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jueves 21 de noviembre de 2024

La historia de la ópera “metálica y ácida” escrita en el campo de concentración de Theresienstadt

Enlace Judío México e Israel.- “Der Kaiser von Atlantis” fue concebida por el compositor Viktor Ullman y el libretista Peter Kien en el gueto “modelo” montado por los nazis en República Checa. Ambos murieron en Auschwitz, pero la partitura -rescatada y estrenada en 1975- se convirtió en un símbolo del Holocausto y pieza central de la música del siglo XX.

GERMÁN PADINGER

Infobae Cultura dialogó con Facundo Agudín, director de la obra hoy reeditada por el sello IBS Classical. Entre 1943 y 1944 el compositor Viktor Ullmann y el libretista Peter Kien dedicaron la mayor parte de un año a la creación de la ópera Der Kaiser von Atlantis (El emperador de la Atlántida) durante su encierro en el campo de concentración nazi en Theresienstadt.

Trabajando intensamente y casi a diario, Ullmann y Kien crearon varias versiones de la obra intentando superar la censura e incluso llegaron a realizar algunos ensayos, aunque las autoridades del campo y gueto “modelo” ubicado en Terezin, actual Chequia, que los nazis montaron para albergar a científicos, artistas e intelectuales judíos de renombre internacional, finalmente prohibieron su interpretación.

Theresienstadt, donde las condiciones de vida parecían más humanas y había libertad para realizar actividades recreativas y culturales, era un contraste del resto de los salvajes campos de concentración y exterminio en Alemania, Polonia y otros puntos de Europa. Era, en definitiva, una vidriera mentirosa creada para intentar engañar a la comunidad internacional y esconder la masacre.

Pero no funcionó. El 16 de octubre de 1944 Ullmann fue enviado a Auschwitz y asesinado dos días después en las cámaras de gas, a sus 46 años, de acuerdo a datos del Instituto Iniciativa Terezin, la Comisión Europea y el Museo Judío de Praga. Kien, de origen checo, fue deportado al mismo tiempo y al mismo campo en Polonia, y murió enfermo pocos días después, a los 25 años de edad.

Antes de ser forzados a subir a los trenes, ignorando que Auschwitz era el destino final pero aún sin ilusiones, entregaron los manuscritos de la obra a Emil Utitz, bibliotecario de Theresienstad, y gracias a él tenemos acceso a Der Kaiser von Atlantis, la cual fue finalmente estrenada en 1975 en Holanda y se ha convertido en un símbolo del Holocausto y una pieza central de la música clásica del siglo XX.

Con una minuciosa reconstrucción de las varias versiones de la obra realizada por el músico argentino Lisandro Abadie y la dirección musical de Facundo Agudín, también argentino y director de la orquesta suiza Musique des Lumières, el sello IBS Classical (disponible en Buenos Aires en disquería Piscitelli, San Martín 450, y por venta online) ha publicado este año una impecable y poderosa interpretación de la ópera en una edición de lujo que incluye diferentes ensayos escritos por los participantes del proyecto y traducciones al español, inglés y francés del libreto original en alemán.

La grabación es de 2015, cuando Musique des Lumières, la compañía teatral parisina Arcal y el ensamble Ars Nova recorrieron Francia presentado el “Kaiser”, como prefiere llamarlo coloquialmente Agudín en diálogo telefónico.

La obra, que ya había sido estrenada en 2003 en la Argentina de Agudín y Abadie, está dividida en cuatro escenas y sigue una trama decididamente alegórica, utilizando una amplia gama de estilos pero con la marcada influencia de la segunda escuela vienesa de Arnold Schönberg, Anton Webern y Alban Berg.

El despiadado emperador Overall avanza en su guerra total contra el planeta, al punto de que la Muerte misma, enojada por su pérdida de protagonismo, decide entrar en huelga. Entonces las personas ya simplemente no pueden morir, no importa cuán brutales sean las armas utilizadas, y un soldado y la joven Bubikopf se enamoran después de haber intentado, en vano, matarse. Desamparado por el colapso de su imperio y su guerra, Overall acepta las condiciones de la Muerte para reanudar el ciclo de la vida, y entrega la suya.

La partitura de Ullmann está orquestada para un grupo de cámara atípico, que incluye saxofón, trompeta, armonio, banjo, guitarra y percusión, además de las cuerdas, flauta, oboe y clarinete, esquema adoptado acertadamente por Agudín en esta versión. “Siempre tiene sentido acercarse lo más posible a la idea del compositor”, dijo a Infobae Cultura.

