Enlace Judío México e Israel.- El profesor Eilon Vaadia, director y fundador del Centro de Investigación del Cerebro en la Universidad Hebrea de Jerusalem, a nombre de Edmond y Lilly Safra, que disertó este domingo en Punta del Este en un evento de los Amigos Argentinos y Uruguayos de la universidad, nos concedió poco antes de su conferencia una entrevista que realizamos telefónicamente a larga distancia. Explicó el desafío de la investigación del cerebro y su esencialidad, lo logrado y lo aún por encontrar y por qué él mismo decidió dedicarse a esto. También derribó algún mito: no, no sentimos con el corazón sino con el cerebro. El corazón simplemente late con fuerza cuando se emociona, pero la orden se la da, con precisión, el cerebro.
ANA JEROZOLIMSKI
P: Profesor Vaadia, ¿por qué atrae tanto hoy en día el estudio del cerebro?
R: Creo que eso se debe a los misterios que encierra, a todo lo desconocido aún por entender.
P: Y usted trata de descifrar esos interrogantes. ¿Qué tiene de singular el Centro de Investigación del Cerebro que usted fundó?
R: Realizamos allí investigación de avanzada en lo que en español podría llamarse Neurociencia computacional o computarizada. Es un programa multidisciplinario que utiliza métodos de ingeniería, matemáticas, ciencias de la computación, física, biología y medicina, combinando todo para investigar el cerebro y estudiar su funcionamiento.
P: O sea, que no se trata solamente de algo médico.
R: Es que para comprender el cerebro, que es una máquina impresionante, debemos usar todas las herramientas que usa el cerebro mismo. Es importante entenderlo porque creemos que la cura del cerebro cuando se enferma, depende de nuestra capacidad de comprenderlo enteramente.
P: ¿Hay algo más allá de la lógica aplicable a cualquier enfermedad, según la cual si se sabe cómo funciona entonces es más probable hallarle cura? ¿Hay algo específico del cerebro?
R: Sí. La diferencia es que aquí no analizamos cómo funciona una enfermedad determinada, sino principios generales. Digamos, enfermedades como esquizofrenia y el problema de los niños hiperactivos o, por ejemplo, depresión y esquizofrenia. Son enfermedades muy distintas una de la otra, pero en ambas hay determinados elementos del cerebro que se arruinan, y nosotros queremos saber cuáles son los cambios. Por lo tanto digo que nuestro enfoque es muy distinto de la búsqueda común de un remedio para una determinada enfermedad: nosotros queremos comprender qué se atrofió o arruinó y arreglarlo.
P: También de cara al futuro ¿verdad?
R: Así es. También queremos poder vaticinar cuando algo se va a descomponer y poder arreglarlo de antemano. O sea, que no es una investigación clínica, sino que lo que investigamos es la ciencia básica, lo que no anduvo bien, y tratamos de hallar ideas que se puedan aplicar a esas fallas. La intención es poder traducir el conocimiento al que logremos llegar a la aplicación clínica.
P: ¿Le parece que atrae y también da miedo el cerebro? Asusta pensar en enfermedades del cerebro, ¿no? Creo que eso se debe a la percepción de que cuando algo falla en el cerebro, nuestra esencia humana propiamente dicha se ve dañada, el ser humano cambia, no es el mismo.
R: Es muy cierto. Yo diría que da mucho miedo tener una enfermedad del cerebro, más aún que enfermarse de cáncer, ya que aunque uno tenga un cáncer muy duro, sigue siendo uno mismo hasta que muere, mientras que una enfermedad cerebral cambia a la persona. Está claro que la gran mayoría de la gente en algún momento de la vejez tendrá alguna enfermedad cerebral, algún deterioro cerebral. La ciencia ha logrado hasta ahora hallar cura a varias enfermedades, pero no a enfermedades del cerebro. Y si no avanzamos ahora en la comprensión del cerebro, mucha gente sufrirá.
P: Porque se vive más, pero no se puede garantizar que se viva bien.
R: Exacto. Nuestros hijos o los hijos de nuestros hijos, probablemente vivan hasta los 100 años. Pero esto significa que hay que hallar ya soluciones a los problemas del cerebro que aparecerán cuando tengan 80 y pico.
