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jueves 21 de noviembre de 2024

Testigo directo: exagente del Mossad en Irán analiza la crisis actual

Enlace Judío México e Israel.- Eliezer “Gueizi” Tsafrir, último jefe de misión del Mossad en Irán antes de la revolución islámica.

ANA JEROZOLIMSKI

Eliezer (Geizi) Tsafrir (85) lo vio venir. Estuvo allí, en Irán, cuando estalló la revolución islámica del Ayatola Ruollah Khomeini. Hoy, más de 40 años después, observa con detalle la crisis en el Golfo Pérsico, analiza lo que ve como provocaciones iraníes y lamenta que el pueblo de Irán viva “bajo este régimen de dementes”.

Fue el último jefe de misión del Mossad en Irán cuando cayó el Shah Pahlevi y vio con sus propios ojos el cambio de la historia. También había sido el último jefe del Mossad en Kurdistán, en cuyo marco ayudó durante diez años a los kurdos en su lucha contra Irak, especialmente contra el régimen de Saddam Hussein.

Además, fue “casi el último” jefe de misión del Mossad en Líbano, luego del asesinato del Presidente Bashir Jumayiel. En su “rincón libanés”, en una de las habitaciones de su casa, nos muestra orgulloso un plato con el retrato de Jumayiel, que le obsequió, según cuenta, su viuda.

Muy cerca tiene numerosas fotos de los años en los que se sintió uno más entre los kurdos, recordando que le llamaban “el hermano mayor Razi”, destacándose entre ellas una en la que aparece de joven, con el típico turbante kurdo en la cabeza..y parece uno más en el grupo. “Todos los oficiales israelíes que trabajaron con los kurdos, salieron enamorados de ese pueblo”, sostiene con tono de cierta nostalgia.

Sobre sus tres destinos tan singulares, ha escrito tres libros.

Tsafrir, nacido en Tiberíades, en el seno de una familia que generaciones antes, del lado paterno, había llegado de Kurdistán, y del lado materno, de Marruecos y España, domina el idioma árabe en varios de sus dialectos, como si fuera su propia lengua. Lo estudió, explica, “en el terreno”, caminando…no sólo en sus estudios universitarios.

Esta es su visión y parte de su historia.

P: Eliezer, en tres libros de su autoría, usted resume un sinfín de experiencias, sus tres destinos en Kurdistán, Irán y Líbano…Hoy, con todo lo que está ocurriendo en la zona, creo que resulta de especial interés recordar lo que vivió en Irán….

R: Yo fui el último jefe del Mossad cuando estalló la revolución islámica de Khomeini. Mi libro sobre esa época se llama: “Satanás grande, Satanás pequeño- Guerra y fuga en Irán”.Yo estuve a cargo del programa de evacuación de todos los israelíes que se encontraban en Irán, que en determinado momento llegamos a ser unos 1300. El personal de la embajada era la minoría. La mayoría estaban a título privado. Había ingenieros, agrónomos, contratistas de construcción, que ayudaban a desarrollar Irán. Había muy buenas relaciones con el régimen del Shah. También desde un punto de vista de seguridad. Yo creo que podríamos decir que Irán era el segundo país en importancia para Israel, después de Estados Unidos. También había en el país una comunidad judía muy antigua de unas 85.000 personas y era necesario hacer posible para que quien lo quisiera, pudiera irse. Recordemos que la propaganda que hacía Khomeini de cara a la revolución islámica era muy fuerte, contra Israel y los judíos.

Durante el último medio año antes de la revolución islámica, logramos ir sacando gradualmente del país a todos los 1300 israelíes que estaban en Irán, salvo los últimos 34 que nos quedamos en las últimas semanas y que de hecho nos estancamos, como suelo decir, cinco minutos pasada la medianoche…Recién una semana después de la revolución logramos salir, en un primer avión norteamericano de evacuación.

LA SITUACIÓN ACTUAL

P: Vamos a recordar por cierto los detalles de la historia, pero analicemos lo que ocurre hoy. Usted estuvo allí cuando esto empezó. ¿Había algo que le podía hacer imaginar o concebir que 40 años más tarde la revolución de los Ayatolás estaría donde está hoy, firme, desafiante, dominando Irán?

