Enlace Judío México e Israel.- El Mesías será una persona normal, hijo de padres normales. Incluso es posible que ya haya nacido.
RAV ARYEH KAPLAN
El Mesías o Mashiaj en hebreo, será una persona normal, hijo de padres normales. Incluso es posible que ya haya nacido.
Asimismo, el Mesías será mortal. Eventualmente morirá y legará su reino a su hijo o sucesor.
La tradición declara que será un descendiente directo del Rey David, hijo de Ishai, como está escrito: “Un retoño saldrá de la cepa de Ishai, un vástago florecerá de sus raíces” (Isaías 11:1). De la misma forma, en nuestras plegarias pedimos: “Que florezca la flor de David y que la memoria del Mesías ben David aparezca… ante Ti”. En la actualidad, hay muchas familias judías que pueden trazar su legado directamente hasta el Rey David.
El Mesías será el más grandioso líder y genio político de la historia. Asimismo, será el hombre más inteligente que haya vivido. Usará esos extraordinarios talentos para promover una revolución mundial que traerá justicia social perfecta para toda la humanidad e influirá a todas las personas para que sirvan a Dios de todo corazón.
El Mesías también alcanzará la profecía y será uno de los profetas más grandiosos de la historia, segundo en jerarquía sólo después de Moshé Rabeinu.
Cualidades especiales
El profeta Isaías describió seis cualidades que el Mesías tendrá la bendición de tener:
“El espíritu Divino descansará sobre él [y por ende poseerá]: (1) el espíritu de la sabiduría (2) y del entendimiento, (3) el espíritu del consejo (4) y del poder, (5) el espíritu del conocimiento (6) y del temor a Dios” (Isaías 11:2).
En todas esas cualidades, el Mesías superará a todo otro ser humano.
El Mesías verá más allá de la falsedad y la hipocresía de este mundo. Tendrá la capacidad de percibir el espíritu de las personas, lo que le permitirá conocer todo su pasado espiritual y juzgar si es culpable o no. Respecto a este poder, está escrito: “No juzgará en base a lo que ven sus ojos ni decidirá en base a lo que sus oídos escuchan” (Isaías 11:3). Este es uno de los atributos mediante los que el Mesías será reconocido. Sin embargo, al igual que el regalo de la profecía, este poder se desarrollará gradualmente.
El Mesías utilizará este poder para determinar a qué tribu pertenece cada judío.
Luego dividirá la Tierra de Israel en partes y cada tribu heredará su porción. Esto comenzará con la tribu de Leví, determinando la legitimidad de cada kohén y cada leví. Respecto a esto, el profeta dijo: “Purificará a los hijos de Leví y los refinará como oro y plata, para que se vuelvan portadores de una ofrenda de Dios en rectitud” (Malají 3:3).
Misión y objetivos
La misión del Mesías consta de seis partes:
1) Su tarea principal es hacer que todo el mundo vuelva a Dios y a Sus enseñanzas.
2) También restaurará la dinastía real de los descendientes de David.
3) Supervisará la reconstrucción de Jerusalén, incluyendo el Tercer Templo.
4) Reunirá al pueblo judío en la Tierra de Israel.
5) Reestablecerá el Sanedrín, la corte suprema y legisladora del pueblo judío, que basa sus dictámenes en las enseñanzas de la Torá. Esto es una condición necesaria para la reconstrucción del Tercer Templo, como está escrito: “Restauraré a tus jueces como antes y a tus consejeros como en un principio; luego serás llamada la ciudad de la rectitud, la ciudad fiel. Sion será redimida con justicia, y los que vuelven a ella, con justicia” (Isaías 1:26-27). Este Sanedrín también podrá reconocer formalmente al Mesías como Rey de Israel.
6) Restaurará el sistema de ofrendas y las prácticas del año sabático (shemitá) y del jubileo (yovel).
Entonces, como declara Maimónides:
“Si surge un gobernante de la familia de David, inmerso en la Torá y en sus mandamientos como su ancestro David, siguiendo tanto la Torá Escrita como la Oral, que devuelve a todo Israel a la Torá, fortalece la observancia de sus leyes y lucha las batallas de Dios, entonces podemos asumir que es el Mesías. Si también es exitoso en la reconstrucción del Templo en su sitio original y en la reunificación de los exiliados de Israel, su identidad como Mesías estará garantizada”.
