Venezuela es una lección brutal para los apologistas socialistas del Reino Unido

Enlace Judío México e Israel – Sé que es muy difícil creerlo, pero en algún momento dejaremos de hablar de Brexit.

BRIAN MONTEITH

Volveremos a hablar de qué podemos hacer para mejorar nuestras vidas y las de los demás.

Y buscaremos inspirarnos en otros países para aprender de errores catastróficos o descubrir éxitos verdaderamente sorprendentes.

Mientras dejamos atrás el Brexit y comenzamos a mirar hacia las próximas elecciones, debemos hacer preguntas más serias a los partidos de la oposición, especialmente sobre el significado de sus políticas económicas.

Las posiciones de Jeremy Corbyn y John McDonnell estarán bajo un mayor escrutinio, y por esa razón, su admiración por la Revolución Bolivariana en Venezuela debe ser analizada seriamente.

Esto es importante porque define lo que los líderes laboristas creen que es posible: que es posible desafiar las reglas del mercado y las leyes de la economía. Esta es una advertencia, porque la historia de Venezuela es alarmante, y quienes intenten justificarla seguramente nunca se acercarán a las palancas del poder económico en el Reino Unido.

A pesar de contar con las mayores reservas de petróleo en el mundo, Venezuela es ahora una economía de cesta, con una inflación rampante, una corrupción generalizada en el gobierno, un problema masivo de refugiados mientras los ciudadanos huyen a los países vecinos, y una enorme escasez de suministros de salud, alimento y elementos esenciales.

Se ha visto cómo se matan a animales en zoológicos y sus mascotas son robadas por comida.

Venezuela ha creado sus propios problemas; es el resultado de malas decisiones políticas y una revolución que se ha vuelto contra su propio pueblo. Y la razón por la que el país es tan relevante hoy en día es por las excusas del liderazgo socialista que indican que los mismos errores podrían repetirse en el Reino Unido.

Hace dos décadas, Venezuela tenía 650.000 empresas privadas. Ahora sólo tiene 140.000, casi 80 por ciento menos.

Y los problemas se acrecientan. Recientemente, Colgate Palmolive detuvo la producción en su planta de detergentes debido a la escasez de cartón para embalaje. Esto fue un resultado directo del gobierno venezolano que tomó la planta de cartón Smurfit Kappa en agosto y el posterior cese de la producción.

Este no es un incidente aislado. El régimen se apodera regularmente de las empresas privadas cuando anuncian que ya no pueden continuar, prometiendo reiniciar la producción.

Ese es el caso de la planta de cereales de Kellogg que se cerró debido al “actual deterioro económico y social en el país”, pero aún no se ha producido ningún cereal.

Algunos apologistas intentan culpar a Estados Unidos, la Unión Europea y otros países occidentales que impusieron sanciones económicas.

Pero esto es falso y engañoso. No existe una prohibición de Estados Unidos para importar petróleo o productos derivados del petróleo venezolano; de hecho, si no fuese por la importación de petróleo venezolano, la situación en el país sería incalculablemente peor.

Las sanciones económicas están dirigidas a los políticos y funcionarios del régimen para intentar evitar la expropiación la riqueza del país mientras saquean a Venezuela.

No es una coincidencia que se hable de la hija del ex presidente Hugo Chávez como la persona más rica de Venezuela, con ganancias de miles de millones de dólares.

Mientras tanto, el sistema de salud se encuentra en un estado de colapso, con escasez de medicamentos y la continua fuga de médicos y enfermeras capacitados que abandonan el país. La misma crisis existe en las escuelas: muchas han cerrado debido a la falta de maestros y la incapacidad de los alumnos de asistir debido a los fallos del transporte.

Venezuela es un paralelo a lo que sucedió en Chile a principios de los años setenta. Allí, un gobierno de inspiración marxista bajo el mando de Salvador Allende llegó al poder y comenzó a apropiarse de la propiedad privada, cambiando la constitución y las leyes para que sus políticos pudieran reinar de manera suprema.

Esto terminó en un sangriento golpe de Estado y miles de personas fueron asesinadas o desaparecieron mientras los militares, bajo el mando del general Augusto Pinochet, pusieron fin al gobierno de Allende.

Desde el final de la dictadura de Pinochet y la transición de Chile a una democracia parlamentaria, el país se ha convertido en un modelo de éxito económico.

A través de los años, Chile ha restaurado los derechos de propiedad privada y ha adoptado una economía de mercado abierto. La privatización de las pensiones ha creado un fondo de riqueza para el ciudadano común con el que sólo podríamos soñar en el Reino Unido.

En comparación, Venezuela bajo el actual presidente Nicolás Maduro ya se encuentra en peor estado que Chile durante el mandato Allende, lo que sugiere que esta situación también puede terminar en un derramamiento de sangre.

Los líderes laboristas británicos deberían tomar nota: no existe una economía marxista exitosa. Los defensores de tales experimentos en el Reino Unido deben examinar el historial de fracasos y reconocer las limitaciones de la intervención del Estado.

Fuente: City A.M. / Reproducción autorizada con la mención: © EnlaceJudíoMéxico

Las opiniones, creencias y puntos de vista expresados por el autor o la autora en los artículos de opinión, y los comentarios en los mismos, no reflejan necesariamente la postura o línea editorial de Enlace Judío.

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Esti Peled: Esti Peled es corresponsal de Enlace Judío en Israel. Desde Haifa, donde radica, está siempre atenta a lo que sucede en el Estado judío. Aprovechando las 8 horas de diferencia horaria entre Israel y México, nos brinda las últimas noticias desde el lugar más "cubierto" del planeta.