R: No pensé que eso sucedería, que se llegaría a este punto. Pero sí estaba claro desde un comienzo que era una revolución que llegaría a extremos, a situaciones muy difíciles, tanto dentro de Irán como ante el mundo y por cierto respecto a Israel. Pero en aquel entonces no pensé que seguirían una línea tan firme convencidos de que pueden devolver la rueda hacia atrás, que siendo los chiitas sólo el 15% de los musulmanes, puede tratar de volver al siglo VII.

P: ¿Cómo se explica que 40 años después no sólo sigan al frente sino que se animen a tirar tanto de la cuerda, por ejemplo, frente a Estados Unidos? No es sólo cuestión de fuerza militar.

R: Claro que no. Lo central es el fanatismo religioso. Al frente están los Ayatolás que en mi opinión no piensan como gente normal. Es un empecinamiento religioso que guía toda su conducta.

P: Pero la fuerza es clave, la represión que logran imponer.

R: Por supuesto. La represión es muy fuerte. El 80% de los iraníes son jóvenes que nacieron después de la revolución islámica, que quieren un cambio radical, una vida cuerda. Quieren vestir jeans, pintarse los labios, poder encontrarse chicos y chicas en un parque sin problemas. Lamentablemente hoy no lo tienen.

P: ¿Cómo evalúa el desenlace de la crisis actual?

R: No descarto que conduzca a una explosión. Irán no está actuando en forma lógica. Hacen cosas irracionales como la captura de un buque petrolero británico. Pero su línea desafiante y violenta empezó hace mucho, apoyando siempre a elementos extremistas y tratando de imponer su línea en una media luna chiita desde Yemen hasta Líbano. Eso lo hacen desde hace tiempo, mucho antes de las sanciones impuestas por Trump.

LA REVOLUCIÓN Y LA FUGA.

P: Volvamos atrás. ¿Cómo vivió sus últimos días en Teherán?

R: Todo el último año antes de la revolución islámica, fue muy difícil. Vimos que todo iba deteriorándose, con huelgas y todo tipo de ataques .En la propaganda, los islamistas acusaban a la CIA y al Mossad de ayudar al Shah a reprimir y torturar a presos políticos en las cárceles iraníes. No era cierto, en absoluto, pero nadie iba a creer un desmentido. No era sencillo andar por las calles, pero teníamos que hacerlo. Teníamos que dejar en la embajada sólo a algunos pocos de turno, pero trabajar desde casa. También el día en que Khomein volvió a Teherán, salimos a la calle a ver a los millones que lo recibían. Llevábamos una foto de Khomeini, para que la gente crea que somos parte de todo eso.

Cuatro días antes de la revolución, me llamaron a una cita con el último Primer Ministro del Shah, Shapur Bakhtiar. Fui a verlo y le dije que yo estaba a cargo del programa de evacuación de todos los israelíes. Le pedí que me diga cómo está la situación, qué está pasando y él me respondió que está todo bien…pero que nosotros hagamos algo con Khomeini…

P: Les pidió que ustedes lo eliminen…

R: Exactamente. Respondimos que no somos los policías del mundo y que ellos deben lidiar con ese problema, que es de ellos. Fijamos un encuentro para cuatro días más tarde, un domingo, que fue el día de la revolución. Nuestro encargado de seguridad fue a la embajada a cambiar a quien estaba de turno y cientos de personas atacaron la embajada. Prendieron fuego a una estación de policía y volvieron a la embajada empuñando hoces y cosas similares. Yo tenía una cita con el jefe del SAVAK, el servicio secreto del Shah, que en ese momento era más o menos el vice de dios. Bajé al centro y me arrepentí de haberlo hecho porque en cada esquina había revolucionarios islámicos con kalachnikovs, detrás de barricadas .En la oficina del SAVAK había, afuera, islamistas con las armas, y adentro, sacos de arena ya prontos…estaba claro por todos lados que la tormenta estaba por estallar. Esperé al director del SAVAK durante media hora…y me acerqué luego a uno de los secretarios, le pregunté si va a recibirme o no, le dije que la situación está muy mal y tengo que saber qué pasa. El hombre me dijo que su jefe, que supuestamente era quien debía ayudarnos a poder salir del país, estaba con depresión y no podía ver a nadie. Mandó a su número dos, un General. Este entró corriendo a la habitación, pálido como un papel, se me tiró encima y me dijo. “Llévenme con ustedes”. O sea que ya estaba claro que todas las cartas estaban sobre la mesa y que la situación era irreversible…

P: La revolución islámica estaba estallando y ustedes no sabían cómo podrían salir…

R: Así es. Fui a la casa del Embajador Yosef Harmelin y al llegar vi que los dos guardias de la residencia se habían esfumado. El peligro era inminente.

