Enlace Judío México e Israel.- Aunque la reciente visita a Teherán del secretario de Relaciones Exteriores del Reino Unido, Jeremy Hunt, no produjo el resultado que esperaba, puede haberlo ayudado a comprender mejor cómo funcionan las cosas en la República Islámica. Según fuentes de Londres, Hunt esperaba lograr la liberación de Nazanin Zaghari-Ratcliffe, un rehén del régimen iraní de doble nacionalidad que cumple una pena de cinco años de prisión bajo el cargo dudoso de conspirar para derrocar al gobierno islámico de Teherán.
GEORGE CHAYA
Si Nazanin hubiera sido liberada, Hunt y su jefa, la primera ministra Theresa May, habrían obtenido una doble victoria. Con el regreso de Nazanin a casa para la Navidad, la atención de la situación por el Brexit se habría desviado por lo menos como un destello momentáneo de unidad nacional en un momento de profundas divisiones.
En otro aspecto, también habrían anotado un punto contra Boris Johnson, el anterior Secretario de Relaciones Exteriores y el principal rival de la Señora May para el liderazgo del Partido Conservador. El extravagante pero propenso a los errores Johnson visitó Teherán como secretario de Relaciones Exteriores y trató de arrebatar a Nazanin de las garras de los khomeinistas. No solo no logró eso, sino que pudo haber complicado el caso de Nazanin al afirmar que ella había participado en la capacitación de periodistas iraníes.
Sin embargo, Nazanin no es la única rehén en Teherán. A la fecha, otras 22 personas de seis nacionalidades están detenidas y secuestradas en las cárceles de Irán, incluidos cuatro ciudadanos británicos más.
La toma de rehenes ha sido un rasgo característico y permanente en la política extorsiva de la República Islámica desde las primeras horas en que la revolución de los khomeinistas alcanzó el poder en 1979. Desde entonces, han pasado pocos días sin que la teocracia islámica retenga algún rehén extranjero.
Inicialmente, la mayoría de los rehenes eran diplomáticos, periodistas y empresarios occidentales. En la década de 1990, la cantidad de rehenes potenciales disminuyó a medida que menos diplomáticos, periodistas y empresarios occidentales viajaban a Teherán. Sin embargo, debido a que el régimen no podía prescindir de tomar rehenes, tenía que encontrar una nueva categoría de víctimas. De ese modo, varios turistas occidentales, personas comunes, incluido un grupo que se había extraviado por error dentro de Irán, fueron secuestrados como rehenes. No obstante, esa nueva categoría tuvo que ser abandonada pronto porque las compañías de turismo de propiedad del régimen o sus jefes se quejaron, dado que secuestrar a turistas y convertirlos en rehenes estaba destruyendo sus negocios y la industria turística.
Así, el régimen encontró una nueva categoría de rehenes entre los individuos que visitaban Irán: los ciudadanos de doble nacionalidad. Estas personas se creían seguros porque habían hecho campaña a favor de la República Islámica en Europa, Canadá y Estados Unidos. Pronto, sin embargo, esa sensación de seguridad resultó estar fuera de lugar, ya que varios destacados activistas pro-régimen, especialmente iraníes con ciudadanía estadounidense, fueron capturados durante sus visitas a Teherán.
Cuando esa fuente de rehenes también comenzó a ser menor porque muchos apologistas pro-islámicos en Europa y los EE.UU. se dieron cuenta de que ir a Irán era una empresa de alto riesgo, los khomeinistas encontraron una nueva fuente para reponer su suministro de secuestrados-detenidos. Esa nueva modalidad consistía en contratar personas en Europa y América del Norte, les ofrecían contratos atractivos para luego tomarlos como rehenes cuando llegaban a Irán. Por lo tanto, fuimos testigos de escenas surrealistas en las que empleados de la República Islámica que vivían en Occidente llegaban al aeropuerto de Teherán con una bienvenida oficial completa y fastuosa solo para ser arrestados unos días después y acusados de espionaje.
