convertirlos en incondicionales kamikazes. Para Waters, los documentos elevados al respecto por Human Rights Watch, han de ser, seguramente, meras argucias pergeñadas a partir de algún contubernio judeo-masónico.
La difusión de las vicisitudes que atraviesan muchos palestinos disidentes no suele ganar demasiado espacio en las portadas de los periódicos o en los noticiarios de las grandes cadenas mediáticas.
Los acuerdos que algún día pondrán punto final a este histórico e intrincado diferendo no habrán de asomar de la noche a la mañana como setas en la pradera tras la lluvia, pero más arduo se tornará aún el camino hacia una justa conciliación de partes en tanto grupos de presión como el BDS no asuman que medidas de esta naturaleza jamás han logrado ni lograrán otro resultado que no sea dividir aún más las aguas, exacerbar los radicalismos existentes en ambas orillas del conflicto y ahondar ineluctablemente las brechas por donde se han escurrido a través del tiempo infinidad de fallidos intentos de pacificación.
Sólo ambos pueblos, sobre la base de dos estados en sinérgica convivencia, serán capaces de arribar juntos al mejor de los destinos: La Paz.
*Jorge Schneidermann es Licenciado por la Facultad de Psicología de la Universidad de la República (U.R.), donde a partir de 1990 ejerció la docencia en las Cátedras de Historia de la Universidad y la Psicología en el Uruguay, Psicopatología y Psicología Evolutiva, entre 1990 y 2004.
Forma parte de la Cátedra de Judaísmo “Nisso Acher” del Área Ciencias de la Religión del Departamento de Formación Humanística de la Universidad Católica del Uruguay (UCUDAL).
Ejerce la Psicología Clínica en la esfera privada y es autor de numerosos ensayos y artículos difundidos en medios periodísticos de Latinoamérica y España.
Ocupó el cargo de Director del área de Psicogerontología de ALAPP Uruguay (Asociación Latinoamericana de Psicogeriatría y Psicogerontología) entre 2006 y 2010. Ha sido expositor en numerosos congresos y simposios científicos a nivel nacional e internacional.
Mails: [email protected] y [email protected]
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