Fijé una cita con el Primer Ministro Shapur Bakhtiar. Lo llamé por teléfono, me contestó su ayudante y me dijo. “¡Decenas de miles de personas rodean el edificio!” y me cortó. A la media hora, oímos el Comunicado número 1 de la Revolución Islámica.

P: Y ustedes todavía en Irán…

R: Eso mismo. Comprendimos que nos equivocamos, que nos estancamos fuera de hora, en una situación sumamente peligrosa. El encargado de seguridad de la embajada me dijo que había quedado adentro una lista de los últimos 34 israelíes que estábamos en Irán, con sus direcciones y teléfonos. Dado que la lista cayó en manos de la revolución, al caer la Embajada, avisamos a todos abandonar sus casas y resguardarse en sitios seguros que habíamos preparado con anticipación. Durante una semana entera estuvimos en esas casas sin sacar la nariz para afuera. Sólo una vez tuve que salir para participar en una consulta especial en la que me pidieron si nosotros podemos dar una recorrida por el desierto al este de Teherán y estudiar la posibilidad de aterrizaje y rescate “azul y blanco”, o sea nuestro. Pero llegué a la conclusión que lo que debíamos hacer era buscar vías de comunicación con la parte cuerda de la revolución.

P: El sector no fundamentalista islámico…

R: Así es. Recordemos que al principio, había una parte de la revolución contra el Shah, que era considerada más cuerda, más equilibrada, en cuyo marco Khomeini había hecho algún nombramiento de figuras de la sociedad local, como Mahdi Bazargan para Primer Ministro. Había ahí abogados, gente que sabía qué significa Derecho internacional, diplomacia. Y estaba por otro lado la parte que yo llamo no cuerda de la revolución, encabezada por un Tribunal Revolucionario Islámico cuyo jefe era el Ayatola Jaljalí. Esa gente primero disparaba y luego preguntaba.

P: Es sabido que al principio, Khomeini utilizó inclusive a la izquierda, y luego eliminó a todos..

R: Por supuesto. Todos pensaban que podrían usarlo a él y luego sacarlo de en medio pero fue él quien movió a todos los demás. El hecho es que yo logré entablar contacto con quien en ese momento era considerado número dos de la revolución. Alguien mediaba entre él y nosotros y le dijo: “hay aquí un grupo de diplomáticos israelíes, que son huéspedes en nuestro país”. Y él dijo: “que me llamen”. Me contacté con él justamente cuando de la central del Mossad en Israel me habían indicado buscar refugio en la embajada de Estados Unidos en Teherán. Pues llamé a ese hombre, el de la revolución, me atendió su secretaria y me dijo que se había ido a la embajada de Estados Unidos que había sido conquistada por revolucionarios. Esa no fue la ocupación de la embajada que todos recordamos, que duró más de 400 días, con la toma de los rehenes, sino algo que duró dos días. Pero poco a poco veía que todas nuestras cartas se iban perdiendo. Logré hablar con él al día siguiente y le dije que somos un grupo de diplomáticos israelíes, que si ellos quieren que sigamos en el país, podemos continuar trabajando (aunque esa no era mi intención), y que espero que él me indique qué es lo que desean. Me respondió que tiene que consultar, que lo llame al día siguiente. Así lo hice y cuando me atendió me dijo: “Se tienen que ir”. Le pedí que avisen a la embajada de Estados Unidos, que están de acuerdo en que seamos evacuados junto con ellos, cuando se abra el aeropuerto.