-¿Cómo se llega a la obra de Ullmann y a la idea de representar la ópera “Der Kaiser von Atlantis”?

-Marcelo Lombardero [ex director del teatro] me habló de esto por primera vez en el Colón, y me dijo “me parece que tienes que ocuparte de esta música porque te va a parecer demoledora”. Ese fue el gatillo y a partir de entonces se creó una especie de tobogán.

Llevó bastante tiempo y el trabajo principal fue realizado por Lisandro Abadie. Tuvimos la suerte de tener acceso al microfilm y al manuscrito, lo que permitió un acercamiento al texto. Es notable que la pieza no se haya ejecutado nunca hasta 1975.

El punto principal de esta reedición del ‘Kaiser’ es que Abadie llega a una conclusión muy novedosa, y es que muy probablemente coexistieron dos versiones paralelas. Creemos que durante los ensayos Ullmann y Peter Kien comenzaron a pensar que no se estrenaría y generaron una versión diplomática, digamos ‘SS compatible’, con una especie de transferencia de contenidos y perfiles para otorgar al Kaiser la personalidad de un protector del pueblo, cuando viene de un poder concentrado. La de aquí es la versión de texto ‘preliminar’ u original, en la que músico y libretista trabajaron juntos, donde el emperador es un paranoico que vive aislado y toma decisiones muy rápidas y crueles.

-Se decidió ejecutar la obra en su formato camarístico original, ¿qué aporta esto a diferencia del uso de una gran orquesta que se ha hecho en otras interpretaciones?

-Es el formato original, las otras versiones de alguna manera transfiguran. Siempre tiene sentido acercarse lo más posible a la idea del compositor. Naturalmente para nuestros oídos, hay un efecto ácido de una escritura tan desgarradora, para un grupo tan chiquito tocando. Es la pluma de él, su sonido metálico y ácido.

Una cosa que logramos es que la historia tuviera mucha aceleración, un empuje hasta el final. Es una grabación bastante dramática, y la orquesta y los cantantes se conocían bien. Estamos bastante acostumbrados a este lenguaje, aunque trabajamos muchos estilos con una mirada transversal.

-¿Qué lugar cree que ocupa, o debería ocupar, esta obra en la música clásica del siglo XX?

Ullmann es una especie de antecesor de la ópera “Los soldados” de Zimmerman [estrenada en 1965]. Es una pieza de muy alto nivel. Hay una capilaridad de la metáfora y una cercanía de los materiales, que parece que lo estás viendo en realidades aumentadas.

Los malos compositores que entraron a Theresienstadt siguieron siendo malos, y Ullmann ya era bueno cuando entró. Vemos al campo como una tragedia y a Ullmann como el principal músico que pasó por allí.

-¿Qué peso cree que tiene la alegoría del texto de Peter Kien y la música de Ullmann en el mundo actual, donde el nazismo histórico parece tan lejano pero aun así la ultraderecha vuelve a surgir como una opción en países como Hungría, Polonia e incluso Alemania?

Estamos en un contexto tan ridículo que la democracia se ha reducido en el acto idiota de poner un papelito en el sobre. Una resignificación del concepto democrático es imperativo, y obras totémicas como ésta pueden abrir una ventana nueva para indagar sobre qué queremos y dónde podrían estar nuestras prioridades, y en qué cosas son inexcusables. Implica aceptar que el mundo no es perfecto, y que el crimen y maldad existen en todas partes. Pero al lado de esto creo que puede haber direcciones que pueden gobernar nuestro pensamiento. En nuestro caso como actores y músicos tenemos la suerte de relacionarnos en nuestra vida con un material que es una fuente de inspiración permanente y que nos permite transformarnos.

Las obras de gran valor como el ‘Kaiser’ no necesitan traducción, no necesitamos que sean predigeridas. Creo que es imperativo crear los marcos de trabajo adecuados para poner en contacto al público, sean los maestros, los niños, los contadores o los bomberos con una verdadera tradición cultural. La potencia transformadora es enorme. Por eso hacemos una bandera de resistencia cultural con el ‘Kaiser’, tenemos la misión de generar resistencia como hicieron ellos, no un resistencia extrema y televisiva, sino lenta.

 

 

 

Fuente: cciu.org.uy

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