Enlace Judío México e Israel.- Es uno de los líderes más poderosos del gobierno venezolano, un intransigente que ha reprimido protestas, enfrentó a rebeldes y ha sido una presencia constante al lado de Nicolás Maduro, el presidente autoritario del país. Pero durante años, Tareck El Aissami, uno de los confidentes más cercanos de Maduro, ha sido también el blanco de investigaciones de amplio alcance por parte de la agencia de inteligencia de su propio país por sus vínculos con el submundo criminal.
NICHOLAS CASEY
Según un expediente secreto compilado por agentes venezolanos, El Aissami y su familia han ayudado a infiltrar militantes de Hezbolá dentro del país, entró en negocios con un señor de la droga y blindó 140 toneladas de químicos que se cree fueron usados para la producción de cocaína — ayudando a hacerlo un hombre rico mientras su país ha entrado en una espiral de desorden.
Con su economía por el suelo y su pueblo hambriento, Venezuela está en la agonía de una lucha desesperada por el control del país. Los líderes de la oposición están llamando a un levantamiento, mientras el ejército y autoridades civiles del país se están negando a rendir el poder, presentando una muestra de fuerza en gran parte unida contra las protestas en las calles.
Pero los documentos de la inteligencia ofrecen una visión inusual de cuan fracturados y nerviosos se han vuelto los servicios de seguridad de la nación, particularmente sobre la corrupción a los niveles más altos de gobierno.
El Aissami, un ex vicepresidente que ahora es el ministro de industria de Maduro, ha estado durante mucho tiempo en la mira de los investigadores estadounidenses. Él fue acusado en marzo en una corte federal de Manhattan y sancionado hace dos años por el Departamento del Tesoro, acusado de trabajar con señores de la droga.
Él y Maduro han descartado las acusaciones como parte de una guerra de propaganda ideada por el gobierno de Trump para derrocar al gobierno izquierdista de Venezuela.
Pero la propia agencia de inteligencia de Venezuela — la cual una vez controló El Aissami — elevó aún más alarmas sobre él y su familia por más de una década, poniendo sus preocupaciones en un archivo de documentos, hallazgos y transcripciones de entrevistas con traficantes de drogas.
El archivo, proporcionado al New York Times por un ex alto funcionario de la inteligencia venezolana y confirmado de forma independiente por un segundo, cuenta testimonios de informantes acusando a El Aissami y a su padre de reclutar a miembros de Hezbolá para ayudar a expandir las redes de espionaje y tráfico de drogas en la región.
Hezbolá es considerado una organización terrorista por Estados Unidos, y funcionarios estadounidenses dicen que el grupo ha tenido hace tiempo una presencia en Sudamérica, donde ha ayudado a lavar dinero de drogas. En el año 2008, el Departamento del Tesoro sancionó a un diplomático venezolano diferente, acusándolo de recaudar dinero para Hezbolá y de ayudar a sus miembros a viajar al país.
El Aissami y su padre, Carlos Zaidan El Aissami, un inmigrante sirio que había trabajado con Hezbolá en visitas de retorno a su país, también presionó para traer a Hezbolá a Venezuela, según el expediente.
Los informantes dijeron a los agentes de inteligencia que el padre de El Aissami estuvo involucrado en un plan para entrenar a miembros de Hezbolá en Venezuela, “con el objetivo de expandir las redes de inteligencia a lo largo de Latinoamérica y al mismo tiempo trabajar en tráfico de drogas,” dicen los documentos.
El Aissami ayudó al plan, agrega el expediente, usando su autoridad sobre los permisos de residencia para emitir documentos oficiales a militantes de Hezbolá, facilitándoles permanecer en el país.
Si Hezbolá estableció alguna vez su red de inteligencia o rutas de droga en Venezuela no es abordado en el archivo. Pero éste afirma que militantes de Hezbolá se establecieron en el país con la ayuda de El Aissami.
