Israel: Cómo es el segundo ecosistema emprendedor más importante del mundo y qué podemos aprender de él

Enlace Judío México e Israel.- Nuestra pequeña historia empieza a finales de agosto de 2016 en Shanghái. Aunque, en realidad, estaba a punto de terminar.

TAMARA LUCAS E IVÁN FANEGO.

Tras casi 11 meses recorriendo Asia en una extraña mezcla de mochileros nómadas y consultores que analizan el ecosistema startup, volvíamos a casa. 14 países quedaban a nuestras espaldas. Templos, montañas, playas, grandes ciudades, lujosas villas y aldeas sin agua corriente empezaban a convertirse en solo recuerdos.

Casi a última hora habíamos acordado una parada más antes de volver a Madrid: Israel. Un viejo amigo de la infancia se había mudado allí hacía casi 2 años y era una buena oportunidad para visitarlo y de paso conocer de primera mano el segundo ecosistema startup más importante fuera de Estados Unidos.

Así que ahí estábamos. En Shanghái, a punto de coger un vuelo, cerrando in extremis las entrevistas con algunas de las figuras más relevantes del ecosistema startup del país.

Justo antes de salir hacia el aeropuerto me di cuenta de que habíamos equivocado las fechas con uno de nuestros entrevistados, Jon Medved, CEO de OurCrowd. El tipo era una leyenda y yo acababa de cometer un error: le había dicho que íbamos a finales de septiembre e íbamos a llegar en dos días. Pedí perdón, aclaré la confusión y nos propusieron una nueva fecha. Todo arreglado en 5 minutos. Es una anécdota tonta, pero refleja la facilidad de trato de los israelíes. Así como en China nos las habíamos visto y deseado para que alguien contestara, en Israel, a pesar de ser agosto, estaba siendo bastante fácil.

La historia de Israel como uno de los grandes ecosistemas de innovación es ya relativamente conocida por emprendedores e insiders en general. Si eres habitual de StartupXplore es probable que ya lo sepas. En caso contrario:

• Israel es el segundo ecosistema más importante del mundo fuera de Estados Unidos (aunque en algunos rankings Estocolmo ha adelantado a Tel Aviv).

• Israel cuenta con más de 100 empresas listadas en el NASDAQ. Más que toda Europa junta o que China (que tiene unos 1.300 millones de habitantes). En el momento de escribir esto, España tiene una, Alemania otra, Francia 7 y China 42.

• Sólo en Tel Aviv hay más de 1.000 startups. En una ciudad de tamaño reducido (algo más de 400.000 habitantes, más o menos la mitad de la población de Valencia). Una startup por cada 400 habitantes: lo que hace que todo el mundo conozca a alguien que trabaja en una startup. No es “la cosa rara que hizo el amigo del primo de tu cuñado”.

En Israel, tiras una piedra y das a una startup, como nos dice Mira Marcus, una de nuestras entrevistadas.

El hecho más sorprendente es que Israel ha conseguido esto siendo un país pequeño (poco más de 8 millones de habitantes, no mucho más que los 6,5 de la Comunidad de Madrid), sin recursos naturales, rodeado de enemigos y en medio de guerras y crisis de seguridad.

¿Cómo es posible?

Para entenderlo mejor entrevistamos a 7 personas, entre ellos a un emprendedor español, que nos contaron desde distintas perspectivas (incubadora, sector público, startup, inversión,…) qué hace especial al ecosistema israelí.

Startup Nation: más allá del mito

La publicación de “Startup Nation” en 2009 fue una de las mejores acciones de “country marketing” que se han hecho. No tenemos ni idea de hasta qué punto fue fruto de la casualidad o de un análisis detallado, pero sin duda sirvió para mostrar el poderío israelí como país innovador y cuna de startups.

En el libro, muy recomendable, Dan Senor y Saul Singer (añadimos que por desgracia no contestaron a nuestra petición de entrevista, una pena) analizan cómo es posible que un país tan pequeño y en permanente conflicto haya conseguido atraer centros de investigación de empresas como Intel o Google y crear un ecosistema emprendedor tan vibrante. Muchos acusan a los autores de “sobresimplificación” y de obviar ciertas cosas, pero no por ello deja de resultar una lectura reveladora.

