Los refugiados del Holocausto que Franco quiso entregar al nazismo

Enlace Judío México e Israel.- Una exposición organizada en Palma desvela varios casos de judíos que fueron perseguidos por el franquismo, una prueba más de que el régimen tenía un importante germen antisemita, en contra de lo que se quiso vender tras la Segunda Guerra Mundial.

La historia está viva porque el relato se sigue peleando aunque pasen los años. La mejor prueba de ello es que el franquismo, tras la II Guerra Mundial y la caída de Hitler, quiso lavar su imagen antisemita y colaboracionista. Esta práctica se repitió por media Europa.

La Fundación Francisco Franco intenta aún defender ese relato arguyendo que los judíos fueron “salvados” en España, algo que dista mucho de la auténtica historia. Franco fue consciente de lo que tramaba el nazismo y, no solo no hizo nada por evitarlo, sino que además intentó aunar fuerzas para llevar a cabo la Solución final.

Dos residentes de Esporles, una localidad de las Islas Balerares, descubrieron que a su pueblo habían llegado durante la guerra un pequeño grupo de judíos alemanes –también había algún austriaco–. Pero nadie, hasta ahora, había profundizado en qué había sido de ellos. Una exposición organizada por la Consellería del gobierno balear –desde el 22 de marzo hasta el 16 de abril– ha dado luz a estas pesquisas.

La exhaustiva, desgranada y precisa investigación que han hecho Pere Bueno y Juan Pérez es un ejercicio de memoria mucho más importante del que ellos pretendían. Un paso más para hacer justicia sobre el verdadero legado franquista y el racismo antisemita que luego pretendieron negar.

Así, estos dos hombres descubren casi un siglo después a un nutrido y pudiente grupo de judíos que, tras percatarse de la persecución contra su religión que se produjo en Alemania, huye del país, con el desembarco de algunos de ellos en Ibiza, Palma y Esporles.

Su aterrizaje fue recibido sin polémicas y todos pudieron instalarse con normalidad. Incluso ya había germanos viviendo en estas localidades. Los archivos policiales muestran que todos los meses renovaban sus permisos de trabajo sin inconvenientes, hasta que entre el 6 y 7 de julio de 1940 se dicta una orden de expulsión contra los judíos por su origen “indeseable”.

Esta misma carta llegó a todos los alemanes de origen judío residentes en territorio insular. “Meses después, estaban los nazis entregando a Compayns. El pacto de 1938 firmado entre España y Alemania, con las negociaciones y acuerdos de extradicion de delincuentes entre Severiano Martinez Anido [alto cargo del régimen] y Heinrich Himmler [dirigente de las SS] sirvió como marco legal”, relata Pere Bueno, uno de los investigadores.

Es entonces cuando el matrimonio formado por Ernst y Irene Heinemann, residentes en Palma, tomó la misma decisión que el escritor vienés Steven Zweig: se suicidaron cuando recibieron la carta de expulsión. Dejaron una nota a sus hijas en la que quisieron ser meridianos: “Huid de este infierno en el que se está convirtiendo Europa”.

La mayoría de los residentes en Palma y Esporles deciden huir a Barcelona. La solvencia económica determinó su destino: unos pudieron huir hasta América, mientras que otros ingresaron en el campo de concentración de Miranda del Ebro, uno de los 296 lugares sobre los que se construyó “un holocausto ideológico”.

En cambio, los que residían en Ibiza tuvieron más suerte: “El hecho de haberse casado por la Iglesia les salvó la vida, porque el rector de la parroquia de San Domingo de Ibiza intercedió para evitar que fueran detenidos y expulsados”, cuenta el comisario de la exposición.

Detenciones sistematizadas

Esta exposición, avalada y proyectada por la Consellería de Cultura, Participación y Deportes de Baleares, a través de la Dirección General de Memoria Democrática, demuestra que hubo una sistematización y orden de detención y repatriación de los judíos alemanes residentes en España.

La prueba de ese lavado de cara que el régimen quiso hacer de cara al mundo también está presente en la exposición. Uno de los refugiados que consiguió huir hasta América, pidió regresar por problemas de salud en 1958. Necesitaba vivir cerca del mar. Fue entonces cuando el Gobierno se percató de la orden de detención que recaía sobre él, pero decidieron obviar la orden y dejar al hombre volver a España. Y es que, ya entonces, el franquismo no quería remover conflictos pasados. “Esto demuestra un cambio en el régimen, que tras la II Guerra Mundial quiso despegarse del antisemitismo”, asegura Pere Bueno.

Los dos comisarios de la exposición que han corrido a cargo de esta investigación sienten que han encontrado algo que les acerca más a la guerra. No es una cosa que pasara en tierras lejanas, las consecuencias llegaron hasta su mismo pueblo. Además, se sienten reconfortados, viendo que han podido aportar algo nuevo a un relato manido y falso: “Siempre hemos oído el relato de Franco como salvador de judíos, pero esto demuestra que el Estado les persiguió”, concluye Bueno.

 

 

 

 

Fuente:publico.es

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