Enlace Judío México e Israel – La “genetización” del judaísmo no sólo es desagradable, sino que es un profundo deterioro de cómo definimos al pueblo judío.
DR. SHUKI FRIEDMAN
Al leer el Libro de Ruth durante la festividad de Shavuot recordamos una vez más la gran diferencia entre la conversión de entonces y la de hoy. La rápida conversión parece haber sido la norma en los días de Ruth, la mujer que se convertiría en la abuela del rey supremo de Israel: el rey David. Esto contrasta con el proceso de conversión oficial del Estado de Israel y los procedimientos asociados para establecer el linaje judío que tenemos en el país actualmente. En los últimos años, las condiciones establecidas por la halajá, la ley judía, para obtener reconocimiento como judío se han incrementado aún más debido a una tendencia perturbadora de usar pruebas genéticas para definir el carácter judío de los candidatos, esencialmente, una “genetización” del pueblo judío.
Actualmente, tales pruebas son iniciativas privadas, que los tribunales rabínicos del Estado están dispuestos a aceptar como evidencia de judaísmo. La disposición de un organismo oficial de aceptar pruebas genéticas como prueba del origen judío es el primer paso en la creación de un judaísmo basado en la genética y el uso generalizado de bases de datos genéticos. Más allá del hecho de que el uso de la genética para comprobar el carácter judío es desagradable, constituye un deterioro dramático en la forma en que definimos al pueblo judío. Esta es una revolución que debe cortarse de raíz.
En Israel y en todo el mundo, hay cientos de miles de personas que se consideran parte del pueblo judío, pero que tendrían dificultades para obtener el reconocimiento del Gran Rabinato de Israel. Después de miles de años en los que bastaba con reclamar la adhesión al pueblo judío, junto con algunas pruebas halájicas, en las últimas tres décadas, el Gran Rabinato ha adoptado procedimientos cada vez más rígidos para establecer el carácter judío de aquellos que han emigrado a Israel. Muchos de estos inmigrantes han enfrentado una pesadilla burocrática, por falta de la documentación requerida por el Rabinato y, en algunos casos, han tenido que someterse a un proceso de conversión completo.
En los últimos años, gracias a los avances en la ciencia genética y al hecho de que las pruebas genéticas se han vuelto asequibles y ampliamente accesibles, éstas se han convertido en herramientas para que los rabinos y los tribunales rabínicos determinen el carácter judío de los solicitantes. La premisa de los rabinos es que es posible identificar ciertos marcadores genéticos en el genoma de algunos judíos, y, por lo tanto, cualquier persona cuyas células tengan estos mismos marcadores genéticos es, sin duda, judía. Actualmente, el judaísmo de algunos puede determinarse teóricamente a través de los marcadores genéticos existentes y, supuestamente, si se invierten suficientes recursos en este proyecto durante bastante tiempo, se pueden encontrar marcadores genéticos para la mayoría de los judíos del mundo. Por consiguiente, ante la voluntad rabínica de aceptar la genética como prueba de judaísmo, se ha establecido un laboratorio genético con este propósito, y está alentando a los judíos a que se realicen pruebas y se agreguen a la base de datos.
La tendencia a hacer que la adhesión al pueblo judío dependa de la genética, y cambiar los medios por los cuales se demuestra el judaísmo, desde un sistema basado en la confianza y en dictámenes halájicos flexibles hasta otro basado en la identificación genética, corre el riesgo de cambiar el carácter mismo del pueblo judío. A medida que la base de datos de marcadores genéticos de los judíos se expanda, y la cantidad de personas registradas en ella crezca, estaremos peligrosamente cerca de la existencia de dos pueblos: el pueblo judío “genético” y aquellos que se consideran judíos, pero no pueden “comprobarlo”. En otras palabras, tendremos judíos de primera y de segunda clase.
Actualmente, estas pruebas genéticas se llevan a cabo de forma privada, pero hay indicios claros de que el Gran Rabinato de Israel y los tribunales rabínicos, los organismos oficialmente responsables de esta cuestión, están dispuestos a adoptar este concepto. Así, por ejemplo, en el curso de los procedimientos para establecer el judaísmo de los solicitantes ante el tribunal, los jueces están dispuestos a aceptar los resultados de las pruebas, y algunas veces incluso insinúan que tales pruebas deberían llevarse a cabo. Esta tendencia hace eco de otra iniciativa impulsada por el Gran Rabinato: crear una base de datos que contenga la mayor cantidad de información posible, de modo que se pueda utilizar para comprobar el carácter judío de personas en todo el mundo.
En el mundo actual de grandes volúmenes de datos, es fácil imaginar cuál sería el impacto de una base de datos que contenga huellas genéticas (y otra información sobre el judaísmo) de los ciudadanos de Israel, así como de otras personas en todo el mundo. En lugar de ser un pueblo judío, nos convertiríamos en una base de datos judía. En lugar de ser un organismo vivo que respira, cuyos límites están definidos por una combinación de tradición, un deseo de pertenencia y la voluntad de las autoridades halájicas de expandir las fronteras del pueblo judío, nos convertiríamos en un depósito digital, administrado por rabinos y controlado mediante antecedentes y análisis de sangre, que proporcionan un canal exclusivo para lograr el reconocimiento como miembro del pueblo elegido.
El Dr. Shuki Friedman es director del Centro de Religión, Nación y Estado del Instituto Israelí por la Democracia y profesor de derecho en el Centro Académico Peres.
Fuente: The Times of Israel / Reproducción autorizada con la mención: © EnlaceJudíoMéxico
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