Juntos venceremos
lunes 25 de noviembre de 2024

La semana aciaga

“La verdad germinará de la tierra, y la justicia mirará desde los mismísimos cielos” (Tehilim-Salmos85:12)

 

Enlace Judío México e Israel.- El silencio y el encubrimiento con el que se ocultaban o disimulaban conductas delictuosas de líderes religiosos en Israel, estallaron esta semana cuando fueron presentados cuatro casos ante la opinión pública.

Yona Metzger que fuera rabino principal de Israel; Ezra Sheinberg, fundador de la yeshivá Orot Haar”i enTzfat; Eliezer Berland, líder de la Yeshivá Shuvu Bonim también llamada Nejamat Zion y Mordejai (Moti) Elon, que condujera importantes instituciones educativas, entre ellas Yeshivat Hacotel, y que tuviera programas de radio y TV hablando de la Torá, fueron presentados sucesivamente en una escabrosa casualidad,por los medios de comunicación israelíes, cada uno por causas distintas.

Metzger, detenido por fraude, evasión de impuestos y de recibir sobornos durante su mandato, además de sus delitos de manipulación y obstrucción de la justicia demostraran su defección yperjurio; Berland y Sheinberg, que abusaron de mujeres que les habían elegido como sus asesores y maestros espirituales, y Elon, que volvió a reincidir en el abuso sexual cometido contra sus alumnos,después que sus primeras causas prescribieran y por las segundas recibiera castigos casi simbólicos que tampoco respetó.

Los cuatro, coincidentemente, habían conseguido, después de desmentidos totales de sus delitos, acogerse al beneficio de reducción de la pena por “confesión”, lo que hizo que se borraran partes considerables de las acusaciones y se redujeran las condenas por debajo del mínimo fijado por la ley.

Hasta los seguidores más fanáticos de esos personajes han percibido, que quien ve un crimen, y no lo denuncia, es como sien su mano llevara el puñal, y que no hay justificación moral para quienes no detuvieron a tiempo a los causantes del daño para que no siguieran cosechando víctimas.

“La verdad brotará de la tierra, y la justicia mirará desde los mismísimos cielos” (Tehilim-Salmos 85:12), es la norma que debería guiar ante estos y otros casos.

El compromiso con la Torá, significa tener el valor para enfrentar realidades desagradables y contar con el criterio para distinguir entre víctimas y victimarios.

Pero, la dinámica de las comunidades a las que pertenecían los delincuentes que cometieron sus conductas denigrantes, contribuyó a encubrirlos. Eligieron cubrir las vergüenzas ignorando y desechando a las víctimas de abuso, quizás sintiéndose culpables por haber permitido el crecimiento,en su seno, de semejantes personajes. Una verdadera profanación del nombre de Dios. Al sistema le cuesta reconocer que el horror, la crueldad y la violencia pueden anidar en el interior de sus más queridas instituciones y puedan ser cometidas por quienes deben dar el ejemplo de lo que predican.

La naturaleza humana tiende a encubrir las faltas y sacralizar a sus líderes: no debe resultar extraño, pues que ellos acaben creyéndose dioses paganos con derecho legítimo a sus maldades.

No puede haber respeto por la investidura de los agresores. No puede haber perdón a quienes hacen daño.

Maimónides dice que el delito no es el mismo para el ignorante que para el versado en leyes, y que la culpa aumenta con la sabiduría del culpable.

Estamos acostumbrados también que se desacredite con facilidad el testimonio de la víctima y a minimizar sus sufrimientos. Adoramos al victimario por su sabiduría, y a la víctima le pedimos comprensión. La sociedad paradójicamente se pone de parte del pederasta y no de la víctima.

El impacto devastador para la credibilidad de los líderes judíos ante sus comunidades se detendría si en lugar del silencio cómplice, se tuviera el valor de cambiar las solidaridades con aquellos que tras el velo de sus personalidades descollantes hicieron tanto daño por el apoyo a las víctimas inocentes que confiaron que, en el marco de la escuela, la yeshivá y de la comunidad, recibirían protección y seguridad.

No es la religión la culpable de esta situación, sino quienes no siguen sus normas, más que claras, que indican qué se espera de quien aspira formar parte de la dirigencia de un pueblo conminado por Dios a ser santo.

Debemos desconfiar y alejarnos de aquellos que hablan con sabiduría y obran con maldad, desdeñan la santidad y encubren sistemáticamente los casos, aconsejando a las víctimas a que no denuncien ni hagan públicos sus sufrimientos. No es religioso un pederasta que es un honrado padre de familia por más que haya hecho estudios rabínicos o vista como hombre piadoso. Todo grupo y todo gremio sin distinción de nacionalidad o religión tienen en su seno delincuentes de todo tipo. Ello parece ser intrínseco de la condición humana. La diferencia, la hacen aquellos que saben actuar para extirparlos y aquellos que se convierten en sus cómplices.

El desafío es convertir esta semana trágica en inspiradora para acabar con la impunidad de los poderosos, y para salvar a tiempo a las víctimas potenciales desamparadas por el silencio cómplice.

 

 

Fuente:ravbarylka.com

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