P: Y usted no tenía más remedio que confiar en él…algo que me imagino no habrá sido fácil…

R: Es verdad. En el día clave, este hombre me derivó a alguien del ministerio de Exteriores que me indicó que a determinada hora, todos los israelíes se presenten en el hotel Hilton , que se había convertido en el centro de evacuación de los norteamericanos, cada uno con solamente una valija. Pero al llegar allí las cosas no estaban tan ordenadas. No estaba claro si nos esperaban o no. Las Guardias Revolucionarias ya estaban allí, revisaban a todos…era todo muy inseguro. Unas horas después de llegar allí, tuvimos que subir a un ómnibus en el que nos llevaban al aeropuerto…pero pensaba que quizás el destino era el Tribunal de la Revolución…El que montaba guardia junto al autobús era un niño de 13-14 años, que llevaba un arma bastante grande, y que resultó se había entrenado en un campamento de Al Fatah en Líbano. O seá que la situación no era nada sencilla…Era todo muy tenso. Mi orden era ser el último en subir al avión, como comandante de todo el operativo.

ENTRE DOS DICTADURAS

P: En aquel momento ¿estaba claro que las cosas no iban en buena dirección, que no se estaba tirando abajo a la dictadura del Shah por algo mejor, sino por otro tipo de dictadura, que luego terminó siendo peor todavía?

R: A mi modo de ver, estaba clarísimo desde un principio. Se veía que la dirección era negativa. Cada vez era más claro que toda la incitación de Khomeiny no era sólo contra el Shah y el SAVAK sino también contra los judíos en general, contra Israel y Estados Unidos…

P: Israel tenía buena relación con el régimen del Shah, que todos sabemos era un duro dictador ¿Cómo puede usted explicar por qué Israel tenía que mantener ese vínculo con uno de sus vecinos no inmediatos tan importante como Irán del Shah, inclusive sabiendo que él estaba lejos de ser un gran demócrata?

R: Israel ha vivido muchos años en situación de guerra, de profundo conflicto con el mundo árabe y en cierta medida con el mundo islámico. La sensación siempre fue que si ese conflicto no es eterno, pues será sí por muchísimos años. Con eso de fondo, sintiéndonos aislados, tuvimos necesidad de buscar amigos donde podíamos encontrarlos. Así fue desde los tiempos de Ben Gurion, que hizo un pacto de minorías en la periferia. Todo aquel que es enemigo de mi enemigo, es mi amigo. No tuvimos el lujo de buscar sólo amigos democráticos. En realidad, hoy nadie determina amistades únicamente según la consideración moral pura. Surgió la posibilidad de un pacto secreto estratégico tanto con Irán como con Turquía. El régimen del Shah, aunque es musulmán, no es árabe y su población es chiita. Tenía muchas tensiones con el mundo árabe. Turquía por su parte, aunque su población musulmana es sunita, igual que la mayoría del mundo árabe, tenía muchas quejas contra el mundo árabe, que considera traicionó al Imperio Otomano y al Califato en su momento. Todo esto hizo que lleguemos a la posibilidad de un pacto común con estos países, basado en elementos como mutuas consultas, intercambio de información sobre objetivos comunes.

P: ¿Y esto no equivale a decir, por ejemplo, que Israel apoyó la represión del Shah?

R: ¡Por supuesto que no! Bajo ningún concepto, nunca intervenimos en nada de eso. Es más: en este tipo de regímenes dictatoriales, incluso cuando uno está en contacto por ejemplo con Generales del Servicio Secreto, en relación a temas comunes, también tiene que cuidarse muchísimo para que nada parezca como intervención en sus temas internos. También en lo referente a la situación de los propios judíos iraníes, porque eso es considerado un tema interno iraní. Y respecto a Turquía, algo similar, que queda reflejado en lo que me dijo una vez una importante personalidad turca: “En el patio del Sultán, ladran sólo perros turcos”, o sea, cuidado, no intervengan en lo que no les atañe.

P: Es problemático todo este tema de los aliados no democráticos—pero Israel evidentemente no fue el único país que tuvo relaciones cercanas con países de ese tipo, aunque el caso de Israel tiene de fondo la explicación del profundo aislamiento regional…

R: Con esto me recuerdas otra cosa. Yo fui testigo de cómo Jimmy Carter, entonces Presidente de Estados Unidos, traicionó al Shah de Persia, que había sido columna vertebral de la política norteamericana en Oriente Medio. Le hizo perder toda su seguridad y así la oposición islámica comprendió que Estados Unidos ya no apoyaba al Shah, lo cual le ayudó a dar un paso más hacia adelante en el avance de la revolución islámica. Carter tuvo un rol clave en todo eso. De la misma forma, vimos cómo el Presidente Barack Obama traicionó a Mubarak, que había sido su aliado, también columna vertebral de la política norteamericana y del mundo libre en la región, así como de la política en pro de la paz en la zona.