La necesidad de rehenes muestra que, incluso el lobby de la República Islámica no daba seguridad a los khomeinistas. En este momento, varios fundadores del Consejo Nacional Iraní Americano (NAIC por sus siglas en inglés), el principal grupo de lobby de Teherán en los EE.UU., han sido tomados como rehenes en Teherán por cargos inventados grotescamente, entre ellos Muhammad-Baqer Namazi, de 82 años, y su hijo Siamak.
Al tratar con la República Islámica, el secretario Hunt ha repetido el error de sus predecesores al creer que está tratando con una estructura estatal normal en la que los hombres que actúan como altos funcionarios representan verdaderamente la maquinaria de toma de decisiones. Por ejemplo, Hunt planteó el tema de los rehenes con el ministro de Relaciones Exteriores Muhammad Javad Zarif, quien le respondió que él y su oficina no tenían influencia en el tema. De hecho, Zarif no puede garantizar su propia seguridad y mucho menos puede ayudar a los británicos a asegurar la liberación de sus rehenes.
Según fuentes cercanas a los Guardianes de la revolución, la República Islámica tiene al menos nueve agencias de seguridad paralelas y controladas por separado por la oficina del “Guía Supremo Ali Khamenei”. Esos organismos pueden operar fuera del marco legal oficial, y a veces, incluso podrían arrestar a los agentes de las demás agencias gubernamentales. También se involucran en situaciones oscuras como el caso de la Sra. Zaghari-Ratcliffe, que fue arrestada por un equipo de seguridad con sede en la provincia de Kerman. El gobierno y las agencias de seguridad se preguntaban en Londres ¿Cómo es que un grupo así podría llegar a la capital para arrestar a un ciudadano británico en el aeropuerto de Teherán? La respuesta sigue siendo un misterio.
Otro rehén, el libanés-estadounidense Nizar Zaka, que había viajado a Irán como técnico invitado por el Ministro de Comunicación Islámico, fue secuestrado por una agencia de seguridad khomeinista a pesar de haber recibido la “completa autorización” de otra agencia de contra-inteligencia del régimen.
La excusa estándar utilizada por Zarif y el presidente Hassan Rouhani para negarse a abordar la cuestión de los rehenes es que la República Islámica observa el principio de “separación de poderes” del cual Montesquieu ha sido su padre en las democracias modernas. “Nuestra justicia es independiente”, le dijo Zarif a Hunt. En cierto sentido, Zarif tiene razón ya que la presidencia y el Consejo de Ministros no tienen influencia en el poder judicial. Pero lo que Zarif no dijo es que el poder judicial, siendo independiente, tampoco tiene influencia sobre quién es arrestado y condenado en la República Islámica de Irán.
En la República Islámica, las enseñanzas de Montesquieu se llevan al extremo para crear un sistema en el que el poder se divide en numerosas ramas “aparentemente autónomas” que, sin embargo, están todas controladas desde un solo centro. Y ese centro único se esconde detrás de una fachada gubernamental que incluye una presidencia, un Consejo de Ministros, un poder judicial, un parlamento y otra gran parafernalia del estado cuya tarea es guiar a personas como Jeremy Hunt por el camino del error y a través del engaño.
En su momento, el ex presidente Mahmoud Ahmadinejad prometió y aseguro la liberación de varios rehenes en reconocimiento de lo que creía que era el apoyo de la Unión Europea frente a las primeras sanciones estadounidenses. Pero no logro asegurar la libertad ni de uno solo de los rehenes. En cambio, hoy el propio Ahmadinejad se encuentra casi como los rehenes en su propio país desde que el régimen ha confiscado recientemente su pasaporte, por lo que no puede viajar al extranjero. En su lugar, Ahmadinejad, impedido de salir de Irán dispone del tiempo suficiente para leer “la versión persa” de Montesquieu.
Fuente: infobae.com
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