El Aissami actuó como un facilitador para el submundo en otras formas también. Los documentos dicen que su hermano, Feraz, entró en negocios con el más famoso señor de la droga de Venezuela, Walid Makled, y tenía cerca de u$s45 millones en cuentas bancarias suizas.
El Aissami también tuvo vínculos con el señor de la droga, dicen los documentos, notando que él emitió grandes contratos gubernamentales con una empresa vinculada a Makled.
Y mientras el país se dirigía hacia el colapso económico, forzando a millones a huir de Venezuela y sus escaseces peligrosas de alimento y medicina, El Aissami se volvió un hombre rico, dice el dossier.
Usando un testaferro actualmente bajo sanciones de Estados Unidos, El Aissami compró un banco estadounidense, partes de una empresa de construcción, una parte en un centro comercial panameño, tierra para un centro vacacional de lujo y numerosos proyectos de bienes raíces venezolanos, incluyendo una “mansión millonaria” para sus padres, según los documentos.
El Aissami no respondió a una solicitud escrita para una entrevista, y ningún cargo ha sido presentado en Venezuela contra él por tráfico de drogas o corrupción.
Pero el 8 de marzo, Estados Unidos quitó el sello a su acusación contra El Aissami, haciéndolo el segundo miembro del gabinete de Maduro conocido por ser acusado por cargos de tráfico de drogas.
Néstor Reverol, el actual ministro del interior de la nación, también ha sido acusado. Y en el 2017, dos sobrinos de la esposa del Sr. Maduro, Cilia Flores, fueron sentenciados a 18 años en una prisión estadounidense después de intentar traficar 800 kilos de cocaína.
El gobierno estadounidense dijo que El Aissami estaba involucrado profundamente en el comercio de narcóticos cuando lo sancionó en el 2017, congelando sus activos junto con los de Samark López, quien fue acusado de ser su testaferro. Dijo que El Aissami supervisó o poseyó parcialmente envíos de narcóticos pesando más de una tonelada, manejó una red internacional de empresas para ayudar a lavar ganancias y forjó una alianza con Makled, el traficante de drogas.
Pero los fiscales estadounidenses nunca revelaron la evidencia en su caso.
Los memorandos de la inteligencia venezolana examinados por el Times ofrecen algunos de los detalles más concretos de como construyó su imperio una de las familias más poderosas del país, dibujando una saga familiar que se extendía desde Siria a Venezuela, desde el comercio de narcóticos al círculo íntimo del presidente.
Uno de los rastros llevaba a un camino solitario cerca de la frontera de Venezuela con Brasil.
Un oficial de la guardia nacional, entrevistado acerca de un operativo del 2004, contó a los fiscales sobre una serie de “depósitos que estaban en un estado de deterioro, viéndose abandonados.”
Pero el sitio no estaba vacío. Estaba siendo usado para almacenar químicos, incluidos 140 toneladas métricas de urea, una sustancia precursora usada para hacer cocaína, según los documentos de inteligencia venezolanos.
La urea era una sustancia controlada en Venezuela, y los propietarios no pudieron ofrecer inicialmente licencias para los químicos sospechosos, dijeron los documentos. Un investigador policial dijo a los fiscales que si bien la urea estaba supuestamente destinada a ser vendida como fertilizante, la explicación fue sospechosa porque no había agricultura en la región.
Y luego estaba el propietario de los químicos: el Sr. Makled, el traficante de drogas.
El golpe fue el principio del fin para el señor de la droga venezolano, quien es buscado para extradición por Estados Unidos. La Agencia de Control de Drogas (DEA) comenzó a crear causas contra él por manejar drogas con la ayuda de altos funcionarios. Makled fue capturado seis años después y sentenciado en el 2015 a una sentencia de 14 años en Venezuela por tráfico de drogas y lavado de dinero.