Influencia mundial
A medida que se desarrollen los poderes del Mesías, también crecerá su fama. El mundo comenzará a reconocer su profunda sabiduría y vendrá en busca de su consejo. Le enseñará luego a la humanidad a vivir en paz y a seguir las enseñanzas de Dios. Los profetas predijeron: “Ocurrirá en el final de los días, que la montaña de la casa de Dios será la cima de las montañas y se elevará sobre las colinas, y todas las naciones vendrán a ella con alegría. Muchos pueblos vendrán y dirán “Vayamos y subamos a la montaña de Hashem, a la casa del Dios de Yaakov, que (el Mesías) nos instruya de acuerdo a Sus caminos y nos comportaremos de acuerdo a Su forma”. Porque la Torá emanará desde Sion y la palabra de Dios desde Jerusalén. Y él (el Mesías) juzgará entre las naciones y decidirá entre los pueblos. Y convertirán sus espadas en discos de arado y sus lanzas en podadoras. Ninguna nación levantará su espada en contra de otra; y tampoco harán guerra” (Isaías 2:2-4, Mija 4:1-3).
En la era mesiánica, muchos no judíos desearán convertirse al judaísmo, como predijo el profeta: “Entonces le daré a los pueblos un lenguaje puro, para que llamen en el Nombre de Dios, y que Le sirvan de una sola forma” (Tzefaniá 3:9). Sin embargo, una vez que el Mesías se haya revelado, ya no se aceptarán conversos.
De todos modos, Jerusalén se convertirá en el centro de adoración e instrucción para toda la humanidad. Dios se lo dijo a Su profeta: “Volveré a Sion y moraré en medio de Jerusalén, y será llamada la Ciudad de la Verdad y la Montaña del Dios de las Huestes, la Montaña Sagrada” (Zacarías 8:3).
Jerusalén se convertirá en la capital espiritual del mundo.
Esto dará comienzo al período en el que las enseñanzas de Dios serán supremas para toda la humanidad, como está escrito: “Porque el Señor de las Huestes será Rey en el Monte Sion y en Jerusalén. [Revelará Su] Gloria en la presencia de Sus sabios ancianos” (Isaías 24:23).
Todos los pueblos vendrán a Jerusalén en busca de Dios. El profeta Zacarías describe esto gráficamente cuando dice: “Muchos pueblos y naciones poderosas vendrán a Jerusalén en busca del Señor de las Huestes… En esos días, diez personas de todas las naciones tomarán el rincón de la prenda de cada judío y dirán: ‘Iremos contigo, porque oímos que Dios está contigo’” (Zacarías 8:22-23).
En Jerusalén, el pueblo judío será establecido como el “guía” espiritual y moral de toda la humanidad. En ese momento, Jerusalén se convertirá en la capital espiritual del mundo.
En la Era Mesiánica, todos los pueblos creerán en Dios y proclamarán Su Unicidad. Como está escrito: “Dios será el Rey sobre toda la tierra, en ese día Dios será Uno y Su Nombre Uno” (Zacarías 14:9).
Paz y armonía
En la Era Mesiánica, los celos y la competición ya no existirán, porque todo lo bueno será sumamente abundante y todas las exquisiteces serán tan comunes como el polvo. Los hombres ya no se dedicarán a la guerra ni se prepararán para ella, como predijo el profeta: “una nación no levantará la espada en contra de otra nación; no volverán a saber de guerra” (Isaías 2:4).
En la era mesiánica, todas las naciones convivirán en paz. De la misma forma, personas de todos los tipos convivirán en armonía. El profeta se refirió a esto alegóricamente, cuando dijo: “El lobo morará con el cordero, el leopardo con el cabrito se agazapará; el becerro, el cachorro de león y el cebón juntos, y un niño pequeño los dirigirá. La vaca pastará con el oso; sus pequeños se agazaparán juntos, y el león, al igual que el toro, comerá paja” (Isaías 11:6-7).
