Enlace Judío México e Israel.- Históricamente el boxeo es uno de los deportes más antiguos de la humanidad, de hecho, hay pinturas que muestran que la práctica del pugilismo data desde el siglo XVII antes de cristo y que nace en el Medio Oriente, muy cercano a Egipto. Con estos datos podemos imaginar que el boxeo de alguna manera llega al pueblo hebreo por la zona donde se desarrolló, aunque no hay una prueba contundente de esto, el hecho de que después se trasladara a Grecia para convertirse en uno de los deportes olímpicos originales y que en varios lugares de esta zona del globo terráqueo se comienza a practicar el boxeo y prácticas similares, nos hace pensar que toda la zona de Oriente Medio se ve influenciada por dicha disputa y de esta manera, según mi teoría, el boxeo hace su primer contacto con el judaísmo.
ISAAC SHAMAH PARA ENLACE JUDÍO MÉXICO
Al pasar de los años, el deporte se va posicionando, hasta como lo conocemos hoy en día, y en su transcurso vuelve a fusionarse con el judaísmo en varias ocasiones, siendo la primera, después del primer romance teórico que propongo, desde 1780, año en el que Daniel Mendoza, un joven judío que vivía en Inglaterra y tenía ascendencia portuguesa, hace su debut en el boxeo.
Para poner un poco las cosas en perspectiva, mientras Mendoza debutaba en el pugilismo, Benjamín Franklin fundaba una fraternidad, que a la postre sería una de las bases que ayudarían a fundar los Estados Unidos. Bueno, para no hacerles el cuento largo, Mendoza se vuelve más que relevante en el boxeo, tanto, que llega a ser campeón del mundo y a tener una carrera de ensueño. Al retirarse del boxeo, Mendoza forma una academia de este maravilloso deporte, la cual comienza a llenarse de muchos alumnos, en su mayoría judíos, que querían emular a Daniel.
Poco después de que Mendoza reactivara el romance entre el boxeo y el judaísmo, aparece otro boxeador, que sale de la academia de Mendoza y continúa con el romance entre el judaísmo y el boxeo; este es el caso de Samuel Elias, más conocido como “Dutch Sam” o “The Terrible Jew.
Cuando Sam comienza a boxear, en Inglaterra el deporte seguía siendo algo arcaico y aún no estaba muy bien definido, por lo que a Sam, en una de sus peleas, se le ocurre sacar un golpe desde abajo; en aquél momento todos quedaron impresionados con ello, pero posteriormente se incorporó al deporte de manera oficial. A ese golpe hoy lo conocemos como “Uppercut”. Gracias al famosísimo “Upper” de Sam, ya para esos momentos se comienza a considerar que los judíos comenzaban a ser parte fundamental en el desarrollo del boxeo.
Posterior a Mendoza y a Elias, quienes muchísimos años después de sus fallecimientos acaban siendo parte del Salón de la Fama del Boxeo, comienza una nueva camada de judíos pugilistas, que aunque fueron sensacionales y mantuvieron el interés de la comunidad hacia el pugilismo, parecía que el judaísmo y el boxeo dejaban de ser uno mismo, hasta que a finales de 1800, en Estados Unidos, sale un nuevo boxeador judío por el cual muchos no daban un peso, éste, era un muchacho flaco, al que se le conocía como la “horquilla humana”. Resulta que la horquilla humana, llamado Harry Harris, llega al boxeo para trascender, convertirse en un verdadero campeón y unir otra vez al boxeo y el judaísmo.
Gracias a Harris, la comunidad judeo-estadounidense, la cual crecía de manera impresionante, se enamora del boxeo y varios niños americanos comienzan a practicarlo, entre ellos Jackie Fields, quien ganó oro olímpico en 1904, Samuel Berger y Joe Choynsky quienes fueron los primeros judíos en trascender en los pesos pesados.
La era dorada del boxeo judío
Posterior a la era en la que Harris resucita el boxeo judío, para 1910 el judaísmo y el boxeo se vuelven uno mismo literalmente, debido a que comienzan a surgir varios entrenadores y promotores judíos, pero no sólo eso, sino que los boxeadores judíos parecía que salían de los árboles, prueba de esto es que de 1910 a 1940 el boxeo judío tuvo 26 campeones del mundo y muchísimos pugilistas de alto nivel que tuvieron carreras impresionantes. De hecho, para 1928 la religión más practicada por los boxeadores en el mundo era el judaísmo.
En esta época, los boxeadores judíos Benny Leonard, Barney Ross, Ruby Goldstein, Maxie Rosenbloom, Abe Atell, Ted Lewis, Benny Bass, Mushy Callahan, Lew Tendler y por supuesto Max Baer, no sólo se posicionaron como unos de los mejores boxeadores del judaísmo, sino que pusieron su nombre como parte de la élite del boxeo hasta la fecha. Por si fuera poco, en la época dorada del boxeo, el entrenador judío Ray Arcel, quien entrenó a 16 campeones del mundo, se consagró como uno de los mejores entrenadores de la historia.
Pasando la época dorada del judaísmo en el boxeo, la Segunda Guerra Mundial y el Holocausto vivían en las calles europeas y acabaron con muchas cosas, inclusive casi acaban con el amor entre el judaísmo y el boxeo; sin embargo, en el lugar menos esperado aparece Salamo Arouch, boxeador judío que termina en un campo de concentración y sobrevive gracias a su boxeo. A Salamo, los soldados nazis lo ponían a boxear varias veces por semana debido a que conocían el éxito que tuvo antes de la Guerra. Gracias al boxeo, Salamo termina sobreviviendo el Holocausto.
Posterior a la Guerra, por condiciones más que obvias, el boxeo y el judaísmo se separaron y posiblemente tuvieron su alejamiento más duradero, sin embargo, el deporte de los puños estaba a punto de volver a involucrarse con muchas figuras judías, entre éstas, una más que controversial llamada Bob Arum; Arum, quien es abogado de profesión, se volvió uno de los abogados del diablo en el boxeo, es decir, Bob se convirtió en uno de los promotores más poderosos del boxeo y aunque ahora ya es un señor grande, Arum sigue siendo uno de los principales jugadores de ajedrez en la industria del boxeo.
Para las décadas de los 60’s y 70’s, llegan un par de grandes boxeadores judíos, que también pusieron el nombre del judaísmo en alto en este maravilloso deporte, ellos son Mike Rossman y Saoul Mamby, quienes fueron campeones del mundo, y Ronnie Harris, quien logró ganar oro en las olimpiadas de 1968.
Posterior a estas épocas, los boxeadores judíos dejaron de ser tan notorios, pero aún había uno que otro que quería seguir la conexión entre el judaísmo y el boxeo, como Dana Rosenblatt, quien fue el más destacado en los 80’s y 90´s.
Ya para nuestra época, tres boxeadores judíos han dejado su marca en el boxeo, ellos son: Zab Judah, quien ha sido campeón mundial en múltiples ocasiones, Dmitry Salita, quien es un judío ortodoxo que nunca ha pisado un ring en shabat y Yuri Foreman, quien tiene una de las historias más curiosas al ser boxeador y rabino a la vez, y quien es posiblemente el mejor boxeador israelí de la historia.
A la fecha, hay 10 boxeadores judíos que fueron inmortalizados en el Salón de la Fama Internacional del Boxeo.
Las opiniones, creencias y puntos de vista expresados por el autor o la autora en los artículos de opinión, y los comentarios en los mismos, no reflejan necesariamente la postura o línea editorial de Enlace Judío.
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