P: Obama lo planteó en términos de “ideales”…del apoyo a la democracia.

R: Quiero aclarar este punto. No critico esa actitud porque esté contra la democracia, en absoluto. Toda persona ilustrada debe aspirar a vivir en democracia y a que también los demás puedan hacerlo. Pero hay que saber hallar el camino apropiado para hacerlo, sin traicionar a aliados y amigos, sabiendo además que la democracia en Oriente Medio no es un producto tan común y pronto para usar. Hay un dicho conocido, que usa a menudo el Director de la televisora “Al Arabiya”, patrocinada por Arabia Saudita, que es especialmente tajante: “El Islam y la democracia no se encontrarán”. Así de duro. Yo digo que si caen del cielo elecciones democráticas y libres para el mundo árabe e islámico, el ganador será el Islam fundamentalista. Y ese día, termina la democracia.

SER AGENTE DEL MOSSAD EN LA BOCA DEL LOBO

P: ¿Qué debe tener una persona para ser apropiada para estas situaciones?

R: Hay cualidades básicas que todo servicio de inteligencia del mundo buscará en su gente: integridad, dedicación y entrega a la meta, capacidad de actuación y valentía, pero no valentía exagerada que equivalga a estupidez de quien se da la cabeza contra la pared una y otra vez, sin pensar…

P: ¿Tuvo miedo alguna vez? ¿Sintió en algún momento “me muero, de esta no salgo”?

R: Por supuesto. Muchas veces. Pero el “miedo” es algo relativo. Hay quien tiene miedo casi clínicamente., gente que por miedo no logra hacer nada y no va a llegar a nada en la vida. La mayor parte de la gente tiene miedo…y todos tenemos un sistema natural de alerta ante situaciones que pueden provocar miedo. En el mundo de la Inteligencia y el Servicio Secreto, no existe no tener miedo. Se necesita un carácter muy determinado y una instrucción apropiada, para saber cómo controlar los miedos y seguir adelante con la actividad que uno tiene que hacer a fin de no exponerse. Quien tiene miedo no sólo corre peligro por la situación misma en la que se encuentra sino que por el miedo puede comportarse de una forma que lo exponga y así lo haga correr más riesgo.

P: ¿Será correcto decir que Israel, por su situación especial en la región en la que vive, necesita más que otros un buen aparato de Inteligencia?

R: Sin duda. Tienes toda la razón. Para Israel, el tema, si no es existencial, se acerca a ello. Cuando hay tantas amenazas alrededor, un buen servicio de Inteligencia es una condición para evitar muchos problemas y hasta diría que ahorra guerras.

P: Eliezer ¿considera que la aureola de prestigio que acompaña al Mossad es justificada?

R: Si, creo que sí. Se considera en general, entre los servicios de Inteligencia, que el Mossad logra hacer cosas imposibles. Claro que hay que ser cauteloso porque también comete errores. Pero sólo quien no hace nada, no se equivoca. Hay otros servicios de inteligencia con no menos capacidad que la del Mossad, pero claro está que para nosotros es muy importante que nuestro sistema de Inteligencia sea sumamente capaz y esté siempre listo.

P: Antes le pregunté qué se necesita para ser un buen agente secreto ….Se me ocurre que para serlo en esta zona, como israelí, más allá del deseo de aportar a la seguridad y de la ideología que probablemente lo acompaña, también tiene que sentir una atracción especial por la cultura del entorno en el que trabaja, que es justamente el del “enemigo”, lo árabe, lo islámico…

R: Te lo contestaré directamente. La cultura árabe y la cultura islámica, el idioma árabe, son tan ricos, que pienso que si se entregaran a sus valores culturales, el mundo sería diferente. Yo cito continuamente proverbios árabes maravillosos, cada uno de los cuales guarda una enseñanza especial. Es una pena que el mundo islámico no se entrega a esos valores sino que en lugar de ello adopta tonos extremistas, que lamentablemente creo que nos darán problemas por mucho tiempo más.

 

 

 

 

Fuente: semanariohebreojai.com

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