El origen: una de las pocas historias de éxito de colaboración pública y privada en startups.

Pocas veces se puede ver un éxito de intervención pública en el ecosistema startup que haya tenido tanto éxito como el israelí. Yozma es lo que se considera que ayudó al nacimiento y explosión del venture capital en el país. Javier Megías lo explicaba muy bien en su post: básicamente, el estado aportaba dinero para crear fondos mixtos, atrayendo capital privado y sentando las bases de la industria.

Pero si nos remontamos más allá, Mira Marcus nos cuenta cómo la propia ciudad de Tel Aviv se podría considerar la “primera startup del país”: un proyecto “de locos” con pocas probabilidades de éxito: una ciudad hebrea y llena de jardines, en medio del desierto.

El ejército

Cuando tenía 18 – 20 años mis mayores responsabilidades eran ir a clase, estudiar, hacer la compra y preparar el botellón (y no sé si este sería el orden correcto). Mientras yo me entretenía en estas cosas Mira Marcus estuvo en la unidad de explosivos: su trabajo consistía en enseñar a los soldados a desactivar bombas.

Los jóvenes de 18-20 años tienen que liderar equipos y gestionar proyectos con plazos ajustados en situaciones de extrema tensión (con decisiones de vida o muerte en muchos casos): al acabar el servicio militar tienen otra percepción del riesgo. También es habitual viajar durante un año al acabar “la mili”: a la vuelta son personas con experiencia, formación y mundo recorrido.

El ejército es quizá uno de los factores más nombrado. Y el más importante, junto a la inmigración, para los autores de Startup Nation.

Se habla mucho del ejército como de la mayor red de networking del país: todo el mundo hace el servicio militar, y no es precisamente corto (2 años para las mujeres, 3 para los hombres). Una vez acabado forman parte de la reserva: cada año tienen que servir de nuevo, por lo que se establecen vínculos de lo más diverso.

El ejército necesita de innovación constante, forma al capital humano y actúa como fuerza dinamizadora. Y cambia a las personas.

Cultura y chutzpah: quizá lo más importante

Emprender en Israel es “normal”. Nadie se lleva las manos a la cabeza. Bruno Fernández, CTO de Nexar, nos lo explicaba de forma muy sencilla: en España la gente le preguntaba por qué hacía eso de emprender si podía tener un buen trabajo. En Israel la gente tiene miedo de perderse “the next big thing”.

Pero si hay un concepto cultural que llama la atención es “la chutzpah” (se pronuncia “jutspah”). Difícil de describir, y que viene a ser un “echarle ganas”:

En Israel se tolera el error y se entiende que para hacer las cosas, a veces hay que fallar.

¿Se puede copiar su modelo?

No dejábamos de sentir envidia mientras hablábamos con nuestros entrevistados. ¿Por qué no en España? Lógicamente no fuimos los primeros en pensarlo. No son pocos los gobiernos que acuden a “inspirarse” en el modelo israelí.

Pero como nos decían: no es tan fácil copiar. Es necesario adaptar, entender la particularidad de cada país. Como decía Jon Medved: descubre cuál es tu “salsa” y véndela.

Zvi Shalgo lo explicaba de otra forma: si no eres un país pequeño, rodeado de enemigos y sin recursos naturales quizá es mejor que no nos copies. Su modelo funciona porque no han tenido otra opción: y aunque haya funcionado, existe mucha negatividad.

Los desafíos

Aunque las limitaciones hayan podido servir como acicate para el desarrollo del ecosistema no dejan de ser eso, limitaciones. El tamaño de mercado puede ser un inconveniente. Pero el principal es la competencia por el talento: empiezan a faltar manos (cerebros, en este caso). El país necesita abrirse y atraer emprendedores, programadores, diseñadores, expertos en Marketing. Todos coincidían: es necesario facilitar el acceso de extranjeros al mercado. Se está trabajando en un visado especial para startups, de 2 años de duración (prorrogables).

Jon Medved también proponía fomentar la incorporación de grupos infrarrepresentados en el ecosistema tecnológico: mujeres, judíos ultraortodoxos y árabes.

 

 

 

 

Fuente:startupxplore.com

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