Enlace Judío México e Israel.- Según un informe publicado por Amnistía Internacional el 26 de febrero, la situación de los derechos humanos en Irán se ha “deteriorado gravemente”. ¿Por qué la Unión Europea sigue empeñada en políticas de apaciguamiento con un régimen que tiene un atroz historial en materia de derechos humanos?
MAJID RAFIZADEH
Por desgracia, Europa —a pesar de su interminable vanidad moral biempensante— parece haberse convertido en el actor más inmoral del mundo, si es que no lo era ya. La Unión Europea, por ejemplo, señala injustamente para su hostigamiento al único país liberal, democrático y respetuoso con los derechos humanos de Oriente Medio: Israel. No a Turquía, por ocupar el norte de Chipre, a China por arrasar el Tíbet, o a Pakistán por ocupar Cachemira. Europa, y la corrupta Naciones Unidas, no mueven un dedo contra los auténticos perpetradores de crímenes contra la humanidad, como China, Cuba, Rusia, Turquía, Corea del Norte, Nigeria o Sudán, por nombrar sólo unos pocos.
El hedor de la doble moral de Europa no se puede exagerar. Europa lanza vorazmente sanciones contra un país que ha sido el hogar de los judíos durante más de tres mil años, y sin embargo intenta encontrar formas de seguir haciendo negocios con un país como Irán, que no sólo está intentando establecer su hegemonía en todo Oriente Medio —mediante sus satélites en Irak, el Yemen, Siria y el Líbano—, también vulnera sistemáticamente cualquier derecho humano imaginable (aquí, aquí, aquí y aquí). La única conclusión a la que se puede llegar es que a Europa le gustaría seguir matando a los judíos y que está contenta de apoyar a los que desean matarlos. ¿Hasta dónde va a llegar la inmoralidad?
La lista de inenarrables violaciones de los derechos humanos cometidas por el régimen de Irán es larga; sin embargo, lo más perturbador con creces parece ser la crueldad dirigida contra los niños.
Según la organización Iran Human Rights (IHR), con sede en Noruega, que hace un estrecho seguimiento de las ejecuciones en Irán:
A pesar de ratificar el Convenio sobre los Derechos Humanos de los Niños de Naciones Unidas, que prohíbe la pena de muerte por delitos cometidos con menos de 18 años, Irán es el país que más delincuentes juveniles ejecuta del mundo. Según los informes de IHR, las autoridades iraníes han ejecutado a al menos 40 delincuentes juveniles desde 2013.
Estos menores son retenidos en custodia y ejecutados antes de que hayan podido llegar a la edad adulta. Al menos seis niños, entre ellos dos novias menores, fueron ejecutados en 2018. Amnistía Internacional dice sobre el uso de la pena capital contra los niños por parte de Irán:
Niñas de tan sólo nueve años pueden ser sentenciadas a muerte; para los niños es a los 15 años. Al menos 73 delincuentes juveniles fueron ejecutados entre 2005 y 2015. Y las autoridades no muestran signos de poner fin a esta terrible práctica.
Nos constan detalles de 49 personas en el corredor de la muerte en Irán que eran menores de 18 años en el momento del delito que presuntamente cometieron. La ONU dice que hay al menos 160 personas en estas circunstancias que se enfrentan a la ejecución en el país. De hecho, es probable que haya muchos más delincuentes juveniles en los corredores de la muerte iraníes, ya que la pena capital en Irán se suele envolver de secretismo.
Veamos el caso de Zeinab Sekanvand Lokran. En octubre de 2018, la exnovia menor, que provenía de una familia pobre, fue ejecutada el día después de dar a luz un bebé que nació muerto. Según el código penal islámico de Irán, las ejecuciones se pueden llevar a cabo de cuatro formas distintas: horca, lapidación, pelotón de fusilamiento o crucifixión.
El poder judicial de la República Islámica, o el Tribunal Revolucionario, pueden presentar cargos ambiguos como “librar la guerra con Dios”, difundir la moharebeh (“la corrupción en la tierra”), o protestar, o poner en peligro la seguridad nacional del país. Estas acusaciones se pueden estirar para que simples actos, como criticar al líder supremo, se conviertan en delitos y permitan que se pueda llevar a cabo una orden de ejecución.
