Enlace Judío México e Israel.- Hasta ahora, los objetivos de Israel en conflictos armados con Hamás han sido limitados como para evitar la necesidad de reocupar Gaza o de enviarla por el camino del caos del “modelo Somalia.” Pero podría haber una tercera opción.
YAAKOV LAPPIN
A pesar de su ideología islámica radical y compromiso de largo tiempo con la destrucción de Israel, Hamás en la Franja de Gaza, por ahora, está evitando el conflicto armado de alta intensidad.
El líder de Hamás, Yihye Sinwar, ha expresado una consciencia de la inutilidad de una nueva guerra con Israel en este momento. En su lugar, él está enfocado en otros objetivos: terminar el aislamiento regional de la organización, fortalecer su puño de hierro en Gaza, y evitar un desastre económico en la Franja, el cual podría hacer peligrar a su régimen.
Hamás está confiando en tácticas de presión de baja intensidad, tal como alborotos fronterizos semanales, para promover estos objetivos.
Está también tratando activamente de establecer células terroristas a lo largo de la Margen Occidental y trama ataques con víctimas masivas, lo cual la agencia de inteligencia Shin Bet impide en un muy alto grado. El objetivo de Hamás es debilitar a su archirrival en la Margen Occidental, la Autoridad Palestina (AP), y promover la causa de la violencia yihadista contra Israel – y hace todo esto sin dejar un rastro de fuego hacia Gaza.
La violencia de la frontera entre Gaza e Israel que ha fomentado Hamás por cerca de un año representa un enfoque de alto riesgo calculado. Está ideado para ejercer presión sobre Jerusalén y Cairo para que alivien las restricciones de seguridad sobre Gaza sin permitir que la situación se deteriore en una nueva guerra.
Los intentos de Hamás por reconciliarse con la AP en Ramallah, la que tiene la llave de las asignaciones presupuestarias para Gaza, han fracasado, y el grupo ahora se está involucrando con Israel y Egipto para rescatar la economía de Gaza.
Un interés compartido israelí y de Hamás en prevenir un colapso económico de Gaza ha llevado a inyecciones regulares de dinero qatarí, un acontecimiento que ha dañado políticamente al PM Benjamín Netanyahu en Israel. También ha llevado a alguna crítica a Hamas por parte de los gazatíes, quienes preguntan si la violencia fronteriza y las víctimas que causa son todas justas en el nombre del dinero qatarí.
Durante este tiempo, Hamás, junto con la Yihad Islámica Palestina (YIP), la segunda facción armada más grande en Gaza, ha estado embarcado en un ambicioso programa de acumulación militar que involucra la producción local de unos 20,000 cohetes tierra-tierra, la excavación de una red de túneles de combate que entrecruzan Gaza, y entrenamiento de guerra intensivo para batallones gazatíes armados.
El resultado es una escena gazatí inherentemente inestable que podría pasar rápidamente de confrontación de bajo nivel a conflicto armado de alta intensidad, provocado por cualquier número de incidentes tácticos localizados.
Ahora es por lo tanto la hora crucial para que Israel considere el objetivo final de cualquier futuro conflicto armado en Gaza, a pesar de la falta de cualquier voluntad por parte de Jerusalén de entrar en uno.
En los últimos años, el Mando Sur de las Fuerzas de Defensa de Israel (FDI), el cual es responsable por mucha de la planificación de guerra para Gaza, identificó una tregua a largo plazo como la mejor de las opciones para Israel.
Esto se basa en el entendimiento que una invasión israelí de Gaza y posterior destrucción del régimen de Hamás dejaría a Israel en la posición poco envidiable de estar directamente a cargo de unos dos millones de gazatíes en su mayoría hostiles. Esto podría llevar a una ocupación militar ilimitada y agotadora.
Sería extremadamente difícil encontrar gobernantes alternativos para Gaza, con la Autoridad Palestina probablemente poco dispuesta o incapaz de “ingresar a Gaza en tanques israelíes” y asumir un rol de gobierno a raíz de una guerra. La AP pondría en riesgo su legitimidad y ser expuesta a crítica aún más dura de sus rivales islámicos, quienes siempre están dispuestos a describirla como un colaborador de Israel.
Aun si la AP estuvo dispuesta a asumir el control de Gaza en algún momento, no queda claro si es capaz de hecho de gobernar la Franja, como ya demostró el golpe armado del 2007 de Hamás.
Como resultado, cualquier presencia israelí de posguerra en Gaza podría prolongarse por años, y probar ser costosa tanto en sangre como en dinero. Alternativamente, Israel podría demoler al régimen de Hamás y abandonar Gaza, poniéndola en una vía rápida a un “modelo Somalia” de anarquía y violencia.
Bajo esa situación, no surgiría ningún partido gobernante claro para llenar el vacío en la Gaza post-Hamás. Aparecerían múltiples pandillas yihadistas armadas que carecen de una estructura gobernante, e Israel sería incapaz de proyectar su poderío militar a cualquier “dirección de retorno” en Gaza. Esto resultaría en una pérdida de la fuerza de disuasión de Israel en Gaza para mantener calma la región. Esta situación sería considerablemente peor que el status quo actual.
