“Quisiera abrir lentamente mis venas
Mi sangre toda vertirla a tus pies
Para poderte demostrar
Que más no puedo amar
Y entonces morir después
Y sin embargo tus ojos azules
Azul que tienen el cielo y el mar
Viven cerrados para mí
Sin verte estoy así
Perdida en mi soledad
Sombras…nada más
Entre tu vida y mi vida
Sombras…nada más
Entre mi amor y tu amor”
José María Contursi – Francisco Lomuto
Enlace Judío México e Israel.- Sé (sabemos) que el hombre llegó a la luna, porque por aquellos días, con mis padres, en la calle de Cuernavaca en la Condesa, unas temblorosas imágenes nos lo mostraron. Pero hay quienes dudan de que fuera así en realidad, aunque en estos días nos volvieron a pasar esas imágenes del Apolo 11, en tecnicolor, para que nos emocionemos viendo una realidad que jamás conoceremos directamente.
SHULAMIT BEIGEL PARA ENLACE JUDÍO MÉXICO
Las teorías de la conspiración están por todas partes. De forma inocente algunas veces y, en otras, de manera intencionada, buscan distorsionar la realidad, la historia y el conocimiento científico. Hay quienes todavía creen que fue un montaje del gobierno de Estados Unidos, grabado en un desierto de Nevada por el famoso director de cine Stanley Kubrick.
Todo este tema del hombre llegando a la luna me ha hecho pensar que lo mismo ha sucedido con otras cosas, las dictaduras por ejemplo. Esos regímenes, a lo largo de la historia, no podían darse el lujo de mostrarnos todo. Pero las cosas cambiaron, y poco a poco China por ejemplo, fue penetrada, primero por videocasetes y luego por chips, introducidos de contrabando, tal y como lo hiciera el periodista Jorge Ramos, a quien Nicolás Maduro le dijo que se iba a “tragar con Coca-Cola” su “provocación”, cuando Ramos le presentó una lista de presos políticos durante una entrevista el pasado febrero. Todo gracias a una filtración.
Hoy no se puede ya ocultar nada. Aunque de Corea del Norte poco sabemos, recientemente alguien en ese país pulsó un botón equivocado y dejó a la vista de todo el mundo una lista con las 28 webs que conforman su internet. Esas webs son una perfecta metáfora del cierre hermético de Corea respecto al resto del mundo. Pero aún y a pesar de esa clausura, hay personas que han conseguido entrar en ese país para visitarlo o trabajar, y sus vivencias se plasman en cómics o documentales, y gracias a ellos podemos saber algunos detalles sobre la vida que llevan los norcoreanos bajo su gobierno.
De Albania no se sabía nada hasta la disolución de la república socialista en 1991. Durante casi cuatro décadas bajo su gobierno, Hoxha, su dictador, rompió relaciones con diversos países socialistas. El país fue aislado totalmente de Occidente. Sombras nada más.
A Irán, más allá de las pocas noticias de los medios de comunicación, la conocemos a través de su cine. Asghar Farhadi por ejemplo, director iraní, incluido dentro del listado de las 100 personas más influyentes del mundo, pertenece a una generación de directores que han renovado el cine persa, enfrentándose a la censura en un país que considera obsceno cualquier tratamiento de la mujer que se aleje de los cánones que establecen los clérigos iraníes. Un cine que nos permite conocer cómo vive su gente, cómo es el día a día de las mujeres y que encuentra en los niños el vehículo para contar las incoherencias sociales, políticas o religiosas. Al igual que la Luna o Corea del Norte, Irán existe y es retratado desde muchos ángulos por el gran valor divulgativo y documental de su cine, para contarle al mundo la verdad.
Pero no siempre pueden hacerlo. Y a la larga, coreanos e iraníes chinos, cubanos o albaneses, tienen que utilizar lo abstracto. Sombras nada más. Imágenes abstractas, palabras abstractas, a una realidad vivida y conocida. No debe sorprendernos que Gorbachov haya utilizado la palabra Glasnost, voz rusa que significa transparencia, apertura o franqueza. Y fue esta política la que proporcionó una mayor cobertura informativa de la oposición al sistema imperante. Sabíamos lo qué pasaba. Pero no sabíamos, pues lo esencial se nos daba en abstracto, fuera de contexto. Sombras nada más.