Pero aparentemente pasado por alto estaba el otro hombre en el centro del caso: Haisam Alaisami, otro pariente de El Aissami, quien dijo a los fiscales que era el representante legal de Makled Inversiones, la empresa de Makled. Dos personas familiarizadas con la familia lo identificaron como primo hermano de El Aissami.
Él no pudo ofrecer ninguna información sobre quiénes eran los compradores potenciales de la urea, y los investigadores finalmente refirieron el caso a la división narcóticos de la agencia criminal y forense de Venezuela bajo “sospecha de contrabando,” según documentos policiales incluidos en el expediente de inteligencia.
Ni Makled ni Alaisami respondieron a solicitudes escritas de comentarios.
Alaisami tuvo a un poderoso familiar en El Aissami, quien se crió con él en Venezuela con otros miembros del clan que habían llegado de Siria.
Mientras la investigación hacía su camino a través de las agencias estatales, la estrella de El Aissami ascendía en los círculos políticos izquierdistas. Él pasó de ser un confidente del hermano del Presidente Hugo Chávez, a legislador por el Partido Socialista gobernante, a ministro del interior en el 2008.
Fue ese año que intervino una empresa de la empresa petrolera estatal, Petróleos de Venezuela: Escribió una carta diciendo que podía responder por los químicos.
No fue presentada ninguna acusación contra Makled o Alaisami en el caso. Los documentos de los fiscales parecen mostrar que el envío de la urea fue incluso devuelto a Makled, quien aumentó su negocio de tráfico de drogas en Venezuela y Colombia.
Otras ramas de la familia El Aissami estuvieron buscando también hacer negocios con Makled.
En algún momento antes del 2010, Makled fue contactado por el hermano de El Aissami, Feraz, para proporcionar una gran suma de dinero a una empresa de importación radicada en Panamá, según un informe de inteligencia en el expediente. El dinero del señor de la droga estaba destinado a la adquisición de un buque cisterna petrolero para ser usado en un contrato con la empresa petrolera estatal.
Ambos hermanos El Aissami parecen haber estado involucrados profundamente en el negocio, según el documento. Feraz y un socio de negocios eran las caras públicas de la empresa, mientras Tareck, desde su puesto como el ministro del interior de la nación, firmó acuerdos gubernamentales lucrativos con ellos, incluyendo un contrato sin licitación para proporcionar suministros al sistema penitenciario de Venezuela, según el informe de inteligencia.
Una tercera figura vinculada al negocio echa sospechas adicionales sobre la empresa de importación: el Sr. López, el hombre que los funcionarios estadounidenses dijeron ayudó a la red de tráfico de drogas de El Aissami y se desempeñó como su testaferro.
El informe de la inteligencia también incluye declaraciones de cuentas bancarias del HSBC vinculadas al hermano de El Aissami, Feraz, que totalizaban cerca de u$s45 millones — dinero que dice estaba vinculado a Makled, el traficante de drogas.
El HSBC cerró las cuentas de Feraz después de que Makled fue arrestado bajo cargos de tráfico de drogas, de acuerdo con los documentos de la inteligencia.
El archivo concluye con testimonio de informantes sobre los lazos de la familia con Hezbolá, delineando la campaña para reclutar a militantes que podrían establecer una red de drogas e información a lo largo de Latinoamérica.
Una de las fuentes de la información fue el señor de la droga, Makled, quien describió la participación de El Aissami en el plan, según el memorando de inteligencia.
No fue la única vez que El Aissami había sido acusado de ayudar a Hezbola y a Makled. Funcionarios estadounidenses — y algunos venezolanos — han hecho acusaciones similares, aunque El Aissami ha negado involucramiento con grupos militantes en el pasado, incluso después de informes en medios noticiosos.
Pero los funcionarios de inteligencia venezolanos creían que tenían evidencia en contrario. El archivo termina con referencias a fotografías de gente que “pertenece al grupo terrorista mencionado anteriormente.”
Fuente: The New York Times
Traducido por Marcela Lubczanski para Enlace Judío México
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