Cuando Jabotinsky y Begin defendieron el Estado de Derecho en Israel

Enlace Judío México e Israel.- La independencia del poder judicial, el poder de sus sentencias, su capacidad para actuar como amortiguador contra los poderes legislativo y ejecutivo, son una garantía de que Israel será una democracia. Así aprendí en la casa de mi padre y por eso sigo actuando como Fiscal General.

DR. AVIJAI MANDELBLIT, PROCURADOR GENERAL DEL ESTADO DE ISRAEL

Cuando se me pregunta “¿quién es a tus ojos un líder?”, el primer nombre que se eleva en mi mente es Zeev Jabotinsky. Un hombre de visión y acción. Un pensador de mentalidad amplia que trabajó incesantemente en nombre del pueblo judío y por la independencia en su tierra. Un guerrero y soñador, que no escatimó esfuerzos para realizar sus sueños. Aunque no vio la realización del sueño por el que dedicó su vida, el establecimiento de un Estado judío y democrático en la Tierra de Israel, Jabotinsky describió los esquemas de este Estado, basados, entre otras cosas, en su concepción fundamental de la supremacía de la ley y el estado básico de los derechos humanos.

“Democracia significa libertad, incluso un gobierno apoyado por una mayoría puede negar la libertad, y donde no hay garantía de libertad para el individuo, no hay democracia… Estas contradicciones se deben evitar […] para lograr un régimen en el que la minoría no se vea indefensa. El objetivo de la democracia es asegurar que la minoría tenga una influencia en el curso de los asuntos del Estado. Ya que al fin y al cabo una minoría está compuesta por individuos creados según “la imagen de Dios’”.

Así de simple refinó su concepción nacional-liberal que es el hilo conductor de su pensamiento, un concepto que distingue fundamentalmente entre la democracia formal y democracia sustantiva. “Es absurdo identificar el gobierno de la mayoría con la esencia de la democracia y la libertad”, dijo Jabotinsky.

Como describe el profesor Arieh Naor en su ensayo, “El marco constitucional de Zeev Jabotinsky para el Estado judío en Palestina”, la opinión de Jabotinsky sobre este tema la vemos en: “La prueba de la democracia no está en la redacción de la ley (formal): en Francia no existe el derecho de votar por las mujeres y en Gran Bretaña hay una casa de los Lores que su membrecía se traspasa por herencia y en Estados Unidos el poder ejecutivo se le entrega a una sola persona. Siendo así, no reside allí su importancia. Todo lo que deben verificar son los dos puntos determinantes: Primero, si en el Estado se considera que el individuo es el soberano, y su libertad, en el mejor de los casos en su legislación, siendo la autoridad del Estado para limitar su libertad es permitida solo en el caso de una necesidad absoluta, o si en cambio se trata de un país en el que el individuo es un ciervo y el Estado es quien demanda el derecho a dirigir todos los aspectos de su vida y acción, y en segundo lugar: ¿Protege este país la libertad de todos los que critican públicamente el régimen existente, o tal derecho está prohibido? Estos dos criterios son suficientes para distinguir entre una democracia y su opuesto”.

Jabotinsky enfatizó la necesidad de implementar este ideal en un Estado a establecer: “En un Estado judío, será necesario alcanzar una forma de gobierno en la cual la minoría no estará indefensa”. “Si tuviéramos una mayoría judía en el país, ante todo crearíamos una situación de completa igualdad, absoluta y completa, sin ninguna excepción: un judío o un árabe o un armenio o un alemán. No hay diferencia ante la ley”.

Una piedra fundamental del movimiento Betar

Jabotinsky no vio, como se dijo, el cumplimiento de su sueño de ver establecerse un Estado judío y democrático en la Tierra de Israel (nota H.H. – falleció en 1940). Su grandeza como líder se expresó en el hecho que su legado, grabado en mí por sus muchos escritos, pasó a los seguidores del movimiento Jerut y fue grabado en los corazones de los miembros de Betar a lo largo de las generaciones.

