Enlace Judío México e Israel – El conflicto palestino-israelí es uno de los más persistentes y de difícil resolución de la época moderna. Sin embargo, no siempre estuvo ahí. Hubo un tiempo en que musulmanes y judíos convivían pacíficamente en Palestina. Hay Amín Al Husseini es uno de los responsables de que eso haya cambiado.
Antes de la Primera Guerra Mundial, tanto árabes como judíos palestinos convivían en paz en Palestina, que en aquél entonces era sólo una provincia del Imperio Otomano. Después de la guerra, la región quedó en un status de colonia inglesa, por lo que ninguno de los dos pueblos pudo concretar su independencia. Durante este tiempo de mandato británico, la inmigración judía aumentó y llevó un gran progreso a toda la región; sin embargo, los árabes palestinos manifestaron con violencia su rechazo. Mientras que por su parte, los judíos mostraron firmes intensiones de quedarse y ante los ataques, respondieron con defensa y con más inmigración.
El sionismo aumentó la demanda de judíos por comprar tierras en Palestina, y quien aprovechó esta nueva demanda fue el Mufti de Jerusalem, pues compró grandes terrenos a los árabes campesinos para más tarde venderlos a los judíos a precios exorbitantes, y sacando con esto, una ventajosa ganancia individual. Por el lado judío, hubo compradores judíos con poder adquisitivo como la familia Rothschild, que apoyaba la causa sionista, así que debajo de aquellos kibutzim en donde la gente solía trabajar, existía un comprador, un vendedor y sobre todo, un acuerdo completamente legal.
De este modo, durante las primeras dos décadas del siglo XX los judíos establecieron nuevos poblados y la inconformidad de los árabes palestinos se empezó a dejar notar. La violencia cobró mayor importancia en 1921, cuando 43 judíos fueron asesinados en Tel Aviv y Jaffa. Pero sin duda, el pogrom que más impacto causó fue el realizado en 1929 en las ciudades de Safed, Jerusalem y Hebrón, dejando como saldo 140 judíos asesinados; dicha masacre fue provocada por el Mufti Haj Amín el Husseini, quien distribuyó el rumor de que los judíos habían hecho estallar bombas en la mezquita de Omar; las acusaciones eran falsas, pero tuvieron la capacidad de causar en la población árabe palestina una monstruosa agresividad.
Y es que si los judíos palestinos tenían un enemigo, éste se llamaba Haj Amín el Husseini, un líder que representaba la mayor expresión de nacionalismo árabe. El Mufti era responsable de muchas muertes, tanto de judíos como de su propia gente, pero para los árabes palestinos Husseini no sólo era un líder, sino además, una gran fuente de inspiración.
En 1936 la violencia entre árabes y judíos en Palestina llegó a su clímax. Durante tres años las calles de la región estuvieron convertidas en un campo de batalla. En 1939 cuando la revuelta por fin fue controlada, surgió un problema mayor: un autoritario líder llamado Adolfo Hitler invadió Polonia; se avecinaba una guerra mundial y Palestina dejó de tener la atención internacional.
Ante los ataques violentos, la ideología sionista se dividió en dos: los que creían que la vía diplomática les daría un estado y los que creían que el sueño se haría realidad tomando las armas y luchando. Es como si Theodoro Herzl se hubiera partido por la mitad; para los jóvenes había dos opciones: unirse al violento Irgun o ser parte de la mayoritaria Haganá.
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