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domingo 17 de noviembre de 2024

Doble rasero para el revisionismo histórico

Enlace Judío México e Israel.- Imaginen si una ciudad estadounidense continuara celebrando a un empresario prominente que había publicado diarios y libros defendiendo el racismo abierto y la discriminación racial contra la gente negra. Imaginen que el Gran Mago del KKK tenía un cuadro de este hombre en su oficina y le daba crédito por inspirarlo para matar a afroestadounidenses.

ALAN M. DERSHOWITZ

Imaginen estatuas y fotografías conmemorando la vida de tal intolerante. Imaginen si un centro de artes escénicas fuera nombrado como él y los artistas afro-estadounidenses que quisieran aparecer en la ciudad tuvieran que ingresar a un edificio que lleva el nombre de este racista. La reacción sería inmediata e intransigente: debe cesar toda glorificación de este racista; deben ser quitadas las estatuas y cuadros; la historia debe tratarlo como a un paria a pesar de sus logros positivos como empresario.

Bueno, la ciudad de Dearborn, Michigan, está celebrando hoy a tal intolerante racista. Pero nadie está exigiendo que se quiten sus imágenes o se dé a conocer su historia e ideologías despreciables. Su nombre es Henry Ford, el fundador de Ford Motor Company.

Ford dedicó su vida a dos pasiones: hacer coches y demonizar a los judíos. Cuando Hitler dijo, “Veo a Henry Ford como mi inspiración”, no se estaba refiriendo a su fabricación de coches. Él se estaba refiriendo a la ideología antisemita de Ford que participó en el genocidio de seis millones de judíos. Una gran fotografía de Ford era exhibida en forma prominente en la oficina de Hitler. El periódico que Ford publicaba semanalmente – The Dearborn Independent – era una versión educada del diario nazi Der Sturmer. Circuló a través de Estados Unidos y en todo el mundo.

Hitler creía que la popularidad de las peroratas antisemitas de Ford en Estados Unidos alentarían a los ciudadanos estadounidenses a apoyar sus políticas antisemitas en Alemania y a lo largo de Europa. Por suerte, estaba equivocado. Aunque había movimientos antisemitas en Estados Unidos en el período previo a la Segunda Guerra Mundial–defendidos por tipos como el Padre Charles Coughlin y en cierto grado Charles Lindbergh–una vez que Pearl Harbor fue atacada y Estados Unidos declaró la guerra tanto contra Japón como Alemania, el antisemitismo del tipo defendido por Henry Ford se agotó. Pero Ford nunca cambió sus opiniones peligrosas.

El libro de Ford El Judío Internacional, se volvió el más vendido en muchas partes del mundo y fue citado en los juicios de Núremberg como una obra que convirtió a muchos alemanes y austríacos en líderes y seguidores nazis antisemitas. Ford fue el antisemita más influyente en el primer cuarto del siglo XX y más allá.

Pero según el New York Times, “el nombre o retrato de Ford agracia todo desde el centro de artes escénicas a las tapas de alcantarillas.” Bill McGraw, un historiador de Dearborn, ha escrito que “los ataques de Ford contra los judíos fueron distribuidos alrededor del mundo antes y después de la Segunda Guerra Mundial y, en forma alarmante, ellos influencian hoy a los neonazis en ciernes.”

El New York Times continúa: “Pero el Sr. McGraw también incluyó en su informe un artículo sobre cómo los descendientes del Sr. Ford han apoyado constantemente a organizaciones de caridad y culturales judías…” Estos descendientes deben ser elogiados por esas contribuciones y no condenados por los pecados de su ancestro. Pero la verdad sobre Henry Ford debe ser contada–a los residentes de Dearborn y al mundo.

Muchos edificios son nombrados como Henry Ford, quien sigue siendo el hijo favorito de Dearborn. Es difícil ir a alguna parte en Dearborn sin encontrar el nombre Ford. Incluso edificios que llevan el nombre genérico Ford están basados en su legado profundamente defectuoso. Hay demasiada honra a Henry Ford y muy poca educación acerca de la influencia horrible que él tuvo en promover el antisemitismo y el nazismo.

No soy quien para destruir o quitar estatuas u otras obras de arte históricas, pero creo firmemente que esas imágenes deben ser acompañadas por descripciones contemporáneas de las malas acciones cometidas por los retratados en el arte. Quitar el nombre Ford del Centro Comunitario y de Artes Escénicas Ford plantea más cuestiones difíciles. No hay arte, sólo honor, en la selección de un nombre para un centro. Henry Ford no merece ser honrado. La pregunta que debe hacerse la gente buena de Dearborn es: ¿Qué harías si el centro fuera nombrado como Jefferson Davis? Si la respuesta es que quitarían el nombre de Davis, entonces deben quitar el de Ford. No puede haber diferencias entre cómo son tratados los practicantes de la intolerancia contra los negros, contra los homosexuales, contra las mujeres y contra los judíos. Debe haber un único rasero para el revisionismo histórico.

 

*Alan M. Dershowitz es Profesor Emérito de Derecho de la Cátedra Felix Frankfurter en la Escuela de Derecho de Harvard.

 

Fuente: Gatestone Institute
Traducido por Marcela Lubczanski para Enlace Judío México.

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