Así, por ejemplo, en 1951, Menajem Beguin escribió sobre la distinción entre democracia formal y democracia sustantiva: “La supremacía de la ley: ¿por qué? ¿qué es democrático, que cinco o siete u once personas, que no han sido elegidas por el pueblo, puedan cancelar una decisión llamada “sentencia” otra decisión adoptada en forma de ley por los funcionarios electos? Esta es una cuestión de opinión y si una democracia es presentada así por una persona una distorsión del concepto del gobierno del pueblo.

“Podemos desafiarle: ¿Es democrático que una persona, u once o quince hombres llamados ‘ministros’ priven a la gente de sus derechos elementales y decidan, por ejemplo, movilizando a su “mayoría” en la Cámara de Representantes para que acepten una “ley”? O cualquier policía, puede arrestar y detener a cualquier persona que se sospeche de él o ingresar al hogar del ciudadano y realizar una búsqueda o abrir las cartas del ciudadano, incluidas las cartas familiares íntimas, ¿Esto es democracia o no es más que una democracia formal? ¿Se trata de una democracia falsa cuyo contenido real es la tiranía?

“Por lo tanto, el ciudadano, si decide votar, debe determinar sus derechos con respecto a la Cámara de Representantes, para que la mayoría, que sirve al gobierno más de lo que supervisa, no pueda negar estos derechos. Todo esto se puede conseguir solamente a través de la superioridad del estado de derecho, es decir el determinar las libertades civiles como una Ley Básica o una Ley Suprema y otorgarle al juez el poder de revocar una ley que contradice la Ley Básica, y que contradice las libertades civiles”.

Estos valores básicos, del imperio de la ley, la separación de poderes, la protección de los derechos civiles, la protección de los débiles y la igualdad ante la ley, para que nadie quede exento de la ley, que fueron confeccionados y grabados en los escritos de Jabotinsky, conforman una parte inseparable de las piedras fundacionales del Estado de Israel, y por lo tanto, también constituyen el cumplimiento de su visión. Jabotinsky combinó su escritura y su pensamiento entre la redención del pueblo judío en su tierra natal, el sionismo y el poder de seguridad, y la colocación de valores liberales en la base de la perspectiva nacional. Así, en su visión, estableció la línea que conecta un Estado judío y democrático, que constituyen dos valores complementarios que forman el todo.

Material y no formalmente

En los 71 años de independencia del Estado de Israel, estos valores fueron el núcleo de la identidad de nuestro Estado. La Corte Suprema, que goza de independencia y prestigio internacional, diseñó en sus fallos la igualdad de todos ante la ley y la protección de los derechos humanos.

Los miles de juicios cuentan la historia de la democracia israelí: La que protege el derecho de las mujeres a participar en un curso de aviación, la que protege el derecho de las parejas del mismo sexo a registrarse como padres de sus hijos, quienes protegen el derecho de los evacuados de Gush Katif a recibir una compensación adecuada por haber sido perjudicados por la Desconexión, es la misma que protege el derecho de un educador, miembro del movimiento Leji, de no ser despedido arbitrariamente de su nombramiento para un puesto debido a sus opiniones personales, y la misma que protege el derecho de los estudiantes de origen sefaradí a no ser discriminado en la escuela.

La independencia del poder judicial, la fuerza vinculante de sus fallos, su capacidad para servir de amortiguador a los poderes legislativos y ejecutivos cuando se implementa de manera ilegal o arbitraria, es una garantía absoluta que el Estado de Israel será una democracia sustantiva y no solo formal en el espíritu de la visión de Jabotinsky. Así aprendí en la casa de mi padre. Así es como trabajé a lo largo de mis años en el servicio jurídico público. Y así continúo actuando como el Fiscal General del Estado de Israel.

 

 

El artículo fue escrito en memoria del padre de Avijai Mandelblit, Baruch (Mickey) z”l, en el marco del libro “Líderes hablan sobre Jabotinsky”- una iniciativa de la “Hanagá Mundial de Betar”.

 

 

 

Fuente: hatzadhasheni.com

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