Enlace Judío México e Israel.- La noticia preponderante en estas últimas elecciones israelíes ha sido, sin duda, la reelección de Benjamín Netanyahu, un político aparentemente indestructible. Pero detrás de esto, e incluso detrás del notable desempeño de la coalición Kajol Laván (Azul-Blanco), se encuentra la debacle del Partido Laborista, que apenas consiguió seis escaños (un raquítico 5% de la votación). Algo sobre lo cual vale la pena reflexionar.
IRVING GATELL EN EXCLUSIVA PARA ENLACE JUDÍO
Hablar del Partido Laborista (Avodá) es hablar de toda la Historia del moderno Estado de Israel. Por lo menos hasta inicios del siglo XXI, su papel fue protagónico. Desde que perdió el poder en 2001, su lenta debacle lo ha reducido a una minoría desorientada y que corre el riesgo de no recuperarse.
Empecemos con un poco de historia: el origen del Partido Laborista se remonta a mucho antes de la fundación de Israel. A finales del siglo XIX, un grupo de trabajadores judíos rusos fundaron el movimiento Poale Tzion, de línea socialista. Hacia 1930, el ala moderada—es decir, no marxista—del grupo se escindió, y fundó el llamado Mifleget Poaeli Eretz Israel, o Partido de los Trabajadores de la Tierra de Israel, mejor conocido como MAPAI, por sus siglas en hebreo.
En 1948, Mapai se alzó con la victoria en la primera elección llevada a cabo un poco antes de la fundación oficial del Estado de Israel. En aquella ocasión obtuvo el 35.7% de los votos, lo cual le redituó en 46 escaños. Para integrar la coalición mayoritaria en la Knéset, obtuvo el apoyo del Frente Religioso Unido (16 escaños), el partido de las Comunidades Sefardíes y Orientales (4 escaños), y la Lista Democrática de Nazaret, también conocida como Minoría Árabe (2 escaños). Para la siguiente elección (1951), Mapai perdió un escaño (45), pero se mantuvo como líder de la coalición gobernante apoyado por Hapoel Hamizrahi (8 escaños), Agudat Israel (3 escaños), Poalei Agudat Israel (2 escaños), Mizrahi (2 escaños), y las llamadas Listas Minoritarias (3 escaños en conjunto). En ambas ocasiones, el Primer Ministro fue David ben Gurión, sin duda el gran ideólogo de Mapai.
En 1953 David ben Gurión renunció al cargo y fue sustituido por Moshe Sharret, pero en la elección llevada a cabo en 1955 Ben Gurión estaba de regreso. Mapai volvió a alzarse con la victoria al obtener 40 escaños (cinco menos que en la elección anterior), y apoyado por Hapoel Hamizrahi y Hamizrahi (11 escaños; en 1956 se fusionaron para formar el Partido Nacional Religioso), Mapai (9 escaños), Ahdut Haavodá (10 escaños), y el Partido Progresista (5 escaños).
La siguiente elección fue en 1959, y Mapai regresó fortalecido otra vez bajo el mando de Ben Gurión. Ganó 47 escaños, y para integrar la coalición de gobierno tuvo el apoyo del Partido Nacional Religioso (12 escaños), Mapam (9 escaños), Ahdut Haavodá (7 escaños), el Partido Progresista (6 escaños), y algunas listas minoritarias.
Un escándalo vinculado con un asunto de espionaje en Egipto en 1954 obligó a convocar a nuevas elecciones, y aunque perdió 5 escaños, Mapai siguió al frente del gobierno israelí con 42 escaños. Tuvo el apoyo del Partido Nacional Religioso (12 escaños), Ahdut Haavodá (8 escaños), Poalei Agudat Israel (2 escaños) y las listas minoritarias. Sin embargo, la lesión al interior del partido estaba hecha y Ben Gurión, incómodo por la sensación de ya no contar con el apoyo total de sus colegas, renunció al cargo de Primer Ministro en Junio de 1963. Fue sustituido por Levi Eshkol, que se mantuvo al frente de la coalición gobernante hasta la siguiente elección en Noviembre de 1965.
Esta fue la primera vez que Mapai contendió en una elección sin Ben Gurión, y de hecho se presentó ya con otro nombre: la Lista Alineada, integrada originalmente por Mapai, Ahdut Haavodá y Poalei Tzion, y a la que luego se integraron Mapam y el entonces recién fundado Partido Laborista de Israel. La Lista Alineada ganó 45 escaños en la elección, y para formar gobierno contó con el apoyo del Partido Nacional Religioso (11 escaños), Mapam (8 escaños), los Liberales Independientes (5 escaños), y Poalei Agudat Israel (2 escaños). El liderazgo continúo en Levi Eshkol, pero este falleció en 1969 y la coalición de gobierno se reorganizó bajo el liderazgo de Golda Meir.
