Enlace Judío México e Israel – La política israelí tiende a ocultar cosas del público, y sin duda, esto es cierto con respecto a la desconcertantemente compleja relación entre el primer ministro Benjamín Netanyahu y su ex asesor, el presidente de Israel Beitenu, Avigdor Lieberman.
NOA LANDAU
Los israelíes están acostumbrados al subtexto político: los guiños, la hipocresía y el doble lenguaje. Por lo tanto, a pesar del aluvión de explicaciones oficiales, a todos les queda claro que el verdadero motivo de este excepcional drama político no es la ley de alistamiento de ultraortodoxos. El problema del servicio militar de los estudiantes de yeshivá ha existido durante décadas. Si esa cuestión estuviese personificada, no creería que de pronto se hubiese elegido como excusa para esta vuelta de tuerca.
De manera análoga, a todos les quedó claro que las elecciones de 2015 no fueron realmente causadas por el comportamiento “subversivo” de los exministros Yair Lapid y Tzipi Livni, que hicieron que el gobierno fuese ingobernable, como afirmó el partido Likud. Sin embargo, esa fue la razón que dieron al público, en ausencia de pruebas claras de lo contrario.
“Las elecciones frecuentes no son algo bueno, pero un gobierno que carece de gobernabilidad, con ministros que actúan en su contra desde adentro, es mucho peor”, afirmó Netanyahu en una rueda de prensa en ese momento. “Debemos celebrar elecciones anticipadas y establecer un gobierno amplio, unido y fuerte”.
Aquellos que dijeron que el motivo verdadero de esas elecciones fue el proyecto de ley contra el diario gratuito de Sheldon Adelson, Israel Hayom, fue acusado de exagerar, de fantasear e incluso de difundir conspiraciones.
Pero, maravilla, el propio Netanyahu reconoció en última instancia que esta fue la verdadera razón del movimiento, en respuesta a la investigación policial sobre su intento de hacer un trato con el diario rival, Yediot Ahronot, para una cobertura favorable sobre el primer ministro a cambio de una legislación para dañar a Israel Hayom. La afirmación de que “Netanyahu fue el que bloqueó la ley para cerrar Israel Hayom cuando disolvió la Knéset y convocó las elecciones” de pronto se convirtió en el testimonio oficial de por qué se convocaron elecciones anticipadas.
Unas pocas horas antes de la fecha límite de la medianoche para formar un gobierno el miércoles, el portavoz del Likud, Jonathan Urich, tuiteó: “No es el servicio militar obligatorio ni los “principios”. Lieberman quiere destruir a Netanyahu. El resto es manipulación”.
Muchas personas en el sistema político están de acuerdo con esto. Desde su punto de vista, fue un acto de venganza personal o, en la versión más práctica de la teoría, es el intento de Lieberman de fortalecer su posición en la carrera por el cargo de primer ministro tras la era de Netanyahu.
Pero Lieberman también ha insistido en que no se unirá a ningún gobierno que no esté encabezado por Netanyahu. Y ante esa negativa, esta explicación también parece insatisfactoria.
Al comentarista del Canal 12, Amit Segal, le gusta afirmar que la conducta de los políticos en Jerusalén es más similar a la comedia israelí “Polishuk” que a la del drama estadounidense “House of Cards”. A veces es una evaluación correcta, pero no siempre. Por ejemplo, no es del todo cierto en lo referente a Lieberman. Se pueden decir muchas cosas en su contra (la lista es larga), pero definitivamente no es tonto. Tampoco susceptible.
Todos los comentaristas que se jactan de saber las respuestas a este drama político, tanto dentro como fuera de la Knéset, deben estar seguros de una sola cosa: que no las saben. Hay diversos intereses personales, conspiraciones e intrigas oscuras entre Netanyahu y Lieberman. Sólo ellos dos saben por qué Israel está siendo arrastrado a otro remolino electoral. Y ninguno de ellos tiene un historial limpio en cuanto a transparencia.
Fuente: Haaretz / Reproducción autorizada con la mención: © EnlaceJudíoMéxico
Las opiniones, creencias y puntos de vista expresados por el autor o la autora en los artículos de opinión, y los comentarios en los mismos, no reflejan necesariamente la postura o línea editorial de Enlace Judío.
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