P: ¿Y dónde está hoy el género humano en esta marcha contra el tiempo?
R: Estamos muy atrasados en comparación con lo que hubiéramos querido, pero en los últimos 15-20 años hay revoluciones conducentes a los puntos buscados. Por ejemplo, el conocimiento del genoma humano nos ayuda mucho. También la comprensión de enfermedades como Parkinson es muy útil. Creemos que dentro de 10 años no habrá Parkinson. También se ha avanzado mucho en la comprensión de enfermedades como el cáncer a través de nuevas investigaciones biológicas. No puedo prometer nada, pero creo que en 15-20 años estaremos mucho mejor en todo lo relativo a una comprensión mejor y más profunda del cerebro.
P: ¿Dónde está hoy Israel en la investigación del cerebro?
R: La investigación del cerebro que se lleva a cabo en Israel goza de mucho reconocimiento a nivel mundial. En el área de ingeniería computarizada para el estudio del cerebro, Israel está muy adelantado. En ese aspecto estamos en los primeros lugares del mundo. El área de “deep brain stimulation”, o sea la estimulación del cerebro profundo, está liderado por un investigador israelí. En nuestro centro hay profesores de los principales del mundo. No es que hubo grandes revoluciones sino que hay muchas publicaciones que muestran claramente hacia dónde avanzamos. En cuanto a cura, en Parkinson sí se ha avanzado mucho.
Perspectivas
P: Creo que una pregunta clave es si acaso se puede prever una determinada enfermedad del cerebro, detectar de antemano que va a aparecer y tomar medidas para evitarla.
R: Hay muchos avances en este sentido, según los cuales hay genes propios de gente que tiene mayor probabilidad, en 20 años, de tener una enfermedad cerebral. Si se hace un mapeo completo a todo bebé que nace, si ubicamos el gen del que hablamos, logramos cambiarlo.
P: A través de ingeniería genética.
R: Exacto. El camino no es sencillo porque hay de por medio numerosos problemas éticos, pero ya tenemos el comienzo del conocimiento acerca de cómo lidiar con el tema.
P: Me está diciendo que si se detecta determinado gen en un bebé que nace, se sabe que de grande será más propenso a sufrir tal o cual enfermedad cerebral.
R: Así es. No es seguro que la tenga, sino que es más probable que en otros. O sea, que tendrá que hacerse un seguimiento. Hay varios genes que pueden estar relacionados a esto. Yo no soy un gran experto en ingeniería genética. Mi especialidad es el funcionamiento de los distintos componentes del cerebro y el intento de usar ese conocimiento para vaticinar cómo actuará el cerebro en el futuro. La idea es que a través de los métodos de cálculo se puede entender cómo es la situación ahora y cuál será la situación en el futuro.
P: ¿Existen hoy estudios que una persona mayor, adulta, pueda hacerse para saber si en el futuro se enfermará? ¿O no tiene sentido porque de todos modos ya no podrá curarse o, mejor dicho, no podrá impedir la enfermedad?
R: Se podrá. Quizás hoy aún no se puede y no vale la pena estudiar mucho porque de todos modos no se puede curar todo, pero hay situaciones en las que sabemos que más adelante se sabrá. Todos los días aprendemos algo nuevo.
P: ¿Qué cosas se puede saber ya hoy, que se puede curar? ¿En qué se ha avanzado?
R: Hay un gran desarrollo en Parkinson, con varias formas de tratar la enfermedad, aunque no de evitarla. Se logra lidiar con éxito con los síntomas, mejor que con los remedios. También hay buenas chances oportunidades en depresión y epilepsia para los próximos 5 ó 10 años. En Parte sí se ha logrado, pero se sigue trabajando mucho.
P: ¿Hay hoy en día estudios que permitan saber si una persona tendrá demencia o Alzheimer?
R: La verdad es que este no es el tema de mi investigación. Pero de acuerdo a lo que yo leo, sí se ha avanzado en eso también. Pero no es mi especialidad. Lo mío es cómo funciona el cerebro.
¿Frágil?
P: Cuando nos enteramos de que una persona sufrió un accidente y tuvo un duro golpe en la cabeza, la impresión enseguida suele ser que el cerebro es muy débil, muy frágil, que rápidamente se daña de modo irreversible. El cerebro, tan clave, debería ser más fuerte, ¿no?