Se convocó a nuevas elecciones ese mismo año, y fue justo con la legendaria Golda Meir que la Lista Alineada tuvo su mayor éxito obteniendo 56 escaños. Los socios de la coalición se mantuvieron. La situación se mantuvo estable hasta la Guerra de Yom Kipur, que obligó a convocar elecciones nuevas que se llevaron a cabo en Diciembre de 1973. Otra vez bajo el liderazgo de Golda Meir, la Lista Alineada obtuvo 51 escaños, y obtuvo el apoyo del Partido Nacional Religioso (11 escaños) y los Liberales Independientes (4 escaños) para formar gobierno. Pero lo interesante en esta elección fue que se presentó un nuevo partido: Likud, integrado al fusionarse los partidos Herut, Partido Liberal, Centro Libre, la Lista Nacional y los Activistas del Gran Israel. En esta elección obtuvieron 39 escaños y se convirtieron en el principal opositor de la Lista Alineada.
Golda Meir tuvo que renunciar en 1974 al cargo de Primer Ministro, debido al impacto causado por la publicación del informe de la Comisión Agranat (que estudió las fallas que habían provocado que el ataque árabe del año anterior tomara por sorpresa al ejército de Israel). El liderazgo del gobierno recayó en Itzhak Rabín, que tuvo que cancelar la Knéset en 1976 tras perder el apoyo del Partido Nacional Religioso y convocar a nuevas elecciones.
Estas se llevaron a cabo en Marzo de 1977, y arrojaron el sorprendente resultado de que—por primera vez en la Historia—el partido que originalmente había sido Mapai y ahora era la Lista Alineada, perdió la conducción del gobierno. Likud se alzó con la victoria con Menahem Beguin como su líder, ganando 43 escaños contra 32 de la Lista Alineada. La coalición de gobierno se logró con el apoyo del Movimiento Democrático para el Cambio (15 escaños), pero también con el Partido Nacional Religioso (12 escaños) y Agudat Israel (4 escaños) que, evidentemente, habían abandonado por completo al bloque de la Lista Alineada.
La siguiente elección se llevó a cabo al cumplirse el término de 4 años de gobierno, y en 1981 Likud volvió a triunfar otra vez con Beguin como líder, aunque el resultado fue muy cerrado. Por primera vez en la Historia, la diferencia entre el primer y el segundo lugar apenas fue de un escaño: Likud obtuvo 48 y la Lista Alineada 47. Es decir: se había consolidado la competencia entre estos dos partidos, relegando a los demás a un segundo plano en cuanto a apoyo popular, pero reforzando su importancia como posibles aliados para la conformación de las mayorías necesarias para integrar la coalición de gobierno. Likud obtuvo el apoyo del Partido Nacional Religioso (6 escaños), Agudat Israel (4 escaños), y el Movimiento por la Herencia de Israel (3 escaños).
Menachem Beguin tuvo que renunciar a su cargo por problemas de salud en 1983, y le sustituyó Itzhak Shamir. Las elecciones se adelantaron y se llevaron a cabo en 1984, y la Lista Alineada—por primera vez bajo el liderazgo de Shimon Peres—recuperó el poder al ganar 44 escaños, contra 41 del Likud. Sin embargo, sucedió algo inédito: los dos partidos mayoritarios se aliaron para la coalición de gobierno, por lo que se decidió que al cabo de dos años el cargo de Primer Ministro se rotaría. En consecuencia, en 1985 Itzhak Shamir regresó al puesto. El resto de la coalición de gobierno estuvo integrado por el Partido Nacional Religioso (4 escaños), Shas (4 escaños), Shinui (3 escaños), Agudat Israel (2 escaños), Morasha (2 escaños), y Ometz (1 escaño). Esta fue la coalición de gobierno más consistente que haya tenido Israel en toda su Historia, integrada por 101 parlamentarios de un total de 120.
La siguiente elección se realizó a finales de 1988, y en esta ocasión el triunfo lo obtuvo Likud, otra vez bajo el liderazgo de Shamir. Ganó 40 escaños contra 39 de la Lista Alineada, pero nuevamente decidieron integrar el gobierno de coalición. Los otros integrantes fueron Shas (6 escaños), el Partido Nacional Religioso (5 escaños), Agudat Israel (5 escaños), y Degel Hatorá (2 escaños). Se trató de la segunda coalición más amplia en la Historia de la Knesset, con 97 escaños.