El código penal islámico de Irán permite que niñas de tan sólo 9 años sean ejecutadas. Se permite que ocurra todo esto mientras la UE sigue, de forma profundamente cínica, calificando al presidente Hasán Ruhaní de “moderado”.
El establishment teocrático también es conocido por obtener confesiones forzadas y televisar las torturas, para provocar el miedo de los telespectadores. Como declaró hace poco Iran Human Rights:
En 2018, las autoridades iraníes volvieron a mostrar una vez más sus violaciones sistemáticas de los procesos justos y el Estado de derecho. Las confesiones televisadas, los juicios sin garantías y las torturas que se reportan son recordatorios de que no son posibles unas mejoras sostenibles en el estatus de los derechos humanos, ni dar pasos serios hacia la abolición de la pena de muerte, sin que se produzcan cambios fundamentales en el sistema judicial de Irán.
En 2018, al menos 273 personas fueron ejecutadas en Irán, según Iran Human Rights. El gobierno iraní se sitúa en segundo lugar (China ocupa el primero) en lo relativo a la cifra absoluta de personas que ejecuta, y en el primer lugar en las ejecuciones per cápita. A causa de la falta de transparencia del régimen iraní, se cree que la cifra no oficial de ejecutados es aún más alta.
El uso de castigos crueles e inhumanos también va en aumento en Irán. Según el informe de Amnistía Internacional, el uso de varias formas de tortura, como las amputaciones y las flagelaciones, ha crecido a un ritmo alarmante.
Uno de los ejemplos era atar a un hombre a un árbol ante los ojos del público, en la provincia de Razavi Jorasán y azotarlo ochenta veces. ¿Cuál fue su delito? Beber alcohol, una década antes, cuando tenía 14 o 15 años.
En el caso de un acusado de robo, había robado presuntamente ganado. ¿Cuál fue su castigo? Le cortaron las manos. No sólo estos castigos son salvajes, sino que se puede asumir que ninguno de esos hombres, ni ninguno de los muchos que fueron tratados así, recibió un juicio justo o algo parecido a una defensa jurídica.
Los líderes iraníes han aplicado una mano cada vez más dura contra toda la población. Los detenidos han muerto en sospechosas circunstancias en las cárceles, como un profesor canadiense de 63 años. Según Amnistía Internacional:
En febrero [de 2018], el académico y activista del medioambiente iraní-canadiense Kavus Seyed Emami murió en la cárcel de Evin tras una detención arbitraria dos semanas antes. Las autoridades afirmaron que se había suicidado y se negaron a entregar el cuerpo a menos que la familia aceptar un entierro inmediato sin una autopsia independiente.
A causa de las recientes protestas en el país, los poderes teocráticos también han incrementado su censura de los medios, su bloqueo de los canales de televisión por satélite extranjeros y sus detenciones de defensores de los derechos humanos. Algunos de estos defensores, y también destacados abogados, incluidos Nasrin Sotudeh y su marido Reza Jandan, que defendieron o apoyaron movimientos sociales como la oposición al hiyab obligatorio, han sido enjuiciados de manera injusta y recibido largas condenas de cárcel.
Estas violaciones de derechos humanos cada vez más gratuitas deberían hacer saltar las alarmas entre los gobiernos europeos, que siempre están dando lecciones al resto del mundo sobre cuánto se preocupan, por ejemplo, al no enviar a los delincuentes de vuelta a sus países, donde podrían ser torturados. Les horrorizaría saber que en cierto modo están reforzando y envalentonando a este régimen, dándole poder para que siga cometiendo estos viles actos.
Es ya hora de que la UE cese su política de apaciguamiento con un régimen que no vacila en flagelar a la gente, en público, para lanzar un mensaje a los demás; en torturar a cualquier ciudadano que pongan en su diana; en llevar a cabo crueles castigos como una amputación sin un juicio justo; y ejecutar a niños que apenas están empezando sus vidas. Estos son actos que deberían ser condenados, y no condonados mediante políticas de apaciguamiento, depravación moral y pura codicia.
Fuente:es.gatestoneinstitute.org
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