R: En realidad tiene que ocurrir algo muy dramático para que todo quede irreversiblemente destruido. El cerebro está muy protegido de los accidentes, pero es cierto que de accidentes graves no se puede recuperar. Esto significa que si mueren millones de células del cerebro, no se puede arreglar, pero si mueren solamente algunas decenas de células, cientos o miles de neuronas, sí se puede. O sea que hay muchos distintos tipos de cabezas que sufrieron serios daños pero se curaron. Es cierto que el cerebro no crea muchas nuevas células pero el sistema del cerebro puede aprender todo el tiempo cosas nuevas. Aprende cómo ver la realidad actual y vaticinar el futuro, además de cambiar lo que hacen las neuronas que quedaron.
A no haraganear
P: ¿Qué puede hacer uno para fortalecer a su cerebro?
R: (Risas) La verdad que no sé.
P: ¿Es un mito que hay que hacer actividad física, comer sano y aprender cosas nuevas?
R: No soy médico. Es cierto que se dice todo tipo de cosas. Lo que sí puedo asegurar es que para cuidar el cerebro hay que trabajar duro, no ser haragán. Hay que leer, escribir, hacer meditación, nadar . Trabajar con el cerebro es importante, aprender un idioma es muy importante, también dedicarse al arte. Pero no puedo decir si eso garantiza que uno esté sano. Sí garantiza que uno sepa pensar bien.
El cerebro y mis amigos imaginarios
P: ¿Por qué decidió dedicarse a la investigación del cerebro?
R: ¡Oh! Porque ya a la edad de 10 años me parecía que el cerebro es algo apasionante por todo lo que imagina. Siempre me pareció impresionante todo lo que uno puede imaginar. Ya de chico quería entender por qué sueño, por qué hablo todo el tiempo en mi cabeza con amigos imaginarios. Quería entender. Me apasionaba. Y estoy muy feliz de haber decidido dedicarme a esto, para comprender esta impresionante máquina que es el cerebro que crea imaginación, arte y nos permite tener una vida interesante. Piensa en una tortuga… No creo que tenga una vida interesante. Pero el ser humano, creo que sí, tiene una vida muy interesante, porque nuestro cerebro desarrolla constantemente pensamientos muy especiales sobre la realidad, cambia la realidad, construye edificios, construye coches. Me encanta dedicarme a esto.
P: Y ya de adulto y como investigador del cerebro, imagino que no habrá cesado de imaginar cosas, ¿no?
R: Claro que no. Trato de imaginar todo el tiempo. Es más, tengo una teoría: que lo más importante que el cerebro hace es que toma toda su propia historia y crea una realidad interna nueva (compuesta, de hecho, por nuestras imaginaciones), porque es algo muy sano desde el punto de vista de nuestra supervivencia. ¿Por qué? Porque así uno está pronto para cualquier futuro posible. Se aprende a vaticinar mejor el futuro si uno está pronto para cualquier futuro posible.
P: Escuchándolo, siento que usted, antes de decidir ser investigador del cerebro, estuvo a punto de ser escritor.
R: (risas) Es cierto…
El cerebro es el corazón
P: Solemos distinguir entre lo emocional y lo racional. Y nos choca si somos románticos y viene algún cínico a decir que todo, también la emoción en el sexo o los sentimientos, vienen de órdenes del cerebro. Parece que eso arruina la ilusión del sueño sentimental. Pero realmente todo depende del cerebro ¿verdad?
R: Por supuesto. El cerebro es nuestro corazón. En realidad, el corazón no tiene nada que ver con nuestros sentimientos. Solamente el cerebro.
P: ¿Y por qué llegamos a asociar el corazón a lo sentimental?
R: Probablemente porque el corazón late fuerte cuando uno se emociona, pero el que lo hace es el cerebro que le da la orden de hacerlo.
P: O sea, que no está bien atribuirle al cerebro solamente el análisis frío y racional de las cosas y debemos recordar que es también quien determina el sentimiento.
R: Así es.
P: Muchas gracias. Interesantísimo.
R: Gracias por tu interés.
Fuente:montevideo.com.uy
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