Enlace Judío México e Israel.- La Guerra de los Seis Días fue un punto de inflexión decisivo en la empresa sionista. Pero el proyecto de levantar comunidades israelíes en la Margen Occidental y los aspectos mesiánicos del Sionismo no nacieron en 1967. Son etapas en procesos que fueron iniciados por los partidos de los trabajadores y el movimiento Jerut.
GENERAL DE DIVISIÓN (RES.) GERSHON HACOHEN
Cada año, el aniversario de la Guerra de los Seis Días corre contra las piedras de un debate israelí perenne: ¿Quién se desvió del camino sionista?
Cada parte en el debate está convencida de que su oponente es el que se desvió. “Todo comenzó con la victoria en 1967,” comienza la hoja de carga. “El Sionismo religioso abrazó nuevos sueños. La gente religiosa de pronto se volvió mesiánica, y los de derecha se volvieron ultranacionalistas.” El discurso israelí sobre la guerra se desvía de uno a otro lado entre, por un lado, rezos de agradecimiento por la gran victoria y el deseo de extender el control de Israel sobre el patrimonio; y por el otro, un anhelo por los “buenos años” que precedieron a la guerra y una esperanza de un fin a la “ocupación.”
La guerra fue de hecho un punto de inflexión que anunció un gran cambio. Pero la empresa de levantar comunidades israelíes en la Margen Occidental y los aspectos mesiánicos de la empresa sionista fueron sólo una continuación, aunque acelerada, de procesos que habían sido liderados por los pioneros partidos de los trabajadores y el movimiento Jerut.
La canción “Jerusalén de Oro” de Naomi Shemer, como fue interpretada por Shuli Natan en el Centro Internacional de Convenciones de Jerusalén el Día de la Independencia en 1967, menos de un mes antes de la Guerra de los Seis Días, dio expresión abierta a un ánimo de anhelo entre los israelíes. La canción provocó inmediatamente emoción poderosa y no anticipada. Cuando Natan bajó al camarín, fue convocada nuevamente para una actuación de repetición por el alcalde de Jerusalén, Teddy Kollek. Las palabras de la canción tocaron cuerdas de sentimiento público profundo que surgió en ese instante con fuerza sorprendente.
Sin contexto, es difícil explicar la forma en que fue conducida la guerra. Sin el aumento del anhelo por las partes de la patria ancestral que, al final de la Guerra de la Independencia, quedaron más allá de la frontera, es difícil explicar por qué, después que las fuerzas árabes habían sido destruidas en gran parte, y después que había sido lograda efectivamente la victoria en el frente del Sinaí al cabo de las primeras 24 horas, la ofensiva israelí continuó en los frentes jordano y sirio.
La explicación no es un misterio. El Ministro de Defensa Moshé Dayan lo expresó muy claramente. En la conquista de Jerusalén, él dijo: “Hemos retornado a nuestros lugares más santos. Hemos retornado a fin de nunca partir de ellos. A nuestros vecinos árabes les extendemos también en esta hora, aun más en esta hora, una mano de paz.”
La transición a un enfoque proactivo
Desde el inicio, el mesianismo estuvo entrelazado profundamente con el pensamiento de los que lideraban el movimiento Laborista; el Sionismo religioso sólo lo continuó. A raíz de la Guerra de los Seis Días, una mayoría clara de los fundadores del movimiento “Tierra de Israel Completa” vinieron del movimiento Laborista, incluidos los poetas Jaím Guri y Natan Alterman. Aun si es cierto que el Sionismo religioso llevó los aspectos mesiánicos a nuevas alturas, los sionistas religiosos no fueron los primeros en caer bajo su influjo. Ya en la década precedente a la guerra, David Ben-Gurión enfatizó repetidamente, abiertamente y sin reservas, que él reconocía la centralidad de la visión mesiánica para la empresa sionista.
Al final de la Campaña de Sinaí de 1956, el primer ministro dijo: “Esta es la visión mesiánica que ha latido por miles de años en el corazón del pueblo judío, y es mi creencia profunda que es lo que nos ha traído tan lejos, y que sólo si permanecemos fieles a ella durante todas nuestras vidas, nuestra esperanza histórica será realizada plenamente.”
Cuando, en febrero de 1961, el filósofo Nathan Rotenstreich exigió “un fin a la fase mesiánica que ha acosado a Israel por cerca de quince años,” Ben-Gurión respondió en una reunión del Centro del Partido Mapai: “No nos digan que la ‘fase mesiánica’ ha pasado, porque si ha pasado no podremos vivir.”