En 1990 la coalición se rompió con el abandono de la Lista Alineada, pero Shamir pudo conservar el cargo de Primer Ministro al reorganizarse con nuevos aliados (el Partido para el Avance de la Idea Sionista, Tehiya, Tsomet, Moledet y dos diputados independientes).
La siguiente elección vino en 1992, y fue cuando por primera vez la antigua Lista Alineada se presentó desmembrada debido a que uno de sus principales integrantes—ya identificado como Partido Laborista, y que no era sino la fusión de Mapai, Ahdut Haavoda y Rafi—se presentó por su cuenta en el proceso. El Partido Laborista se alzó con la victoria al obtener 44 escaños contra 32 de Likud, e integró la coalición de gobierno con Meretz (12 escaños) y Shas (6 escaños). Para esta ocasión, el mando del Partido Laborista estuvo en manos de Yitzhak Rabín.
Hasta este punto podemos observar la clara evolución del Sionismo heredero de Ben Gurión: iniciado con Mapai, enriquecido con la Lista Alineada, y finalmente reorganizado en el Partido Laborista, hasta 1977 fue el líder indiscutible en Israel. Pero tras la victoria de Menachem Beguin, comenzó una etapa de alternancia entre la Lista Alineada primero y luego el Laborismo, por un lado, y Likud, por el otro.
Yitzhak Rabin fue asesinado en 1995 y se tuvo que integrar un gobierno interino. La siguiente elección se realizó en 1996 y sucedió algo singular: el Partido Laborista obtuvo 34 escaños, y la coalición integrada por Likud, Guesher y Tzomet obtuvo sólo 32. Sin embargo, los Laboristas no lograron integrar una coalición mayoritaria, por lo que el líder de Likud—Benjamín Netanyahu—se convirtió el Primer Ministro al lograr el apoyo de Shas (10 escaños), el Partido Nacional Religioso (9 escaños), Israel Bealiya (7 escaños) y Yahadut Hatorá (4 escaños).
Guesher abandonó la coalición en 1998, y con ello comenzó un período de inestabilidad que llevó a la realización de nuevas elecciones en 1999. El Partido Laborista se presentó como parte de una coalición llamada Un Israel, a la que también se integraron Guesher y Meimad. Fue la primera elección en la que los laboristas y el Likud dejaron de ser los partidos de las amplias mayorías. La coalición Un Israel se alzó con la victoria, pero con apenas 26 escaños; Likud se desplomó y sólo obtuvo 19. Ehud Barak, el líder laborista, logró integrar la coalición de gobierno con el apoyo de Shas (17 escaños), Meretz (10 escaños), el Partido del Centro (6 escaños), Yahadut Hatorá (5 escaños) e Israel Baaliya (6 escaños).
Sin embargo, en 2000 comenzó la Segunda Intifada (el episodio de mayor violencia con los palestinos), y eso marcó el destino de Ehud Barak y el Partido Laborista. En la elección de 2003 Likud se alzó con una aplastante victoria al obtener 38 escaños contra 19 de la coalición del Laborista con Meimad. El nuevo Primer Ministro fue Ariel Sharón, que obtuvo el apoyo de Shinui (15 escaños), Hayehud Haleumí (7 escaños) y el Partido Nacional Religioso (6 escaños).
Sin embargo, la situación era muy complicada. Tras varias crisis en la coalición, Sharón anunció su retiro de Likud a finales de 2005, y se convocó a nuevas elecciones. Estas se llevaron a cabo en Marzo de 2006, y Sharón volvió a ganar, aunque ahora bajo las siglas de Kadimá, que obtuvo 29 escaños. Los Laboristas obtuvieron 19, y Likud se desplomó a su peor resultado en unas elecciones: apenas 12 escaños. Kadimá integró la coalición de gobierno con los laboristas, Shas (12 escaños), Israel Beiteinu (11 escaños), y el Partido de los Pensionados (7 escaños).
Los problemas siguieron: apenas un poco más de tres meses después del inicio de funciones del nuevo gobierno, Sharón tuvo un derrame cerebral y quedó en coma. Fue sustituido por Ehud Olmert, pero en 2008 diversos escándalos de corrupción que lo involucraban—y que eventualmente lo llevaron a la cárcel—lo forzaron a renunciar al liderazgo del partido. En septiembre se realizaron nuevas elecciones, y eso marcó el regreso del Likud al poder. Paralelamente, comenzó la lenta debacle del Laborista.