Las grandes acciones se han desencadenado siempre a través de una imitación burlesca que caricaturiza a una persona, una obra de arte o una cierta temática. Por ejemplo: Una se pregunta, (yo en este caso), viendo hoy las imágenes de Hitler, ¿cómo pudo lograr que esas masas de gente lo vitorearan con esa histérica felicidad? ¿Eran todos nazis de alma? No puedo creerlo. Y la respuesta (una de ellas), es que se apoderó de la voluntad del pueblo gracias a la radio y la prensa.
Cuando Hitler llegó al poder Alemania tenía una infraestructura de comunicación bien desarrollada. Se publicaban más de 4.700 periódicos diarios y semanales al año; más que en cualquier otra nación industrializada, con una circulación total de 25 millones de ejemplares.
La industria cinematográfica se encontraba entre las mayores del mundo; además, la nación era pionera en el desarrollo de la radio y la televisión.
Al principio, los nazis apenas si controlaban menos del tres por ciento de esos periódicos, pero ya en el poder, se eliminó el sistema político multipartidista, lo cual no solo provocó la desaparición de cientos de estos periódicos, sino que permitió que el Estado confiscara los medios, y se estableciera el control sobre la prensa independiente. El régimen utilizó la radio, la prensa y los noticieros cinematográficos, para avivar el temor de un “levantamiento comunista en proceso”, canalizando la ansiedad popular en medidas políticas que erradicaron las libertades civiles y la democracia.
El editor de Völkischer Beobachter, periódico del Partido Nazi, era el escritor antisemita Alfred Rosenberg; el periódico se especializaba en publicar exageraciones de los temas favoritos de los nazis: la humillación del Tratado de Versalles y el “flagelo” mundial de los judíos y el bolchevismo. Todos estos temas se contrastaban con eslóganes patrióticos nazis.
Der Stürmer, traducible al español como “El Atacante”, fue un tabloide semanal de ideología, fundado a principios del año 1923, y el periódico antisemita más célebre de Alemania. Se publicó durante más de 20 años, publicando historias espeluznantes sobre “asesinatos rituales”, delitos sexuales y desfalcos financieros cometidos por judíos. Después que el nazismo asumió el poder, la circulación del periódico aumentó de 14.000 ejemplares en 1927 a casi 500.000 en 1935.
Los nazis entendían el poder de las tecnologías emergentes como el cine, los altavoces, la radio y la televisión al servicio de la propaganda. Desde 1933, la radio transmitía los discursos de Hitler a los hogares, las fábricas y hasta en las calles, por medio de altavoces. Los funcionarios del Ministerio de Propaganda de Goebbels, vieron la gran promesa que significaba la radio para la propaganda, y se otorgaron subsidios para la fabricación de los “radios del pueblo” muy baratos, para facilitar su venta. Para 1935 se habían vendido 1,5 millones, lo que convirtió a Alemania en el país con la mayor cantidad de radioescuchas del mundo.
Además, Alemania se convirtió en la primera nación que introdujo el servicio regular de televisión. Joseph Goebbels, ministro de propaganda, vio el gran potencial propagandístico del nuevo medio, y pensaba que se podía aprovechar mejor aún, a través de la experiencia colectiva, como el cine o el teatro.
Como se sabe, en tiempos de guerra, los gobiernos censuran el acceso del público a la información, para evitar que ésta se filtre al enemigo o para aislar a la población de la información que podría debilitar la moral de la gente. Cuando Alemania invadió Polonia, el régimen nazi implementó medidas severas para evitar que su población recibiera información del exterior, y se prohibió a los ciudadanos que escucharan transmisiones extranjeras; hacerlo constituía un delito.
Pero no solamente las dictaduras utilizan los medios. Desde Robert Kennedy, no ha habido un presidente norteamericano que no le deba su elección a la imagen televisiva. Sin ánimo de comparación, pero recuerden a Jomeini, en Irán, su voz estuvo grabada en casettes mucho antes de que se trasladara físicamente de Francia a Teherán en 1979, cuando la revolución ya se había consumado, y su voz y el contenido de la misma, ya todos los iraníes la conocían. Y si la revolución islámica triunfó fue gracias, en parte, a las protestas llevadas a cabo por los estudiantes, influidos por esa voz y su contenido. Y eso que en aquella época no contaban con las ventajas que se tienen ahora: Internet, redes sociales y teléfonos celulares.
