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jueves 21 de noviembre de 2024

Enlace Judío México e Israel.- Hablar del Holocausto en tiempos en que el antisemitismo surge de nuevo es imperativo. Escrito en la Ceniza, el libro del escritor y documentalista Yaron Avitov, llega en un momento oportuno cuando quedan muy pocos sobrevivientes que den testimonio, cuando hay una cierta banalización del tema y cuando los dos extremos ideológicos se han juntado para repetirse entre ellos el mismo discurso de odio.

LUIS EMILIO EGUIGUREN LIZARZABURU

Escrito en la Ceniza abarca todo lo que se puede decir sobre el Holocausto, proceso de aniquilamiento en el que murieron seis millones de judíos en manos del régimen nazi. El Holocausto fue la peor tragedia en la historia mundial, que abarca desde los hostigamientos en los años previos a la guerra, hasta las marcas que han perdurado décadas después, no solo en los sobrevivientes sino en las siguientes generaciones. Avitov buscó minuciosamente y encontró los textos que describen cada uno de los elementos que formaron parte del proceso de exterminio.

El trabajo de compilación ha sido realizado con prolijidad. Es así que encontramos historias que nos hablan de los pogromos anteriores a la guerra, de la humillación de verse impedido de estudiar o ejercer una profesión, de la vida en los guetos, del terror provocado por los allanamientos nocturnos con el alboroto de órdenes dadas a gritos y pasos de botas que era imposible no oír, de verse obligado a tratar de meter en una maleta toda una vida, de los viajes en vagones de tren cerrados, sobrecargados y sin ventilación, de todas las humillaciones posibles en los campos, de ser despojado de todo lo que daba sentido a la vida, de cuestionarse la existencia de Dios, de profundas reflexiones filosóficas y existenciales, de la añoranza de los años anteriores a la guerra, de la incertidumbre luego de la liberación, de las pesadillas, de los traumas, de aferrarse al único objeto que pudieron llevar consigo y pudieron rescatar, de la última canción que escucharon en un concierto al aire libre, de la orfandad, de la impotencia de no poder escapar y salvar a un padre o a un hijo o a una esposa, o, al contrario, de escapar dejando a una madre atrás, de la infamia de ser delator, de ser colaborador tratando de vivir un poco más que los otros prisioneros, de sentirse un judío doblemente despreciado solo por ser de Libia, Marruecos o Irak.

Encontramos también relatos que dan cuenta de quienes fueron salvados por cristianos que arriesgaron sus vidas, aunque también hubo quienes fueron salvados a cambio de algo. Como el caso del hijo que se salvó porque su madre entregó todas sus piezas dentales de oro.

Nos enteramos también de la actitud de rechazo que tuvieron quienes vivían a salvo en Eretz Israel hacia aquellos que llegaron de Europa. Del dilema de regresar a visitar en Alemania; para qué, si las casas que no fueron destruidas en los bombardeos, se encuentran legalmente a nombre de otros propietarios.

Avitov cuenta que un editor le dijo a la escritora superviviente Ida Fink “así no se escribe sobre el Holocausto” ¿Y entonces, cómo se escribe? Quienes estuvieron en los campos de concentración, tránsito y exterminio escribieron sobre lo que les sucedió. Los textos de familiares, ya sean hijos o nietos, no pueden ser de experiencias vividas durante la tragedia, sino que surgen de aquello que han escuchado de labios de sus padres o abuelos. Aquí es muy importante tener en cuenta el tema de la identificación que es determinada por los sentimientos que los hijos y nietos tienen respecto de los sufrimientos de sus padres.

Esto podría marcar una diferencia entre un texto escrito por un familiar y uno elaborado por una persona ajena a las víctimas. Sin embargo, no se debe descartar que una persona ajena a la víctima pueda llegar a identificarse con ella o sus familiares.

La identificación ha permitido a los autores que no son sobrevivientes o hijos captar el dolor, la desesperación y el terror sufridos en las condiciones extremas de los guetos y los campos de concentración.

Al haber sido el Holocausto un proceso sistemático brutal, dejó marcas permanentes en sus víctimas, que han sido estudiadas desde la psicología. Así por ejemplo, la doctora Chaya Ostrower, una de las autoras que incluye la fundamental e impactante antología de Avitov, en su investigación “El humor como mecanismo de defensa durante el Holocausto”, destaca precisamente que muchas personas lograron sobrevivir recurriendo a sus mecanismos psicológicos de defensa, para lo cual emplearon el humor, la música y el arte.

Para muchos parecerá absurdo y paradójico que haya habido espacio para estas actividades, pero los psicólogos sabemos la importancia vital de estos mecanismos para preservar la estima personal y grupal.

La importancia de este libro conmovedor radica en presentar todo el espectro del terror nazi, a través de la labor literaria de 86 autores. Es un tema que no puede ser abordado si no hay empatía hacia las víctimas. De esta manera, leer sus historias debe llevar a que apreciemos nuestra propia vida y a que podamos preguntarnos ¿qué haríamos nosotros encontrándonos en las mismas circunstancias de las víctimas? ¿Huiríamos, nos defenderíamos? ¿Nos seleccionarían para los trabajos forzados o para eliminarnos? Solo así podremos ver las fotografías de las víctimas mirándolas directamente a los ojos, ya que ellas también nos miran.

Nunca serán demasiados los libros sobre el Holocausto. Recordemos que si bien pocos han leído mucho, muchos no han leído nada.

 

 

*Luis Emilio Eguiguren Lizarzaburu, Psicólogo Clínico

 

 

Los lectores interesados en adquirir este libro o invitar a Yaron Avitov a lanzamientos pueden conectarse directamente con el: [email protected], [email protected]

Yaron Avitov, el antologo de “Escrito en la Ceniza” es escritor, documentalista, crítico literario, poeta y editor. Conocido por su arduo trabajo a favor del acercamiento cultural entre América Latina e Israel, por sus antologías en el idioma español, y por su investigación sobre la historia de los conversos en Centro y Sudamérica.

Ha publicado 18 libros en hebreo, antologías y novelas, entre ellas la novela “Homeless” (2008).

Ha obtenido seis premios, entre ellos a la investigación en Ciencias Sociales (1993), del Primer Ministro a la Literatura (2005) y del Embajador de la Literatura Hebrea en América Latina (2012). Por su investigación sobre los descendientes de los conversos le otorgaron el premio del Misgav Yerushalayim establecido por la Universidad Hebrea de Jerusalén (2011).

La Antología “Escrito en la Ceniza” es su séptimo libro en el idioma español. Entre sus libros anteriores: “Luces de Madrid” (2009), “El libro de la paz” (2010), “Jerusalén Celestial, Jerusalén Terrenal” (2015).

Es director y guionista de varios documentales de cine, entre ellos “América Ladina” y “El último rincón”. Ha participado en numerosas ferias del libro en Sudamérica, y en varias festivales de cine en la región y en Los Estados Unidos.

“Escrito en la Ceniza” es una iniciativa del escritor Yaron Avitov por la memoria de las víctimas del Holocausto. La obra se publica con el aporte de: Ministerio de Relaciones Exteriores, Estado de Israel, Sra. Cecilia Martínez de Sommerfeld y Sr. Patricio Sommerfeld a la Memoria de su hijo Andrés Fabián Sommerfeld, La Fundación Educacional Alberto Einstein, Quito, Ecuador y con el aporte personal del autor Yaron Avitov.

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