Enlace Judío México e Israel – El martes 27 de agosto se llevó a cabo, en el Centro Ramat Shalom, la conferencia “De la serpiente al Satán, el origen del mal en el judaísmo antiguo”, del Dr. Adolfo Roitman. Donde el experto realizó un viaje histórico, conceptual y simbólico por los textos oficiales y apócrifos para explicar la evolución del concepto del mal en el judaísmo.
El doctor Adolfo Roitman apeló a una erudición notable pero también al sentido del humor que lo caracteriza para mantener cautivos en sus asientos a los espectadores que acudieron a escucharlo desmenuzar un tema central para el pensamiento: el mal.
“El texto de la Torá debe ser leído en su propia naturaleza, donde la verdad no es una verdad histórica sino es una verdad espiritual”, dijo al comienzo de su conferencia en Ramat Shalom. Bajo esa advertencia no hubo engaño, pues a partir de ahí, Roitman comenzó a preguntarse por el origen del mal en el pensamiento judío, siempre en el contexto de esa antigua civilización que convivió con otros pueblos y heredó de ellos sus símbolos, sus imaginarios e incluso sus demonios.
“La sensación que tenemos después de leer el Génesis I es que el mundo es bueno, que la creación que salió de la mano de Yavéh es un mundo bueno”, dijo. “Sin embargo, en el mundo hay maldad, hay guerras, hay enfermedad, hay muerte, y desde que el hombre es hombre, se hace la pregunta ¿de dónde viene el mal?”
¿Quién es el responsable del mal? En los primeros textos judíos no parece haber mucha duda. “Esta pregunta es mucho más acuciante en una tradición religiosa que afirma que el mundo que salió del Dios creador es bueno.”
Dijo que el texto bíblico presupone que el mundo no nace de la nada, sino de una materia, del caos. Ya las aguas son parte del mundo, aquellas sobre las cuales revolotea el espíritu del dios que le dará forma al mundo. Pero a diferencia de otros pueblos de la región, que pensaban que había dos fuerzas en oposición, el bien y el mal, “la fe de Israel dice que solo hay un Dios. Y todo lo creó Dios: también el mal.”
“La tradición bíblica afirma que tenemos libertad de elección, el libre albedrío, pero para tener libertad debemos de tener al menos una opción. Tenemos dos caminos y está en el hombre elegir. Obviamente, en función de la elección (que tome el hombre) va a tener consecuencias.”
Según Roitman, nada se dice sobe la unión carnal de Adán y Eva en el Paraíso. Es hasta que son expulsados que aparece el sexo. “¿Qué después tenemos? Envidia entre hermanos. Y después tenemos el fraticidio, el asesinato. Tenemos el diario de noticias de mañana”, bromeó el erudito.
Cuando la serpiente habla con Eva en el Paraíso y desmiente al mismo Dios al decir que no morirá la pareja si come del árbol prohibido, “se presenta como una alternativa al Dios creador”. “Dios sabe muy bien que cuando coman de ese árbol se les abrirán los ojos y llegarán a ser conocedores del bien y del mal”, dice la serpiente. “¿Pasó o no pasó?”, pregunta Roitman y responde: “sí pasó. Eso es lo que pasó. La serpiente no mintió.”
La serpiente es un símbolo. Y no es un símbolo inventado por los antiguos hebreos sino por muchas culturas contemporáneas y predecesoras. Aparece en Mesopotamia, en Babilonia y en Egipto, aparece en Grecia y en muchas otras civilizaciones. “El texto bíblico dialoga con otros textos y con otras ideas”. La serpiente aparece como símbolo del mal y de la muerte en otras culturas que el pueblo de Israel conoce.
Pero la serpiente no sólo está asociada al mal sino también a la sexualidad. Cuando Eva y Adán prueban el fruto prohibido conocen la sexualidad y la vergüenza, el pudor, y es entonces que se cubren. La historia del Génesis es también la historia de cómo el hombre se vuelve hombre.
Cuando Dios condena a la serpiente a arrastrarse, está implícito que esa primera serpiente no lo hacía. Entonces, el erudito hace un repaso de la imagen de la serpiente en otras culturas de la región, donde se la puede ver alada, con patas, con miembro viril y hasta antropomorfa.
Luego entonces, Roitman se pregunta por Satán, y da cuenta de que no fueron los cristianos quienes le atribuyeron a la serpiente el encubierto rostro del Diablo sino los judíos de la época del segundo templo. Esa insoportable tensión que produce la idea de un Dios que crea el mal, de un hombre que decide tomar el mal y así hacerse humano, encuentra en el mismo judaísmo una liberación que da pie al pensamiento cristiano, mucho más dualista en ese sentido, y es entonces que a través de la serpiente habla la voz del mal.
Según Roitman, los seres humanos se liberan así de la responsabilidad y comienzan a culpar a Satán por los pecados que cometen.
Después de la conferencia, que puedes ver completa en el video que compartimos contigo en esta publicación, el catedrático abrió una sesión de preguntas y respuestas para luego concluir su participación.
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