Enlace Judío México e Israel.- Sylvia Weinstock es conocida entre sus fans como la “Reina del Pastel” debido a sus diseños ornamentados, coloridos y realistas. Pero pocos saben que no comenzó su carrera en el negocio de la pastelería.
“En 1975, fui a esquiar con mi familia. No me gusta esquiar, así que mejor me puse a hornear”, recuerda esta ex profesora, quien no comenzó a hacer pasteles de manera profesional hasta los 50 años, luego de superar un cáncer de mama.
Weinstock, de 89 años y nativa de Brooklyn, fue juez de la serie de Netflix Nailed It!, y casi se roba el show desde el primer episodio.
“El primer pastel que vendí fue uno de un solo piso relleno de flores de azúcar. Fue para una fiesta privada en el Hotel Carlyle. Luego me seguí con los de dos pisos, y hasta ahora el más alto que he hecho midió 33 metros y miles de flores”.
Comenzó a especializarse en pasteles de boda luego de que William Greenberg Jr., un pastelero del Upper East Side desde 1946, le hacía pedidos porque él no realizaba ese tipo de trabajos.
Weinstock tenía un local en Church Street, Manhattan, que cerró a principios de 2018, luego de que su esposo, Ben Weinstock, se enfermara (murió en mayo de ese año).
Horneó pasteles para numerosos clientes de alto perfil, como Michael Douglas y Catherine Zeta-Jones, Billy Joel, Mariah Carey y Sofía Vergara.
En mayo, comenzó a colaborar con la compañía pastelera parisina Ladurée para crear una línea de pasteles de boda y minipostres llamada Sylvia Weinstock Pour Ladure´e.
¿Qué tipo de pastel tuvo usted en su boda?
Uno de miel, el cual compramos. Tenía 19 años y mi esposo, Ben, tenía 24. Era tan joven que no podía ni siquiera beber un coctel con alcohol. Éramos pobres, unos chicos universitarios. Nos casamos en un seminario judío de Manhattan frente a unas 20 personas.
¿Cómo comenzó su negocio?
William Greenberg me dijo que debería incursionar en la pastelería, así que lo hice. En 1980 hice pasteles por pedido en un pequeño localito.
“Cuando cerré la tienda de Church Street, tenía tres pisos y más de 15 empleados. El elevador podía llevar pasteles al sótano, el cual transformamos en un refrigerador gigante. Vivía en los pisos cuatro y cinco”.
¿Cuántos pasteles de boda hacía al año?
Unos mil. Una rebanada podía costar entre 15 y 100 dólares por persona.
¿Cuáles son algunas de las peticiones más raras de sus clientes?
Hemos hecho pasteles esculpidos con la forma de un Bentley con figurillas de los novios dentro; una copia de la casa que una pareja compró con un letrero que decía ‘Recién casados’.
Otro fue como una caja de vino con seis botellas dentro. Pintamos las etiquetas, que decían: ‘Del Estado de… con los nombres de los padres y luego los de los novios; una caja de zapatos para Steve Madden”.
¿Ha tenido alguna emergencia pastelera?
Hace 10 años, estaba sentándome a cenar cuando recibí una llamada de un manager de banquete. Eran las 19:30 horas del sábado. Me dijo que alguien había chocado contra la pantalla que protegía el pastel y que necesitaba ayuda.
“Fui al Hotel Pierre con flores extra y un glaseador. Arreglé lo que pude y volteamos el pastel. Nos salimos con la nuestra. La novia ni se enteró”.
¿Qué ingrediente no ha utilizado jamás?
Mariguana.
¿Llegaban clientes con imágenes?
Las madres de la novia, quienes comenzaron a pensar sobre la boda de sus hija en el minuto en que dieron a luz a una niña, solían arrancar páginas de revistas con fotos de pasteles, a veces de hacía 10 años.
Las utilizaba como inspiración y punto de partida. Me daba una buena idea para probar su nivel de buen gusto. Uno nunca quiere copiar algo, sino crear cosas propias. Así que bosquejaba su pastel, agregaba acuarelas… Por lo general, aceptaban estas propuestas. También teníamos un catálogo.
¿Cuál es el mejor consejo que puede ofrecer?
Les advierto a las novias: ‘Tú eres la anfitriona, así que quieres algo que complazca el paladar de tus invitados. Si eliges capas múltiples, puedes tener pasteles distintos. Podrías ofrecer tres capas distintas, lo que significa que hay variedad para todos’.
“Si no les gusta una de las capas, se comen la otra. Y si escoges un pastel con nueces, necesitas ofrecer una alternativa para quienes son alérgicos. Ah, y una vez que el pastel se coloca en la mesa, no debe ser movido, pues puede colapsar”.
¿Cuál es el cambio más significativo que ha visto en el negocio de la pastelería?
Hay muchos imitadores que piensan que son chefs pasteleros, pero no lo son. No tienen las habilidades ni utilizan los ingredientes de más alta calidad. La mayoría usa fondant. Yo odio el fondant, es fácil y barato. Nosotros sólo empleamos crema de mantequilla.
“No saben diferenciar las distintas calidades de la mantequilla, la crema, los huevos, de todo eso que importa cuando horneas en porciones. Necesitas conocer la materia prima con la que estás trabajando, además de ser creativo y hacer cosas hermosas”
¿Puede alguien realmente hacer su propio pastel de boda?
Sí puedes, pero no lo haces. Tienes demasiadas cosas en la cabeza. Un día o dos antes de tu casamiento no es el momento ideal para comenzar a hornear.
¿Qué es lo que más ama de este negocio?
El pastel es una obra maestra. Es lo segundo en orden de importancia, luego de la novia. Muchas personas no recuerdan la comida, la música, las flores, pero sí se acuerdan del pastel 30 años después.
“Eso me proporciona un gran placer. Les doy algo memorable. Tengo un momento especial en la boda, lo cual llena mi corazón”.
¿Tiene un momento favorito?
La partida del pastel. Es el primer acto dulce que hacen juntos como pareja después de la ceremonia.
Fuente: reforma.com
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