Pero puede existir una tercera opción, en medio de las opciones de dejar a Gaza como está y derrotar a Hamás en una guerra futura.
En virtud de este tercer escenario, las FDI diezmarían al ala militar de Hamás en cualquier conflicto futuro, pero dejarían en vigencia a su ala política y fuerza policial. Esto facilitaría una salida israelí rápida después de una guerra, pero evitaría una suerte estilo Somalia para Gaza con sus implicancias destructivas tanto para israelíes como para gazatíes.
La pregunta de si Israel tiene la opción de dejar en vigencia a la fuerza policial y gobierno de Hamás en una guerra futura se basa en gran medida en como son definidas tales entidades.
Por un lado, la fuerza policial de Hamás es un sistema de apoyo intrínseco para las fuerzas guerrilleras terroristas de Gaza. Por el otro, la policía y unidades de seguridad interna desempeñan un rol genuino en mantener el orden en Hamastán. Tales fuerzas han sido usadas para reprimir a células afiliadas al ISIS que desafían al régimen de Hamás.
En el 2008, en respuesta a un embate de cohetes de Hamás, Israel lanzó Operación Plomo Fundido con un ataque aéreo sorpresa. Entre los más de 100 objetivos que destruyó, la Fuerza Aérea de Israel (FAI) bombardeó 24 estaciones policiales de Hamás, incluidos los cuarteles generales de la Policía de Ciudad Gaza, donde estaba en marcha una ceremonia de graduación de cadetes. Un estimado de 40 personas, incluidos muchas docenas de cadetes policiales, resultaron muertos.
Claramente, en ese conflicto, Israel identificó a la fuerza policial de Hamás como una parte intrínseca de los activos terroristas del régimen de Hamás y un objetivo enemigo legítimo.
Once años después, este pensamiento puede haber cambiado en cierta forma. La razón se debe no a cualquier cambio en los vínculos cercanos entre las unidades internas armadas de Gaza y el ala militar de Hamás, sino más bien, al hecho que la capacidad de Hamás de continuar gobernando Gaza después de una guerra futura podría ser del interés de Israel. Comparado con las situaciones alternativas de ocupación indefinida o el “escenario Somalia,” un Hamás debilitado podría ser la mejor opción y la más realista.
Sin dudas, Hamás continúa usando su fuerza policial para apoyar a su ejército terrorista guerrillero. La organización usa a la policía naval gazatí, por ejemplo, como una cobertura para su elaboración de células de ataques comando- navales. Por esta razón, Israel ha atacado en forma repetida sitios de la policía naval en Gaza, incluyendo en mayo del año pasado durante una escalada.
Pero si la opción de lanzar una ofensiva futura poderosa en respuesta a una escalada repentina es incluir la posibilidad de una salida israelí rápida, puede necesitar ser mantenida intacta una parte sustancial de la capacidad de Hamás de vigilar y administrar Gaza.
La estrategia oficial de las FDI pide que cualquier guerra futura de alta intensidad esté basada en una “ofensiva terrestre rápida y letal hacia objetivos percibidos por el enemigo como de valor.” También pide poder de fuego desbordante en apoyo de tal maniobra, basado en gran medida en fuerza aérea y guiada por información de alta calidad.
Si Israel enfoca estas capacidades ofensivas en las Brigadas Izz-ad-Din al-Qassam, pero no en el resto del régimen de Hamás, podría ser posible que Jerusalén vaya más allá de los objetivos de operaciones pasadas – las que detuvo en el objetivo de disuadir a Hamás y asegura un período de calma para el Sur. Podría degradar significativamente al ala militar de Hamás y todavía dejar detrás una versión de Hamás de la AP – un gobierno civil y fuerzas de seguridad locales. Esto podría ayudar a Israel a evitar la trampa de quedar “atascado en el lodo gazatí.”
Queda por verse si el establishment de defensa y el gabinete israelíes adoptarán tal plan ofensivo en cualquier conflicto futuro.
Esta opción dejaría la puerta abierta para que el ala militar de Hamás se reconstruya finalmente a sí mismo, aunque esto podría llevarle muchos años si es infligido daño suficiente en su estructura de mando central y en su capacidad de combate armado.
Hamás, por su parte, está inclinado a preservar tanto su “proyecto de gobierno” como su ala armada, y ha buscado política de riesgo con Israel basada en el entendimiento que Jerusalén es disuadida por la idea de derrocar al régimen islámico.
Colocar una amenaza creíble sobre sólo el ala militar podría recorrer algún camino hacia reabastecer la disuasión israelí.
Yaakov Lappin es Investigador Asociado en el Begin-Sadat Center for Strategic Studies. Se especializa en establishment de defensa, y asuntos militares de Israel, y el ambiente estratégico meso-oriental.
Fuente: The Begin-Sadat Center for Strategic Studies
Traducido por Marcela Lubczanski para Enlace Judío México
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