En estricto, se podría decir que la elección la ganó Kadimá, que bajo el liderazgo de Tzipi Livni obtuvo 28 escaños, mientras que Likud obtuvo 27. Sin embargo, los líderes de diversos partidos manifestaron explícitamente que no apoyarían a Livni para integra la coalición de gobierno, por lo que esta le fue encomendada a Benjamín Netanyahu, líder de Likud. A final de cuentas, Kadima se integró también a la coalición, que además contó con un decadente Laborista (13 escaños), Israel Beiteinu (15 escaños), Shas (11 escaños) y Habait Hayehudí (3 escaños).
Durante esa legislatura el Partido Laborista se dividió, y al finalizar el período sólo contaba con 8 escaños. Para la elección que se realizó en Enero de 2013, el Laborismo tuvo un repunte al obtener 15 escaños, pero se quedó muy lejos de Likud—que obtuvo 31 en coalición con Israel Beiteinu—, e incluso del segundo lugar, Yesh Atid, que obtuvo 19.
El conflicto en Gaza en 2014 pareció traerle un repunte al Partido Laborista. En medio de una fuerte presión internacional por el abierto apoyo de Barak Obama al proyecto de tumbar a Netanyahu, el Laborista y Kadimá unieron fuerzas en la coalición llamada Campo Sionista, lidereada por Isaac Herzog (Laborista) y Tzipi Livni (Kadimá). Sin embargo y para sorpresa de muchos, pese a que las encuestas señalaban un triunfo apretado para el Campo Sionista, al final Likud se alzó con la victoria al obtener 30 escaños, contra 24 de Herzog y Livni.
Podría decirse que era el principio del fin. Desde entonces, la gris personalidad de Herzgo siguió minando el papel del Partido Laborista en la política israelí, y en 2017 entró al relevo Avi Gabbay, un empresario con ideas más parecidas a las del Likud que a las del Laborismo tradicional. Sin embargo, Gabbay ha mantenido al partido prácticamente sin rumbo, y el resultado se acaba de ver en las recientes elecciones: apenas 6 escaños. Su mínimo histórico.
En su lugar se ha levantado una nueva coalición llamada Kajol Laván (Azul-Blanco), lidereada por Benny Gantz, y que le disputó cerradamente la contienda al Likud de Netanyahu.
El resultado es que por primera vez en la Historia, el Partido Laborista ha perdido todo protagonismo en la Knéset. La oposición ahora gira en torno a un partido que no es de izquierda, justo al tiempo que otros bloques izquierdistas—como Meretz y los partidos árabes—también han perdido influencia.
¿Es el fin del Laborismo? Habrá que esperar a las siguientes elecciones—que, por el momento, se ven muy lejos—para ver si logra recuperarse o termina por colapsar. Gabbay está en crisis, y se rumora fuertemente que Ehud Barak planea regresar a competir por el liderazgo del partido. Pero Barak fue el que ocasionó el principio de la debacle. ¿Realmente tendrá la capacidad para convertir al Laborismo en una alternativa que el electorado israelí esté dispuesto a tomar en cuenta?
Lo sabremos al tiempo. Por el momento, casi se puede cantar un requiem por el partido que heredó la tradición sionista de Ben Gurión, pero que sucumbió ante la contundente realidad.
Es decir: fracasó porque hubo un momento en que perdió de vista lo que estaba pasando y se enredó en sus posicionamientos ideológicos.
En esta última elección fue muy evidente que el electorado joven—el que viene creciendo con el siglo XXI—votó por Likud. Son jóvenes que ya participan decidiendo el futuro de su país, y para quienes los Acuerdos de Oslo de 1993 no significan absolutamente nada, salvo un dato en un libro de Historia. Lo que entienden por “proceso de paz” no tiene nada que ver con el credo ideológico laborista. Para ellos, la única realidad es que los palestinos han mantenido una intransigencia insana que incluso los empieza a distanciar del resto de los países árabes, y por eso ven con mejores ojos al pragmatismo estricto de Netanyahu y Likud.
Y por eso le dieron su voto.
Avi Gabbay y el resto de los laboristas no supieron o no pudieron discernir esta situación, y el resultado está a la vista.
El gigante político que gobernó a Israel durante los primeros 30 años de su existencia, y que fue la cuna de grandes políticos y héroes como David ben Gurión, Levi Eshkol, Golda Meir o Yitzhak Rabín, se ha derrumbado.
El mundo es otro. Israel es otro. Y más vale que aprendamos a verlo en esa nueva dimensión, si acaso queremos aportar algo bueno para el futuro.
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