Bienaventuranzas rabínicas

Enlace Judío México e Israel.- Los padres le piden a Dios que sus hijos sean como Efraím y Menashé, dos personajes bíblicos no muy conocidos: los hijos de José, los primeros hermanos de la Torá que se llevan amistosamente.

*MARCELO POLAKOFF

“Bienaventurados los que trabajan por la paz, porque ellos serán llamados hijos de Dios”.

Yo sé que suena al Nuevo Testamento, y de hecho lo es. Se trata de una de las famosas “bienaventuranzas” que pronunció Jesús sobre una pequeña colina en las orillas del Mar de la Galilea.

Allí, exactamente en el mismo lugar, tuve el honor de leer en voz alta este texto ante 13 sacerdotes argentinos que temporalmente dejaron sus diócesis para estudiar en Roma.

Invitados por el Congreso Judío Latinoamericano, compartimos junto al rabino Pablo Gabe la dicha de acompañar a estos curas de distintas provincias durante una semana en Israel, la Tierra Santa.

Podría haber parecido una imagen extraña; sin embargo, no lo fue. Idéntica sensación de sacralidad percibimos en el Muro de los Lamentos, en Jerusalén, donde cada uno de los curas con su respectiva kipá sobre la cabeza cantaron con nosotros a viva voz el Salmo 133 en el original hebreo. Es el que incluye el versículo que reza “qué bueno y qué agradable es cuando los hermanos están juntos y unidos”.

Si alguno cree que se trata de mezclar los tantos o de hacer un cóctel de ambas tradiciones, pues se equivoca. Buscamos tan sólo fortalecer algo que en nuestra tierra se da a menudo y que bien vale la pena exportar: la convivencia interreligiosa.

Lo conversamos personalmente con el patriarca latino de Medio Oriente y también con el curador de los rollos del mar Muerto. La solución de muchos de los conflictos que todavía reinan sobre la Tierra probablemente tenga que ver con cómo se interpreta la idea de la fraternidad.

Si pretendemos llamarnos “hijos de Dios”, no queda otra alternativa que tratarnos como hermanos. Es cierto que algunos lo hacen como Caín y Abel, pero no es menos cierto cómo los padres bendecimos a nuestros hijos varones en la tradición judía. Y los sacerdotes lo vieron en vivo y en directo el viernes por la noche, en una sinagoga israelí que nos recibió con suma alegría para la plegaria y la cena de Shabat.

Los padres le piden a Dios que sus hijos sean como Efraím y Menashé, dos personajes bíblicos no muy conocidos: los hijos de José, los primeros hermanos de la Torá que se llevan amistosamente.

Sin dudas, toda una bienaventuranza…

 

 

*Rabino, miembro del Comipaz

 

Fuente: lavoz.com.ar

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