Enlace Judío México e Israel.- Las alarmas se han disparado desde el pasado jueves cuando la agencia oficial iraní IRNA anunció que dos buques petroleros en la zona del estrecho de Ormuz habían sido atacados y que uno de ellos se había hundido con 75.000 toneladas de carburante a bordo.
GEORGE CHAYA
De inmediato, los países integrantes del Grupo de Cooperación del Golfo, liderados por Arabia Saudita, han responsabilizado al régimen khomeinista de Irán. Estados Unidos, por su parte, ha hecho lo propio a través del secretario de estado Mike Pompeo. El intento de Irán de deslindarse de responsabilidades por el ataque contribuyó a la escalada de acusaciones cruzadas y desmentidas. Aunque Teherán ha bajado su retórica anti-estadounidense en un claro repliegue percibiendo que pudo despertar el músculo militar dormido de Washington, también es cierto que comenzó a mover sus activos donde nunca antes. Por ejemplo, en América Latina.
Desde que el presidente Donald Trump decidió desconectar a su país del tratado firmado con Irán por su antecesor Barack Hussein Obama, el foco de atención de Washington se centró en fortalecer la seguridad en la cercanía de su propio suelo sabiendo que Hezbolá ha hecho pie en la frontera mexicana.
El grupo político-terrorista libanés creado por Irán es uno de los adversarios no estatales más mortíferos como amenaza para los Estados Unidos y simboliza la peor amenaza terrorista de parte del régimen iraní.
La Fuerza Al-Quds, brazo de la Guardia Revolucionaria iraní, es la utilizada usualmente para llevar a cabo operaciones terroristas en el extranjero, además de que comparte la misma ideología radical de Hezbolá y ambas la del régimen de Teherán.
Los objetivos de los khomeinistas y sus grupos delictivos en México y América del Sur se enfocan en la utilización de sus redes y enlaces en la zona para hacer grandes sumas de dinero a través del tráfico de drogas, el lavado de dinero y una sumatoria de ilícitos que financian su actividad terrorista.
Al estar involucrados en el área, estos grupos pueden financiar sus diversos proyectos militares y operaciones terroristas en una búsqueda continua por exportar la ideología revolucionaria iraní a todo el mundo; mientras que establecerse en México les ofrece una potencial y directa puerta acceso a los EE.UU, su mayor enemigo.
Establecidos en México y alineados con el ultra violento cártel de drogas de Los Zetas -el más sofisticado y segundo más poderoso del país y con quien ha desarrollado una sólida sociedad a través de la industria de las drogas ilegales- los cuadros de Hezbolá han comenzado a capacitar a los “soldados de la calle” del cártel en la construcción de sofisticados artefactos explosivos, guerra urbana, técnicas de emboscada, francotiradores y la creación de túneles para ingresar a los Estados Unidos. Estos últimos, a imagen y semejanza del tipo de los que ha construido a lo largo de la frontera entre Líbano e Israel para atacar a las patrullas y a civiles israelíes.
A través de sus programas de contrabando para burlar al ejército israelí en el Líbano, Hezbolá ha desarrollado una gran experiencia en evadir las patrullas fronterizas que hoy está compartiendo con Los Zetas. Esta modalidad importada por los islamistas ha dado al grupo criminal mexicano una ventaja importante sobre los agentes de la ley.
Con Hezbolá muy involucrado en el tráfico de drogas en América del Sur desde hace más de una década -según indican fuentes cercanas a las fuerzas de seguridad de México- “era inevitable que el grupo terrorista no se involucrara con los líderes de los carteles mexicanos”.
Desde que Hezbolá llegó a la escena se ha vuelto muy útil para Los Zetas, que entonces buscaba formas creativas para introducir la droga de contrabando en los EEUU. Además, usufructúan los conocimientos de los miembros de Hezbolá para que los entrenen en el arte de la guerra urbana.
México le da una base firme a la organización terrorista en un país que abarca 45 cruces hacia EEUU a lo largo de una frontera que se despliega en dos grandes desiertos con escasa seguridad y controles (Sonora y Chihuahua), más dos ríos (Colorado y Bravo). Además, el área está surcada por rutas de contrabando, lo que permite al grupo terrorista libanés la oportunidad perfecta para numerosos puntos de entrada.
Las dos rutas principales norte-sur que atraviesan los EE.UU. le permite a Hezbolá acceder a una gran cantidad de pueblos y ciudades donde puede coordinar sus células durmientes y organizar sus redes de tráfico.
Muchas de las llamadas células durmientes han permanecido inactivas durante años, pero según se indica en consignas de portales y redes islamistas, si EE.UU decide tomar represalias contra Irán por el incidente de los dos buques atacados el jueves en Ormuz, esta situación podría cambiar. En este contexto, estas células tienen la orden de activarse para atacar y causar caos y destrucción al interior de los Estados Unidos.
En dirección a la amenaza, el CISEN (Inteligencia Nacional de México) ha señalado que Hezbolá adoctrinó a un número considerable de elementos dentro de las comunidades árabes musulmanas locales, acumulado gran cantidad de mano de obra para ayudarles en sus actividades ilegales.
Las agencias de seguridad mexicanas estiman que al día de hoy el grupo tiene más de 90 células durmientes en toda América Latina, muchas de ellas derivadas de un gran contingente de sus conversos que se han establecido en México para convertirse en soldados de a pie del cártel.
Bajo la fachada de actividades religiosas o culturales, los operativos de Hezbolá han estado trabajando diligentemente para adoctrinar y radicalizar a los musulmanes moderados en un esfuerzo por lograr el sueño de la Fuerza Al-Quds de llevar a cabo un espectacular ataque en territorio estadounidense. Por esto, la percepción de la amenaza derivada de Hezbolá sea cada vez más severa para Washington.
