Enlace Judío México e Israel.- Mohammed bin Salman, príncipe heredero saudita y quien gobierna ese reino rico en petróleo, se encuentra en una situación cada vez más compleja luego de que Riad reconoció que el periodista Jamal Khashoggi murió en su consulado en Estambul en lo que fue calificado como una “operación clandestina”.
GEORGE CHAYA
Una fuente de seguridad nacional estadounidense expreso que el príncipe heredero es responsable por el incidente, y otra fuente anónima del Departamento de Estado, mencionó la existencia de informes que implican a Arabia Saudita en el crimen. Sin embargo, el presidente estadounidense Donald Trump y el secretario de Estado Mike Pompeo negaron estas declaraciones aunque luego dejaron abierta la posibilidad de abrir una investigación profunda sobre el incidente.
Concretamente, Mohammed bin Salman es quien gobierna el Reino desde que se impuso en la pulseada por la sucesión sobre su primo, el príncipe Mohammed bin Nayef. Mohammed bin Salman es el futuro heredero de la casa Saud desde junio de 2017. A partir de ese momento, Mohammed ha fortalecido de forma continua amplísimos niveles de poder y nadie duda de que es él quien rige los destinos del país relegando a su padre, el rey Salmán, quien a sus 82 años ha pasado a un segundo plano.
No obstante, la crisis política generada por la muerte de Khashoggi ha salpicado de tal forma la casa Saud y su entorno que los esfuerzos por tratar de mantener al margen al monarca, a quien se le ofreció información acotada sobre la desaparición de Khashoggi, ha colocado al príncipe heredero, incluso frente a su padre, en una situación cada vez más delicada.
Las filtraciones, que parecían ser parte de una campaña adoptada por algunos diarios estadounidenses, se atribuyeron a fuentes anónimas dentro de la CIA, el Departamento de Estado y otras agencias y se produjeron después de las pruebas de las que hablaron los funcionarios turcos sobre el secuestro y bárbaro asesinato del periodista opositor que simpatizaba con la Hermandad Musulmana (un enemigo jurado del Reino). Todo esto llevó a la Casa Blanca a anunciar públicamente que el gobierno de Arabia Saudita estaba investigando las circunstancias en torno al asesinato y desaparición de Jamal Khashoggi, y que no dejaría pasar un crimen tan brutal ni protegería a nadie, aunque su aliado regional esté involucrado en la operación clandestina que acabo con la vida de Khashoggi.
¿CAMBIO EN LA LÍNEA DE SUCESIÓN?
Por su parte, una fuente de inteligencia occidental informó el viernes que en la casa real saudita se estaba discutiendo un posible cambio en la línea de sucesión en el que también participaría EE.UU.
El último viaje del secretario de Estado Mike Pompeo a Riad podría enmarcarse en este esfuerzo, según la fuente. No obstante, los expertos y disidentes sauditas consultados por Infobae consideran improbable que el príncipe Mohammed bien Salman pueda ser apartado. Atendiendo a los antecedentes y la posición histórica de la Casa Saud, es muy probable que “la familia real no se posicione con otro candidato en la línea sucesoria”, aunque dentro de la familia real habrá discusiones sobre “cómo gestionar la cuestión de Mohammed bin Salman, ya que de alguna manera se ha convertido en una pesada carga”, pero son conscientes de que “no queda nadie de la vieja guardia que realmente pueda confrontarlo y arrebatarle su posición sucesoria”.
La dinastía Saud “ha sabido crear -a través de los años- un régimen que en cierto modo es a prueba de balas para la oposición fuera del circulo de los hijos del rey Salmán”. En consecuencia, y aunque no se descarta, “tendría que haber un golpe interno en palacio para deshacerse de él”. Aunque en Washington se llegó a hablar de la posibilidad de que su hermano, el embajador en Estados Unidos, Jaled bin Salmán, pueda ser nombrado como segundo en la línea sucesoria para “demostrar al mundo que Mohammed bin Salman está abriendo y flexibilizando su liderazgo autocrático incluyendo a otros”.