Los tiempos cambian y las sociedades lo hacen en una medida más o menos similar. Las generaciones actuales, no sólo en Irán, sino en cualquier parte del mundo, tienen acceso y hacen uso sofisticado de las redes electrónicas. Es casi imposible controlar a millones de ciudadanos del mundo, que tienen acceso a internet y un teléfono celular. Eso deberían saberlo los políticos del mundo.
Todo esto nos lleva atrás en el tiempo, a recordar el mito de la caverna, una alegoría de la teoría de las ideas propuesta por Platón, que empieza hablando sobre unos hombres encadenados a las profundidades de una caverna desde su nacimiento, sin haber podido salir de ella, permanecen siempre mirando a una de las paredes, con las cadenas atrapándolos. Detrás de ellos hay una hoguera que ilumina un poco el lugar, y entre ella y los encadenados hay un muro, que Platón compara con las artimañas que realizan los tramposos para que no se noten sus trucos.
Entre el muro y la hoguera hay otros hombres que llevan consigo objetos que sobresalen por encima de ellos, de manera que su sombra es proyectada sobre la pared que están mirando los encadenados. Por lo tanto, éstos últimos, ven la silueta de árboles, animales, montañas a lo lejos, personas que vienen y van, etc.
Platón sostiene que esos hombres encadenados se parecen a nosotros, ya que ni ellos ni nosotros vemos más que esas sombras tramposas, que parecen una realidad engañosa. Esta ficción proyectada por la luz de la hoguera los (nos) distrae de la realidad: y en la caverna permanecemos encadenados.
Si uno de los hombres se liberase y pudiese mirar hacia atrás, la realidad le confundiría: la luz del fuego haría que apartase la mirada, y las figuras borrosas que pudiese ver le parecerían menos reales que las sombras que ha visto toda la vida. Del mismo modo, si alguien obligase a esta persona a caminar en dirección a la hoguera y más allá de ella, hasta salir de la caverna, la luz del sol aún le molestaría más, y querría volver a la zona oscura.
Así estamos muchos de nosotros, sin querer ver que hay una verdad que existe independientemente de las opiniones de otros. La presencia de los engaños constantes desde que nacemos, nos hace permanecer lejos de la verdad, y el cambio cualitativo que supone acceder a esa verdad no es fácil, aunque una vez que se la conoce, no hay marcha atrás.
Estos ingredientes se pueden aplicar también al día a día, concretamente a la manera en que los medios de comunicación y las opiniones hegemónicas moldean nuestros puntos de vista y nuestra manera de pensar, sin que nos demos cuenta de ello.
Los engaños surgen de una voluntad de mantenernos, a los demás, con poca información. La mentira está compuesta por aquello que parece evidente desde un punto de vista superficial, y es que si no tenemos motivos para cuestionar algo, no lo hacemos, y su falsedad prevalece.
El acto de liberarse de las cadenas sería un acto de rebeldía, aquello que solemos llamar revoluciones, o cambios existenciales individuales. Por supuesto, no es fácil rebelarse, ya que el resto de la dinámica social va en sentido contrario. La liberación supone ver cómo muchas de las creencias más interiorizadas que tenemos pueden tambalearse, lo cual produce incertidumbre y ansiedad. Para hacer que este estado desaparezca, es necesario seguir avanzando en el sentido de ir descubriendo nuevos conocimientos. No es posible quedarse sin hacer nada.
Lamentablemente ellos, los dueños del mundo, controlan los medios de comunicación y estamos cada vez más metidos en la caverna. Las noticias que recibimos se diluyen. Un día nos convencen que comer muchos huevos es malo por el colesterol y otro día que es bueno. Vacunarse es malo para unos y bueno para otros. Todo es como una abstracción, imágenes que nos han vendido, y en ellas creemos. Vivimos de información y sin embargo no vemos la realidad. Sombras por todos lados. Ya la realidad ni siquiera nos inquieta.
Al final, no nos queda más que asumir un camino individualista, ya que es el individuo el que, por sus propios medios puede acceder a lo verdadero, mediante una lucha personal contra las sombras y los engaños. En este espacio de libertad que todavía existe y que es el de todos.
Las opiniones, creencias y puntos de vista expresados por el autor o la autora en los artículos de opinión, y los comentarios en los mismos, no reflejan necesariamente la postura o línea editorial de Enlace Judío.
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