Tales palabras pueden sorprender a muchos, ya que actualmente la percepción israelí prevaleciente es que el Sionismo conllevó un abandono de la idea mesiánica. Pero esta confusión se resuelve fácilmente. Hay una diferencia fundamental entre el mesianismo abrazado por el ultra-ortodoxo y el mesianismo sionista de Ben-Gurión y Rab Kook. La noción ultra-ortodoxa de mesianismo es influenciada en una gran medida por la Cristiandad e involucra esperar pasivamente al mesías, quien representa la redención enviada desde lo alto.
El Sionismo, por el contrario, adoptó un enfoque proactivo en el cual la redención es obtenida a través del esfuerzo humano. Esta versión de la idea mesiánica concuerda con la perspectiva de Isaac Luria y el Rab Jaim ibn Attar (Or ha-Jaím): a los seres humanos se les pide acercar más la salvación; ellos pueden hacer avanzar la redención a través de sus actos.
Concesiones pragmáticas como una etapa interina
Los proponentes de la retirada a las líneas de 1967 ven a Ben-Gurión como un ejemplo. Fue él quien aceptó en 1937 el plan de la Comisión Peel para una partición del país, y él aceptó la resolución de partición de la ONU de noviembre de 1947 estableciendo un estado judío en la mitad del territorio de la Tierra de Israel occidental.
Y a pesar de todo, en esas horas difíciles cuando él eligió en 1937 aceptar una partición de la Tierra de Israel occidental (y se encontró en un enfrentamiento con Berl Katznelson e Yitzhak Tabenkin), Ben-Gurión no dio su espalda a la visión de la redención de Israel. Como explicó él ese mismo año, él fue guiado por la lógica de un enfoque graduado: “En este territorio en el cual se supone sea establecido el estado judío, no hay posibilidad de resolver la cuestión judía. Sin embargo, la oferta puede servir como una etapa decisiva en el camino al cumplimiento más grande del Sionismo. Dará al poder judío mismo un punto de apoyo en la tierra en el tiempo más corto posible, llevándonos a la verdadera realización de nuestras aspiraciones históricas.”
En palabras simples: entre soberanía cero en la Tierra de Israel y la soberanía inmediata en sólo parte del país, Ben-Gurión eligió soberanía inmediata. Lo importante, como él lo veía, era desarrollar impulso. La concesión fue la medida correcta en el momento correcto, pero nunca tuvo intención de ser final.
Vista desde este punto de vista, la Guerra de los Seis Días fue un hito en un camino que comenzó en los primeros días del retorno a Sión y corrió a través de la Primera Guerra Mundial, la Declaración Balfour, y la campaña a gran escala que llegó en su estela. La Guerra de la Independencia, también, terminó para muchos con una sensación de falta de completud, de esperar la siguiente oportunidad. Cierto, de 1948 a 1967 hubo un intento por lograr la estabilidad y normalidad. Pero el anhelo por las tierras que quedaron enfrente de la frontera no expiró por un instante.
La disputa por la pregunta del futuro del Sionismo
La Guerra de los Seis Días, como un momento histórico, afectó significativamente el desarrollo de la empresa sionista y el Medio Oriente en general. Como parte de la historia sionista, sin embargo, marcó una etapa en una dinámica a largo plazo. Admitir esto significa ver la guerra desde una perspectiva diferente a la de los que vieron las líneas de armisticio de 1949 que permanecieron en vigencia hasta la mañana del 5 de junio de 1967 como un estado de cosas fijo que se suponía sería final.
Esta, entonces, es la pregunta de nuestra época: ¿Qué ha cambiado, y quién ha cambiado? Aquí es donde comenzó la disputa respecto al futuro de la empresa sionista. Para entender adonde se dirige Israel, uno tiene que reconsiderar el esquema de pensamiento que generó un cambio profundo – uno que ahora da forma a la pregunta de nuestro futuro en la Tierra de Israel.
*El General de División (res.) Gershon Hacohen es el principal miembro investigador en el Begin-Sadat Center for Strategic Studies. Se desempeñó en las FDI por cuarenta y dos años. Comandó tropas en batallas con Egipto y Siria. Anteriormente fue comandante de cuerpo y comandante de los Colegios Militares de las FDI.
Fuente: The Begin- Sadat Center for Strategic Studies
Traducido por Marcela Lubczanski para Enlace Judío México.
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