No cabe duda que “solo hay una persona dentro de Arabia Saudita que puede enfrentar a Mohammed bin Salman, y ese es el rey, nadie más puede hacerlo”. De allí que el monarca debe considerar no solo la mancha que el caso ha dejado en la reputación de su hijo sino cómo continuar con el plan de reformas: “Visión 2030”, un programa que la monarquía ha puesto en marcha en su momento. Es posible que el rey pueda intentar reducir los poderes del príncipe heredero redistribuyendo el control que actualmente Mohammed bin Salman ejerce sobre los servicios de seguridad. Sin embargo, muchos sostienen que “la monarquía ha quedado irreparablemente manchada y necesitan hacer algo para controlar a Mohammed, acorralarlo y contenerlo a nivel nacional parecería una solución dado que sus pregonadas reformas pasan a segundo plano en lo referente a la imagen internacional, y el crimen de Khashoggi, opaco en mucho el horizonte de su futuro político”.
Según el portal Middle East Eye (MME), en la familia real saudita existe malestar con el comportamiento del príncipe heredero, quien en estos años desde que su padre llegó al trono en 2015, ha tratado de deshacerse de todos los que dentro de la familia Al-Saud pudieran suponer un obstáculo para su llegada al trono. Son varios los miembros de la familia real que están preocupados con la deriva que está tomando el reino bajo el mando de Mohammed. Sin embargo tienen problemas para trasladar esa preocupación al rey Salmán, del que dudan que esté al tanto de los manejos de su hijo.
El caso Khashoggi es también un arma fortuita en una batalla que ya ha existido en la arena estadounidense durante dos años entre los republicanos y sus rivales demócratas. En esta batalla, se hicieron acusaciones personales contra el presidente, contra su familia y los candidatos propuestos por Trump, de los cuales el más reciente fue el nombramiento de un juez de la Corte Suprema. Sin embargo, la presión en curso sobre Trump con respecto a Arabia Saudita precede al caso Khashoggi, existe desde el apoyo a la guerra de Yemen, donde sus oponentes le pidieron que deje de respaldar a Arabia Saudita y la coalición árabe en la batalla contra los hutíes aliados de Irán. Ahora, se está ejerciendo presión para boicotear a Arabia Saudita, particularmente para poner fin a la venta de armas y detener la cooperación de inteligencia militar y el reabastecimiento de combustible de aviones sauditas en esa guerra entre sunitas y chiítas.
No obstante, ¿cuáles son las demandas para Trump derivadas del caso Khashoggi? Los demócratas lo han conminado a detener la guerra en Yemen y presionar para el retiro de las tropas sauditas y sus aliados allí. Trump ha respondido a eso indicando que Arabia Saudita no quiere la guerra y está dispuesta a retirarse de Yemen ahora mismo si Irán termina con su apoyo a los hutíes. La administración estadounidense sostiene que es inútil hablar de disuadir a Arabia Saudita sin hacer que Irán, que ha estado detrás del golpe en Yemen, también salga de allí. Trump ha hecho de él su principal proyecto político extranjero para enfrentar a Irán y, de hecho, ha comenzado a imponer sanciones para forzar a Teherán a que detenga su programa militar nuclear y deje de propagar el caos en Siria, Líbano, Irak, Yemen, Afganistán y otros países.
El próximo viernes 30, en el marco de la Cumbre del G20 en Buenos Aires, habrá reuniones que seguramente abrirán mas capítulos a la turbulencia desatada por el caso Khashoggi, se espera que en esa jornada Mohammed bin Salman se reúna con el presidente turco Recep Tayyip Erdogan para hablar sobre ese y otros temas. Mientras tanto, si no se produce algún evento político de alto impacto al interior de Casa Saud, aunque su presente es delicado, no es imposible que Mohammed bin Salman continué con su camino libre al trono en Riad.
Fuente:infobae.com
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