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jueves 21 de noviembre de 2024

Alejandro Magno y el primer milagro de Janucá

Enlace Judío México e Israel.- A una edad muy temprana, un poco más de 30 años, Alejandro Magno se convirtió en uno de los conquistadores más exitosos en la historia de la humanidad. Alrededor del año 330 a.e.c, los ejércitos griegos y macedonios bajo su mando derrotaron a las fuerzas del poderoso imperio persa, con quienes estaban en guerra desde los tiempos de Ajashverosh (Xerxes, 480 a.e.c.). Los dominios de Alejandro se extendieron desde Grecia hasta la India, ocupando, por supuesto, todo el Medio Oriente.

RABBI YOSEF BITTON

Alejandro Magno visitó Israel, uno de los territorios que heredó de los persas. Cuando llegó a Jerusalén exigió lo que se consideraba en esos tiempos un gesto normal de sumisión por parte de los pueblos que ahora formaban parte de su imperio: erigir la estatua de Zeus, el dios superior de los griegos, en el Templo principal. Adorar a los dioses que le otorgaron el triunfo al vencedor, era reconocer al vencedor. Negarse a reconocer a esos dioses se consideraba un signo de rebelión e insurrección contra el vencedor. Todos los pueblos de la región siguieron esta práctica sin ningún problema.

Con una sola excepción.…

Nuestros antepasados se negaron rotundamente a erigir una estatua a un ídolo pagano en nuestro Bet Hamikdash. Formaron una delegación encabezada por Shimon Hatsadiq y ofrecieron, literalmente, sacrificar sus vidas pasivamente (Quiddush Hashem) a cambio de no llevar a cabo la demanda del nuevo emperador. Los judíos obviamente le explicaron a Alejandro que no se trataba de no reconocer a Alejandro como emperador, sino que el monoteísmo judío demanda “exclusividad”, algo que era muy difícil de comprender para los pueblos de la antigüedad.

Normalmente este rechazo, que significaba claramente el rechazo a los términos del conquistador, tendría que haber resultado en la inmediata aniquilación del pueblo judío y la destrucción de Jerusalén. Pero Alejandro Magno, providencialmente, aceptó la explicación de los judíos.
En mi opinión, esto debería considerase uno de los milagros más grandes de la historia judía.

Me explico: a los griegos, como a los romanos unos siglos más tarde, les resultaba intelectualmente (o psicológicamente) imposible entender el judaísmo. No podían concebir que los judíos creemos en (y especialmente que “obedecemos a”) un Dios invisible: lo que no se ve, no existe, decían.
En segundo lugar, también les resultaba incomprensible el rechazo de los judíos a aceptar que otros dioses pudieran coexistir con nuestro Dios. ¿Qué tiene de malo colocar una estatua de mi dios junto a tu Dios en el santuario? Las deidades paganas ¡no demandaban exclusividad de culto! ¿Por qué deberían hacerlo los judíos?

Además, en la mentalidad politeísta cuando un pueblo era derrotado significaba “que sus dioses resultaron ser menos poderosos que los dioses de los vencedores”. Y reflejando lo que pasaba con los hombres luego de la batalla, los dioses vencidos aceptaban —pacíficamente o la fuerza— la superioridad de los dioses vencedores, y convivían con ellos. Un nuevo panteón con deidades locales y extranjeras representaba la manera más diplomática de sobrevivir la derrota militar. La coexistencia de varios dioses era lo normal en esa época. Y el rechazo de los judíos a aceptar los dioses de los pueblos vecinos era visto como un signo de arrogancia o intolerancia.

Sólo una vez que comprendemos esto, es decir, lo que tiene que haber pasado inicialmente por la mente de Alejandro Magno cuando los judíos rechazaron su pedido de erigir una estatua en honor a sus dioses, podremos apreciar mejor la magnitud del milagro que tuvo lugar en ese momento.
¿Por qué no se habla mucho de este gran milagro? Creo que porque no se trata de algo que pasó, sino de algo que debería haber ocurrido y providencialmente no ocurrió. Eso lo hace más abstracto y elusivo.

Algo más: Como todo emperador, Alejandro demandaba que cada pueblo enviara refuerzos para servir en sus ejércitos. Los judíos formaron su propio batallón que servía en las filas del ejército griego. Alejandro ordenó que a los soldados judíos se les permitiera cumplir su religión (Kashrut, Shabbat, etc.) mientras servían en sus filas.

Hay documentación que muestra que Alejandro Magno instruyó a sus generales a excusar a los soldados judíos de participar en la construcción de un templo pagano en Babilonia (E. Bickerman).

Y también se encontró una carta donde Alejandro pide que se entregue un aceite especial (Kosher) a los soldados judíos en Antioquia, ya que no podían usar el aceite común (tame).

Alejandro Magno no solamente aceptó los principios no negociables del pueblo judío, sino que también se convirtió en el protector de los judíos de su imperio.

 

 

Fuente:halajá.org

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