Ilhan Omar sabe exactamente lo que está haciendo

Enlace Judío México e Israel.- La representante por Minnesota está trayendo el corbynismo al Partido Demócrata.

BRET STEPHENS

Hay una vieja broma acerca del antisemitismo de la clase alta británica: Significa alguien que odia a los judíos más de lo estrictamente necesario. Ilhan Omar, la nueva representante de Minnesota, bien que cumple la versión estadounidense progresista de ese estándar.

Como a muchos auto-descriptos como progresistas, a Omar no le gusta Israel. Eso es una vergüenza, no menos debido a que Israel es el único país en su región que abraza el tipo de valores que el Partido Demócrata afirma defender. ¿Cuándo fue la última vez que hubo una marcha del orgullo gay en Ramala, una marcha por los derechos de las mujeres en Gaza, o una prensa de oposición en Teherán? ¿En qué país meso-oriental aparte de Israel un fiscal federal puede acusar a un primer ministro popular y poderoso bajo cargos de corrupción?

Pero Estados Unidos es un país libre, y Omar está en su derecho de pensar lo que quiera sobre Israel o cualquier otro estado. Contrariamente a un mito de autoservicio entre los detractores de Israel, raramente hay una sanción social o de reputación por criticar públicamente las políticas israelíes hoy. Es ubicuo en los campus universitarios y lugar común en las páginas editoriales. Y al contrario de algunos comentarios recientes de la Senadora Elizabeth Warren, ninguna persona seria afirma que la crítica a Israel es ipso facto antisemita. Mi última columna pedía que renuncie Benjamín Netanyahu. La última vez que revisé, la Liga Anti-Difamación no me ha denunciado.

Omar, sin embargo, no es sólo una crítica de Israel. Como dice la broma, sus objeciones al estado judío van más allá de lo que es estrictamente necesario.

“Israel ha hipnotizado al mundo,” tuiteó en el 2012. “Que Ala despierte a la gente y la ayude a ver las acciones malvadas de Israel.” El mes pasado, ella escribió que el apoyo de EE.UU a Israel tenía “todo que ver con el bebé de los Benjamines.” Algunas semanas después de eso, ella dijo a un público en la capital “Quiero hablar acerca de la influencia política en este país que dice que está bien presionar por lealtad a un país extranjero.” Enfrentada con la crítica por el comentario de su colega demócrata Nita Lowey, ella respondió: “No se debe esperar de mí que tenga lealtad/prometa apoyo a un país extranjero a fin de servir a mi país en el Congreso o servir en una comisión.”

Bajo intensa presión, Omar se retractó de esos primeros dos tweets. Pero se está manteniendo firme en sus comentarios más recientes. Es un ejemplo de la facilidad con la cual la crítica estridente de Israel se funde en antisemitismo.

Para los que no lo entienden, las afirmaciones de que Israel “hipnotiza” al mundo, o que usa dinero para doblegar a otros a su voluntad, o que sus partidarios estadounidenses “presionan por lealtad a un país extranjero,” vuelven a empaquetar falsedades usadas comúnmente contra los judíos durante siglos. La gente puede debatir la defensa de Israel en cuanto al fondo, pero los que apoyan al estado no deben tener que enfrentar acusaciones de que sus simpatías han sido compradas, sus cerebros secuestrados, o sus lealtades divididas.

Es también un ejemplo de la astucia insidiosa y poder latente de la intolerancia anti-judía— prueba que el antisemitismo no es, después de todo, meramente el socialismo de los tontos. Omar, sospecho, sabe exactamente lo que está haciendo. Ella alega ignorancia cuando le conviene, diciendo que no estaba al tanto que sus referencias a la hipnosis y a los “Benjamines” podían ser consideradas ofensivas. O se envuelve en la bandera, sonando casi como Pat Buchanan cuando llamó al Congreso territorio “ocupado por Israel.” O invoca la libertad de expresión, diciendo a Lowey “nuestra democracia está construida sobre el debate” — como si el debate que ella quiere forzar es tan inocuo como una disputa sobre una factura de gastos.

A medida que crece la crítica de Omar, se hace mucho más fácil para ella verse como la víctima de una campaña de calumnia, en vez de instigadora de una calumnia. El secreto del antisemitismo siempre se ha apoyado, en parte, en crear la percepción que el antisemita es, de hecho, la víctima de los judíos y sus aliados. ¿Precisamente cuáles poderes existentes están orquestando esa campaña? ¿Por qué ellos temen al debate abierto? ¿Y qué ocurre con toda la intolerancia de su lado?

La meta no es ganar la discusión, al menos no prontamente. Sin embargo, rechazando meramente ceder, Omar se posiciona para cambiar el rango de discusión aceptable — la llamada ventana Overton — agudamente en su dirección. Ideas una vez pensadas como intelectualmente groseras y moralmente repulsivas, de pronto se han vuelto controvertidas. Es como el anti-sionismo se ha vuelto abruptamente un punto de vista aceptable en círculos acreditados. Es el motivo por el que el antisemitismo está justo fuera del marco, pujando por entrar.

Los demócratas de la Cámara están ahora riñendo por el texto de una resolución que inicialmente tenía la intención de ser una condena del antisemitismo, con Omar como su blanco implícito. En este escrito está atascada en controversia predecible, mientras miembros del ala progresista y la camarilla negra del partido se concentran del lado de Omar en el primer desafío abierto al liderazgo de la Presidente de la Cámara, Nancy Pelosi. En el Senado, los aspirantes presidenciales Kamala Harris, Bernie Sanders y Warren han intervenido con declaraciones que pintaban a Omar como una víctima de islamofobia — lo cual es — sin mencionar que es también una proveedora de intolerancia antisemita — lo cual seguramente es también.

Dice algo sobre el movimiento progresista hoy que éste no tenga problema en denunciar el racismo republicano, real y presunto, cada día de la semana pero tenga tanto problema en protestar por un antisemita abierto en sus propias filas. Así es como el progresismo se vuelve corbynismo. Es como la izquierda encuentra su propio camino hacia legitimar el odio. Es como los auto-declarados anti-fascistas desarrollan sus formas propias de fascismo.

Si Pelosi no puede reunir una resolución enérgica e inequívoca condenando el antisemitismo, entonces Omar tendrá asegurado su futuro político y habrá ganado una batalla crucial por el alma del Partido Demócrata. En ese punto, los días en que los judíos estadounidenses podían vivir cómodamente dentro del redil demócrata estarán contados.

 

 

Fuente: The New York Times
Traducido por Marcela Lubczanski para Enlace Judío México.

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