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jueves 21 de noviembre de 2024

Un niño pobre no tiene las mismas oportunidades de triunfar. Un israelí enojado se las brinda

May Samra y Esti Peled para Enlace Judío México e Israel – Enlace Judío conversó con Nissim Cohen, fundador y director de la Asociación Yeholot (Habilidades) de la Fundación Rashi en Israel, que permite a miles de alumnos, antiguos desertores ocultos, obtener el certificado de bachillerato, forjando un nuevo futuro para ellos y para el país.

La Asociación Yeholot trabaja con alumnos de 14 y 15 años con muy bajo rendimiento y les ayuda a terminar la secundaria y la preparatoria para poder completar sus exámenes finales con éxito y obtener el certificado de bachillerato (Teudat Bagrut).

“En Israel sólo el 55 por ciento de los adolescentes de 17 y 18 años obtienen el certificado de bachillerato”, afirma Cohen en una entrevista exclusiva para Enlace Judío.

“Nosotros capacitamos al personal docente para ayudar a estos jóvenes en las escuelas. Cada año trabajamos con 7.000 alumnos del norte al sur de Israel y en todos los sectores de la sociedad israelí para crear igualdad entre judíos y no judíos. Recientemente incluso, se publicó que el porcentaje de jóvenes drusos que obtuvieron la Teudat Bagrut ( Bachillerato) superó al de los judíos”, explica Cohen.

“El 65-70 por ciento de los jóvenes judíos completan los requisitos para el certificado de bachillerato y el sector druso superó el de los judíos. Gracias a nuestro programa, dos escuelas, una en el sector druso y otra en el judío, alcanzaron un porcentaje del cien por ciento de alumnos que completan con éxito sus exámenes. Otras escuelas en Be’er Sheva y Bat Yam entre otras localidades, han llegado a un porcentaje del 90 por ciento”.

“En el sur tenemos alumnos de Be’er Sheva, Ofakim, beduinos, que son los niños más pobres de Israel. En el norte trabajamos principalmente con el sector druso. En principio, trabajamos en la periferia y algunas veces en el centro del país como en Bat Yam, cerca de Tel Aviv”, explica.

Nissim Cohen nació en Agadir, Marruecos en 1957. Tras un sismo que destruyó a la ciudad en 1960, la familia emigró a Israel y se estableció en Beit Shemesh, una ciudad en desarrollo cerca de Jerusalén.

“En segundo de preparatoria dejé la escuela”, relata. “Desde entonces pensaba que las escuelas en Israel no funcionan como debían. A los 16, 17 años decidí estudiar educación y trabajar con niños que nadie sabe qué hacer con su potencial”.

Cohen se enlistó en la Brigada de Paracaidistas. Después de su servicio militar completó sus exámenes, y obtuvo el certificado en una escuela externa. “Fue entonces cuando comencé a investigar por qué en Israel los alumnos de origen oriental tienen bajo rendimiento”, dice en la entrevista.

“En Israel como en otras partes del mundo, los niños que tienen éxito en la escuela vienen de familias con altos recursos. Y esa era la realidad en Beit Shemesh en la década de 1970, donde crecí”, comenta Cohen.

Estaba muy enojado por ello. Es por eso que decidí estudiar educación y más tarde desarrollé el método con el que trabajamos actualmente. Después de todo, el objetivo es ayudarle a mi país a tener éxito con niños que el Estado no sabe o quizás no quiere ayudarles”.

“Lo hago no sólo porque lo quiero hacer, sino porque estoy muy enojado con mi país. Sentí la necesidad de contribuir al Estado a través de estas acciones y no estaba dispuesto a esperar a que ellos lo hagan. Ellos no lo hacen. Estoy harto de esperar. Por eso nosotros hacemos lo que el Estado no hace y creo que así honramos al país. Damos la oportunidad de triunfar a quienes no tienen. Hacemos lo que todo ciudadano debe hacer”.

“Hemos logrado ayudar a 6-7 mil alumnos. En el Estado de Israel hay más de 150 mil adolescentes en esta situación. Nosotros hacemos algo bueno, pero es necesario hacer más. Hasta que el Estado haga algo, nosotros recurrimos a donativos anuales”, continúa Cohen. “Vivimos de donativos principalmente y muy poco de fondos estatales, pero no es suficiente. El Estado debe hacer más”.