Si bien el Mesías influirá y le enseñará a toda la humanidad, su misión principal será hacer que el pueblo judío retorne a Dios. De acuerdo a esto, el profeta dijo: “Porque los hijos de Israel permanecerán durante muchos días sin rey y sin príncipe… Después de eso, los hijos de Israel volverán y buscarán a Hashem, su Dios, y a David, su rey; vendrán sobrecogidos ante Dios y Su bondad, en el final de los días” (Oseas 3:4-5). De la misma forma: “Mi sirviente David será rey sobre ellos; todos tendrán un pastor; también seguirán Mis estatutos y observarán Mis leyes” (Ezequiel 37:24).
Toda la humanidad alcanzará los más altos niveles de Inspiración Divina sin ninguna dificultad.
A medida que la sociedad se vaya acercando a la perfección y el mundo se vuelva cada vez más sagrado, la ocupación principal de la humanidad será conocer a Dios. La verdad estará revelada y todo el mundo reconocerá que la Torá es la enseñanza verdadera de Dios. Esto es lo que implicó el profeta cuando predijo: “La tierra estará llena del conocimiento de Dios, así como las aguas cubren el mar” (Isaías 11:9). De la misma forma, toda la humanidad alcanzará los más altos niveles de Inspiración Divina sin ninguna dificultad. Así le prometió Dios a Su profeta: “Ocurrirá después de eso que Yo verteré mi espíritu sobre toda persona, y tus hijos y tus hijas profetizarán” (Yoel 3:1).
Si bien, durante la era mesiánica, el hombre continuará teniendo libre albedrío, tendrá todos los incentivos para hacer el bien y seguir las enseñanzas de Dios. Será como si el poder del mal fuera aniquilado por completo. Esto es lo que predijo el profeta: “Pondré Mi Torá en su interior, y la grabaré en sus corazones… Una persona ya no le enseñará a su amigo y a su hermano diciendo: “¡Conoce a Dios!” Porque todos Me conocerán, los grandes y los pequeños por igual” (Jeremías 31:33-34).
De la misma forma, el profeta dijo en nombre de Dios: “Eliminaré el corazón de piedra de tu ser y te daré un corazón de carne” (Ezequiel 36:26). Es decir, la inclinación del hombre hacia el bien será fortalecida al punto en que éste ya no será atraído hacia lo material. En cambio, se fortalecerá espiritualmente constantemente y se inclinará hacia el servicio de Dios y a seguir su Torá. Este es el significado de la promesa del profeta, que dijo: “Dios circuncidará el prepucio de tu corazón y del corazón de tus descendientes, para que ames a Hashem, tu Dios, con todo tu corazón y con toda tu alma, para que vivas” (Deuteronomio 30:6).
Práctica religiosa
El Mesías no hará ningún cambio en nuestra religión. En la era mesiánica, todos los mandamientos tendrán vigencia. Nada se agregará a ni se sustraerá de la Torá.
Hay una opinión que dice que, durante la era mesiánica, de todos los libros de la biblia, sólo se estudiarán regularmente los cinco libros de Moshé y el libro de Ester. La razón de esto es que todas las otras enseñanzas de los profetas pueden aprenderse de la Torá y, dado que el Mesías revelará a la perfección todos los significados de la Torá, los escritos proféticos ya nos serán necesarios.
En la era mesiánica se restaurará el servicio de ofrendas. Sin embargo, las únicas ofrendas personales que se aceptarán serán las de agradecimiento. Dado que el corazón del hombre habrá sido circuncidado, el deseo de pecar ya no existirá y las ofrendas personales cuya función es la expiación de pecados ya no serán necesarias. De la misma forma, las únicas plegarias que serán necesarias son las de agradecimiento.
Nuestros profetas y sabios no anhelaban la llegada de la era mesiánica para gobernar el mundo y dominar a los demás. No deseaban que las naciones los honraran, ni anhelaban la posibilidad de comer, beber y disfrutar sin límite. Ellos sólo querían una cosa: estar libres para ocuparse del estudio de la Torá y su sabiduría. No querían que nada los molestara o distrajera, para de esta forma poder dedicarse por completo a ser merecedores de la vida en el Mundo Venidero.
Extraído de The handbook of Jewish thought (vol. 2), Moznaim Publishing. Reimpreso con permiso.
Fuente:aishlatino.com
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