A través de la creación de una comunidad tan grande de seguidores en la región sur del continente, el régimen iraní ha ganado una ventaja estratégica contra su principal enemigo, Estados Unidos. Al mismo tiempo, logró plantar a Hezbolá cerca de la frontera estadounidense con una alta capacidad para proveer logística a sus células durmientes que aguardan desde cerca la orden de lastimar, para lo cual dispone de armas, dinero, apoyo logístico y operacional.
Los ayatolás saben que han tenido éxito en su estrategia de muchos años de negociación con las bandas de narcotraficantes mexicanas que operan cerca de la frontera. Hezbolá logró construir una fuerte alianza con los cárteles de la droga en toda América Latina y al afincarse en México, fortaleció su oportunidad de atacar el corazón de su archienemigo dentro de su territorio.
Hezbolá no sólo ha tenido presencia en América Latina desde mediados de la década de 1980, sino que gran parte de sus actividades se limitan a áreas donde las agencias locales de aplicación de la ley aún tienen dificultades en la lucha para contrarrestar su infiltración. Un ejemplo es la franja de tierra conocida como el área de la triple frontera que comparten Brasil, Argentina y Paraguay. En esta región, Hezbolá utilizó como norma el soborno a funcionarios y oficiales de la ley, principalmente en la zona de Ciudad del Este. De esa manera, su poder se acrecentó a través del manejo de grandes cantidades de dinero en efectivo proveniente del tráfico y la comercialización de drogas ilícitas que hizo prosperar a numerosas bandas narcoterroristas que operan juntas utilizando México como base para sus operaciones en el presente.
La gran cantidad de rutas de contrabando que Hezbolá abrió en América del Sur -desde Venezuela, Bolivia, Perú, las fronteras de Paraguay, Brasil y Argentina- ahora se amplían con su alianza estratégica con la mafia mexicana. Ello, sumado a su presencia en Panamá, el Caribe Venezolano y Colombia, junto a sus numerosas células durmientes instaladas dentro de los Estados Unidos hace que el grupo terrorista de Irán tenga ahora la capacidad de contrabandear cualquier cosa a través de la frontera con México, incluidas las drogas, armas y, si es necesario, los agentes químicos o las armas biológicas que tienen el potencial de generar un gran número de muertes en las principales ciudades de Estados Unidos.
Con 11 embajadas iraníes en la región, el régimen khomeinista ha facilitado el camino a Hezbolá para sus operaciones en Latinoamérica. De ese modo, los agentes de Hezbolá con sede en El Líbano que operan en Latinoamérica son asistidos por una gran cantidad de agentes del servicio secreto de Irán que operan desde el interior de las embajadas iraníes bajo la cobertura de diplomáticos. Pocos años atrás, los informes de inteligencia mexicanas señalaban que dada la influencia y las crecientes actividades iraníes en México, ya en 2015 el CISEN colocó al argentino Edgardo Rubén Assad (también conocido como Sheij Suheil Assad) en la lista de personas con prohibición de ingreso al país. El nombre aparece en varias listas de vigilancia de terrorismo internacional que lo vinculan a los atentados terroristas en Argentina en la década de 1990.
Un nuevo informe del CISEN señaló recientemente que la embajada iraní ha presionado al gobierno mexicano para que éste Assad pueda ingresar y moverse libremente en México. Al mismo tiempo, “la mezquita de Soraya en Torreón, Coahuila, jugó un papel fundamental solicitado la concesión de una residencia a Assad para que éste pueda servir como agregado cultural y educativo en la mezquita”.
El tráfico ilícito de drogas no solo hace que los narcotraficantes se conviertan en millonarios, sino que también financia a grupos terroristas, informó el CISEN. Esto se manifestó a partir de la inteligencia obtenida por la agencia mexicana al descubrir que, a través de una red con sede en Colombia, agentes de Hezbolá en México y Panamá estaban recibiendo dinero proveniente de actividades relacionadas con las drogas desde un Banco de Bogotá para financiar ataques en suelo estadounidense.
Sin embargo, con el retiro del acuerdo nuclear con Irán, Donald Trump redujo y cercó la economía de Teherán en miles de millones de dólares empobreciendo al régimen, especialmente a medida que las nuevas sanciones entran en vigencia. Pero Hezbolá siempre ha estado preparado para este escenario; estableció su multimillonario imperio delictivo, del lavado de dinero y el tráfico de drogas a sabiendas que, en el futuro, es posible que no pueda contar en el flujo del dinero iraní. En consecuencia, su necesidad de volverse más auto-suficiente será aún mayor.
Ahora, el incidente de los buques en Ormuz activó ese brazo narcoterrorista de un régimen asfixiado económicamente que apunta a lastimar dentro de su propio suelo a quien denomina “el Satán” de Occidente. Lo interesante aquí es que muchos académicos, periodistas (militantes) y políticos del partido Demócrata de los Estados Unidos aún persiguen el sueño de ayudar a los clérigos iraníes que llaman “moderados” para asegurar un clima de paz con Teherán. Esta es la razón por la cual las sucesivas administraciones de Estados Unidos nunca empujaron más allá del “umbral del dolor” al régimen Khomeinista.
El interrogante actual es si la administración Trump abandonará esa ilusión y ayudará al pueblo iraní a romper las cadenas de una ideología enferma para volver a convertirse en un estado-nación como había sido por cientos de años.
Fuente: infobae.com
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