Enlace Judío México e Israel.- El documental «Hitler vs. Picasso», que se estrena hoy en cines, descubre la ignominia de los altos cargos nazis para destruir las obras de las vanguardias.
FERNANDO MUÑOZ
El 19 de julio de 1937, en Múnich, todo estaba tan viciado como el ambiente de un país que se preparaba para invadir Europa. El Arte no escapaba de la división entre buenos y malos, los enemigos del pueblo y los traidores a la raza. Y aquel día, con ese clima prebélico, la ciudad alemana inauguró dos exposiciones que hoy ya son historia: «Degenerate Art» y «The Great Exhibition of German Art». Ambas organizadas por los dirigentes nazi con el objetivo de dejar claro cuál era el arte creado por los «cosmopolitas y comunistas» y cuál era el que debía sobrevivir mil años en los edificios oficiales del Reich.
El arte, como también lo usaron otros regímenes, solo sería considerado tal si era útil «para el pueblo». Así, se subastaron las piezas «degeneradas» y con lo recaudado se compraron obras de arte clásicas con las que pretendían insuflar espíritu a los verdaderos arios. Claro que algunas de estas últimas fueron a parar a la casa-museo de Goering y otras pasarían a formar parte de la lista de obras que Hitler quería colgar de las paredes del Museo de Linz, que en el futuro se conocería como Museo del Führer. Un futuro que nunca llegó. El proyecto de museo, cuyos planos dibujó el arquitecto oficial del régimen, Albert Speery, no se llegó a construir por el avance de la guerra. En ese tiempo, eso sí, la colección privada de Hitler aumentó gracias a las obras clásicas compradas en subastas o directamente saqueadas de los museos de los países que invadían. También de colecciones privadas, algunas de judíos.
Una historia fascinante y terrible que se cuenta en el documental «Hitler vs. Picasso», que se estrena hoy en varias decenas de cines de toda España dentro del ciclo «Arte en pantalla». Una película que se constituye, en palabras de su director, el italiano Claudio Poli, en «un informe sobre cómo Hitler saqueó “la gran belleza” de Europa». Porque no fue solo Picasso. Los trabajos de Matisse, Chagall, Monet, Max Beckmann, Paul Klee, Kokoschka, Otto Dix o Marc Chagall, entre tantos, sufrieron la ignominia de un régimen que quiso acabar con las vanguardias. Se les acusó de «Charlatanes» o «La decadencia explotada con fines comerciales». La Historia los calificó de maestros. En total, se calcula que confiscaron hasta cinco millones de obras por toda Europa. La destrucción masiva del arte para construir uno nuevo como arma de destrucción (y propaganda) masiva.
«Hitler vs. Picasso» arranca aquella mañana del 19 de julio en Múnich, y continúa en un viaje que desemboca en cuatro exposiciones que se llevaron a cabo en otras tantas ciudades europeas ochenta años después, en 2017. Un recorrido que, en 90 minutos, permite descubrir la situación actual de todo ese patrimonio apartado o robado por los nazis, y de las personas que fueron cómplices o lo sufrieron.
«La gran belleza»
Todo dentro del estilo didáctico e inmersivo, tanto en las obras como en lo que cuentan, que caracteriza a los documentales de «Arte en pantalla», que cada mes se detiene en una figura o movimiento capital de la historia. En «Hitler vs. Picasso», el expolio sirve de motivo para visitar con calidad 4K las exposiciones «Arte degenerado, confiscado y vendido», que tuvo lugar en Berna, «El robo nazi del arte y sus consecuencias», de la ciudad alemana de Bonn, «21 rue La Boétie», de París y «Arte saqueado: Antes, durante y después de la Segunda Guerra Mundial», en Deventer.
En todas ellas, y bajo la locución de Toni Servillo (el actor de «La gran belleza»), se narra a través de una obra lo que ocurrió. Como en la famosa galería parisina «21 rue La Boétie», donde el análisis de «Mujer sentada», de Matisse, es la excusa para presentar a Paul Rosenberg, un judío francés amigo de Picasso al que confiscaron la mayoría de sus obras (logró enviar alguna al MOMA), y cuya galería se convirtió, con la ocupación, en un centro antisemita. Porque lo que descubre «Hitler vs. Picasso» es que, detrás del terror nazi o de la belleza de las mejores obras de arte, solo hay personas. Nombres y apellidos que deciden ponerse del lado de la justicia o del del desastre.
Fuente:abc.es
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