Enlace Judío México e Israel.- La designación estadounidense de los Guardias Revolucionarios de Irán como organización terrorista, y la respuesta iraní, ha puesto potencialmente en riesgo al personal militar estadounidense en la región. La designación aumenta la presión económica sobre Irán porque el CGRI no es sólo un ejército sino también un conglomerado comercial – pero queda por verse en qué grado las sanciones afectarán al CGRI.
DR. JAMES M. DORSEY
Las apuestas en el Medio Oriente no podrían ser más altas. La sospecha que la intención de EE.UU es cambiar el régimen en Teherán en vez de su objetivo declarado oficialmente de forzar a Irán a torcer su programa de misiles balísticos y apoyo a las milicias en Líbano, Gaza y Yemen fue elevado con la decisión de la semana pasada de designar al Cuerpo de la Guardia Revolucionaria de Irán (CGRI) como una organización terrorista.
Esto marca la primera vez que Estados Unidos nombró a una filial de un gobierno extranjero como entidad terrorista, particularmente una que afecta a millones de ciudadanos iraníes que son enrolados en el ejército y para quienes el CGRI es una opción.
“La medida sin precedentes de hoy de designar al CGRI como una Organización Terrorista Extranjera demuestra nuestro compromiso con maximizar la presión sobre el régimen iraní hasta que éste deje de usar al terrorismo como herramienta de política,” tuiteó el asesor en seguridad nacional del Presidente Trump, John Bolton.
La designación impide eficazmente al sucesor potencial de Trump regresar al acuerdo internacional del 2015 que torció el programa nuclear de Irán, complica cualquier intento diplomático de resolver diferencias, y cambia las reglas del combate en lugares como Siria, donde las fuerzas estadounidenses e iraníes operan en proximidad cercana unas de las otras.
“A través de esto, algunos aliados de EE.UU están buscando asegurar una guerra entre EE.UU e Irán o, como mínimo, atraparlas en un estado de enemistad permanente,” dijo Trita Parsi, jefe del Consejo Nacional Iraní Estadounidense, refiriéndose a Arabia Saudita e Israel.
Era probable que la designación envalentone a los defensores en Washington, Arabia Saudita, e Israel de una guerra encubierta más agresiva contra Irán que buscaría avivar el malestar entre las minorías étnicas de la República Islámica, incluidos baluchis, kurdos e iraníes de ascendencia árabe.
Tanto Arabia Saudita como Israel se apresuraron a aplaudir la medida estadounidense. El primer ministro israelí Benjamín Netanyahu, en la víspera de una elección duramente peleada, reclamó el crédito por la sugerencia de designar al CGRI. La agencia noticiosa oficial saudí afirmó que la decisión refleja las demandas repetidas del Reino a la comunidad internacional de la necesidad de enfrentar al terrorismo apoyado por Irán.
El riesgo de un accidente o incidente no planeado saliéndose de control y llevando a un enfrentamiento militar fue elevado por la respuesta de Irán, la cual fue declarar al ejército de Estados Unidos en el gran Medio Oriente como una entidad terrorista.
La medida estadounidense y la respuesta iraní ponen potencialmente en riesgo al personal militar de EE.UU en el Golfo tanto como en otras partes en la región.
La designación descartó también la potencial cooperación tácita entre EE.UU e Irán en el terreno como ocurrió en Irak en la lucha contra el Estado Islámico y en Afganistán. Esa cooperación involucró inevitablemente al CGRI.
Más allá de los riesgos geopolíticos y militares, la designación aumenta la presión económica sobre Irán porque el CGRI no es sólo un ejército sino también un conglomerado comercial con vastos intereses en la construcción, ingeniería y fabricación. No queda claro, sin embargo, en qué grado afectarán las sanciones al CGRI, el cual ya está fuertemente sancionado y hace muchos de sus negocios en efectivo y a través de empresas fantasma.
La política de EE.UU, aun antes de la designación del CGRI, ya había planteado el espectro de una carrera nuclear en el Medio Oriente. La designación aumenta las posibilidades de que Irán se aleje del acuerdo nuclear.
Arabia Saudita ya está poniendo en su lugar los ladrillos para su propio programa nuclear en anticipación del abandono del acuerdo por parte de Irán y el retorno a su proyecto de enriquecimiento completo y anterior al 2015.
El CGRI va al corazón del régimen iraní. Fue formado para proteger al régimen inmediatamente después de la revolución de 1979 en una época en que los nuevos gobernantes de Irán tenían razones para desconfiar del ejército del depuesto shah.
Algunos de los principales comandantes militares y de seguridad del shah discutieron aplastar la revolución en una cena en la víspera del Año Nuevo de 1978, unas seis semanas antes de que cayera el régimen del shah. Fue el rechazo del shah a respaldar su plan lo que lo frustró. El shah temía que el derramamiento de sangre a gran escala oscureciera las posibilidades de su hijo exilado de regresar alguna vez a Irán como shah.
El CGRI desde entonces ha evolucionado en un pilar clave de la estrategia de defensa de Irán, el cual busca contrarrestar operaciones encubiertas por parte de EE.UU, Arabia Saudita, e Israel apoyando a satélites a lo largo del Medio Oriente.
Esta estrategia ha probado ser tanto eficaz como costosa. Ese costo ha sido aumentado por el fracaso de Irán en hacer frente a los temores de que la estrategia sea un esfuerzo para exportar su revolución y derrocar a los regímenes conservadores de la región, particularmente en el Golfo.
Sin dudas, la revolución iraní constituyó una amenaza seria para los gobernantes autócratas. Fue una revuelta popular como las que ocurrieron más de 30 años después en el mundo árabe. La revuelta iraní, sin embargo, derrocó no sólo a un ícono del poder de EE.UU en el Medio Oriente y a un monarca, sino que también creó una forma alternativa de gobierno islámico que incluía un grado de soberanía popular.
La revolución desató un círculo vicioso que vio a los estados del Golfo financiar la guerra de ocho años entre Irán e Irak en la década de 1980, en la cual murieron hasta un millón de personas; a Arabia Saudita pagar una campaña de u$s100 mil millones de dólares y cuatro décadas para propagar globalmente las ramas ultraconservadora, anti-chií, y anti-iraní del Islam; intentos repetidos por avivar las tensiones étnicas entre las minorías descontentas de Irán, y contramedidas iraníes incluido el apoyo a los satélites a lo largo del Medio Oriente y ataques violentos contra estadounidenses, israelíes, judíos, y opositores al régimen en todo el mundo.
“Dado que el CGRI ya está sancionado por el Tesoro de EE.UU, esta medida es a la vez gratuita y provocativa. También pondrá a países tales como Irak y Líbano en situaciones aún más difíciles ya que no tienen alternativa más que lidiar con el CGRI. Fortalecerá los llamados por parte de grupos pro-iraníes en Irak para expulsar a las tropas estadounidenses,” dijo Barbara Slavin, experta en Irán en el Consejo Atlántico de Washington.
*El Dr. James M. Dorsey, es Asociado Principal no residente en el BESA Center, es miembro principal en la Escuela de Estudios Internacionales S. Rajaratnam en la Universidad Tecnológica Nanyang, de Singapur, y co-director del Instituto de la Cultura de los Fanáticos de la Universidad de Würzburg.
Fuente: The Begin-Sadat Center for Strategic Studies
Traducido por Marcela Lubczanski para Enlace Judío México.
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