La máquina del odio sigue funcionando

Enlace Judío México e Israel.- Hay muchos analistas que intentan constantemente encontrar explicaciones sociológicas, políticas, etc. sobre el crecimiento del antisemitismo.

EDUARDO KOHN

Sin quitar valor a todos los estudios que se llevan a cabo en Estados Unidos, Europa, Israel, un poco menos en América Latina, creemos que los hechos permiten visualizar las realidades que nos rodean en forma bastante más descarnada que otros métodos.

Desde hace un tiempo, y en este año inclusive, se ha discutido mucho sobre actitudes del gobierno polaco. Hemos analizado desde estas columnas la negativa polaca a la restitución de los bienes judíos saqueados durante la Shoá; hemos visto la dura discusión política sobre el rol de los polacos durante la Shoá.

Detengamos los análisis y miremos un hecho que nos retrotrae a la Historia y nos ubica en el presente: hace pocos días jugaron un partido de futbol Polonia e Israel. Polonia goleó a Israel. Los medios polacos no pusieron en sus titulares gran victoria o amplia victoria. Titularon “¡Pogrom a Israel, ganamos por goleada!” Se puede analizar el proceso histórico del antisemitismo en Polonia, pero el odio ancestral es el que no muta y continúa.

Cuando hoy en día se mencionan hechos antisemitas en Francia, se analiza con preocupación el aumento de cifras, y hasta se mencionan los más recientes hechos, violencia incluida.

Pero seamos cuidadosos. Por un lado, aunque no olvidamos el juicio a Dreyfus y su condena y sufrimiento como rotunda demostración de antisemitismo en Francia; aunque menos olvidamos cuando los franceses entregaron a los nazis 75 mil judíos para que se los llevaran a campos de exterminio, ahora no estamos mirando los siglos anteriores en Francia, sino el actual, y no podemos quedarnos en la palabra incidentes.

Sería injusto no decir que a diferencia del tiempo de Dreyfus y del tiempo de la Shoá, hoy, el Estado francés intenta enfrentar el antisemitismo con las armas legales que tiene.

Que no es suficiente, es otra cosa. Y no es suficiente, porque a veces olvidamos hechos gravísimos que sucedieron hace muy poco.

En 2006, un joven judío de 23 años, Ilan Halimi fue secuestrado en París y asesinado pocos días después, luego de ser torturado. En 2012, un terrorista abrió fuego en una escuela judía de Toulouse y asesinó a tres niños y al Rabino.

En 2014, (guerra en Gaza) una manifestación de la extrema derecha volvió a gritar consignas de la época nazi:” ¡Judíos, Francia no es vuestra!”

En 2015, el comediante fascista Dieudonne M´Bala, que ya había estado preso por incitación al odio contra los judíos, inventó un nuevo saludo nazi que menos de tres años después fue adoptado por los Chalecos Amarillos.

En 2015, tuvo lugar la masacre de periodistas (12 muertos) de Charlie Hebdo por terroristas islámicos. Dos días después otro terrorista islámico entró en un supermercado kosher en París y asesinó a cuatro judíos.

Y al finalizar 2015, terroristas islámicos hicieron varios atentados simultáneos en distintos lugares de París en el mismo día y asesinaron a 130 personas. En julio de 2016, otro terrorista, este de origen tunecino, atropelló una multitud en Niza y asesinó 86 personas.

El año pasado, Mireille Knoll, de 85 años, que había sobrevivido la miserable redada francesa de 1942 que llevó a 75 mil judíos a la muerte a manos de los nazis, fue apuñalada y quemada en su apartamento de París.

Un tiempo antes, en París, Sarah Halimi de 66 años, docente de un jardín de infantes judío ortodoxo, fue brutalmente golpeada en su apartamento y el asaltante la tiró luego por la ventana mientras gritaba versos del Corán.

Es una lista difícil de soportar. En Europa no resurge el fantasma del antisemitismo, porque el antisemitismo no es un fantasma, es una realidad, como lo fue durante la Inquisición, el nazismo, la Rusia soviética.

Cuando en otro partido de fútbol, también de estos días, entre Israel y Letonia, en Letonia, el equipo israelí es recibido con el saludo nazi y un griterío acorde a ese gesto, no podemos señalar sólo el hecho puntual como si viniera desde la nada y fuera perpetrado por un grupo ensoberbecido de odio.

El antisemitismo crece y está allí, en la Europa Occidental de Francia, de James Corbyn en Inglaterra, en Vox en España; en la Europa Oriental del histórico odio en Polonia, Letonia, Lituania, Estonia, Hungría; en los racistas supremacistas del Ku Kux Klan en Estados Unidos; en las extremas derechas y extremas izquierdas latinoamericanas: allí está, porque nunca se fueron desde que aparecieron en siglos pasados que ellos los traen a este siglo 21.

Opinando sobre antisemitismo, la Directora del Centro de Investigaciones del Antisemitismo de Berlín, Stefanie Schuler dice que “No es sorprendente encontrar un resurgimiento del antisemitismo en una época de inestabilidad política y económica prolongada, cuando los ciudadanos de diversas tradiciones políticas y culturales están buscando explicaciones fáciles a situaciones complejas. Así como en el pasado los judíos fueron un chivo expiatorio instantáneo, ahora vuelven a serlo.”

Teóricamente, puede ser. Pero hoy, las responsabilidades en los Estados democráticos son de los Estados y sus gobiernos. El crecimiento del odio es su absoluta responsabilidad, más allá de lo que pueda y deba hacer la sociedad civil. De lo contrario, terminaremos otra vez recordando al pastor luterano Martin Niemoller, cuando escribió en tiempos de Hitler:

“Primero vinieron por los socialistas, y yo no dije nada, porque yo no era socialista. Luego vinieron por los sindicalistas, y yo no dije nada, porque yo no era sindicalista. Luego vinieron por los judíos, y yo no dije nada, porque yo no era judío. Luego vinieron por mí, y no quedó nadie para hablar por mí.”

 

 

 

Fuente: radiojai.com

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