“Yo tenía cerca de 17 años cuando dejé la escuela. Ahora tengo poco más de 60. ¿Cuánto más podemos esperar a que el Estado tome medidas? ¿Cuántos niños perdemos cada año? ¿Cuántos niños caen en la delincuencia?Simplemente los perdemos. En lugar de que sean ciudadanos honestos que sirven en el ejército y se valen por si mismos, parte de ellos se vuelven delincuentes”, expresa.

“Nosotros los vemos. Cuando los recibimos, algunos están en una situación muy difícil. Algunos caen en las drogas y no saben leer ni escribir. Están perdidos. Sus padres no saben qué hacer con ellos”.

Todos los niños inician el primer año de primaria con la esperanza de triunfar. Absolutamente todos, los niños de los pobres y los niños de los ricos. ¿Cómo es que la escuelas sólo tienen éxito con niños de la clase alta?“, pregunta.

“Las escuelas no saben qué hacer con los demás niños. Hay el mismo tiempo para todos. Por ejemplo, la maestra explica un ejercicio de aritmética en 2 minutos. Los que entendieron pueden seguir adelante. En cambio los que tienen dificultades, se quedan sin saber. El sistema trabaja como una industria y los que requieren de mayor atención se quedan atrás”.

El programa que Cohen desarrolló es muy demandante para las escuelas y los maestros, pero también requiere grandes esfuerzos de los alumnos. Algunos comienzan la preparatoria sin conocimientos básicos, incluso sin saber leer y escribir adecuadamente. Entran en un programa intensivo tras la jornada escolar, en las tardes, durante vacaciones y días festivos. Al final de cada lección hay un examen. Seis meses después de comenzar el programa, al final del primer año de preparatoria, los alumnos completan con éxito los exámenes de 3 unidades de matemáticas para el certificado de bachillerato “para mostrarles que pueden y de esa manera comenzar a cerrar la brecha”, subraya.

“Por lo general, un alumno de primero de preparatoria estudia hasta 10 materias en un año escolar. En nuestro programa se estudian 4, pero en cada una enseñamos todo el material de los tres años de preparatoria. Si yo logro que el alumno aprenda matemáticas al final del primer año de preparatoria, tendrá la motivación para seguir con las otras materias. El cambio es estructural y por otro lado exigimos más de cada uno. Al lograrlo, les enseñamos que ellos pueden“.

“Al comenzar el año, el alumno inicia un programa muy desafiante. Por ejemplo, en primero de preparatoria tenemos dos meses para estudiar el 25 por ciento del programa de matemáticas para el certificado de bachillerato y el maestro proporciona apoyo emocional a cada alumno en particular. Los alumnos forman parte de un grupo de apoyo. En este proceso, el niño experimenta el éxito que esperaba en el primer año de primaria. Es un proceso de aprendizaje de grupo y al final de cada día hay un examen de lo que se aprendió ese mismo día. Al final de cada unidad de aprendizaje, los alumnos cosechan el resultado de sus esfuerzos. Enseñamos a los niños que si se esfuerzan lo logran”.

“Nuestro programa está compuesto de 21 elementos. Si al principio los alumnos tienen 10 materias reprobadas, cerca del 70 por ciento logra pasar los exámenes para el certificado de bachillerato. El 94 por ciento de los egresados se alistan en las FDI y el 30 por ciento estudia en las universidades”.

“Cuando un niño llega a tercero de secundaria luego de haber reprobado una materia tras otra, deja de creer en sí mismo, deja de creer que puede triunfar y busca otras alternativas, entre ellas la delincuencia. La escuela no sólo no estimuló sus habilidades cognitivas, sino que lo reprimió. Nosotros sacamos a los jóvenes de la represión a la libertad”.

“Para nosotros es un honor trabajar en las escuelas, capacitar a los maestros y que nos reciban tan bonito, tanto judíos como no judíos. Es un honor tener a los donantes que contribuyen y nos apoyan“.

“Vemos la felicidad de los jóvenes cuando obtienen sus certificados y se alistan en las FDI. También es una gran satisfacción ver a sus padres que lloran de felicidad y no lo pueden creer, luego de haber perdido el control de sus hijos”.

Tengo un sueño, concluye Cohen, “Quiero viajar a las favelas de Brasil por 6 meses para trabajar con 300-400 niños, y de ellos seleccionar a 15-20 para que continúen con el proyecto”.

Para saber más, hacer click aquí.

Reproducción autorizada con la mención: © EnlaceJudíoMéxico

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