Enlace Judío México e Israel – Estamos en 2019, no en 2006; el primer ministro de Israel es Benjamín Netanyahu, no Ehud Olmert; y el líder de Hezbolá, Hassan Nasrallah ya no es el mismo Hassan Nasrallah.
HERB KEINON
Esto explica por qué las tensiones de este domingo en la frontera entre Israel y Líbano terminaron sin bajas en el lado israelí, en lugar de una Guerra del Líbano de 34 días, como sucedió en el verano de 2006, la última vez que las tensiones a lo largo de la frontera norte se intensificaron a tal grado.
Ni Netanyahu ni Nasrallah están interesados en una guerra en este momento. Nasrallah, porque quiere sobrevivir, y sabe que una guerra con Israel traería al Líbano un grado de destrucción nunca antes visto. Ese mensaje se ha transmitido repetidamente en los últimos años y meses.
Y Netanyahu, porque tiende a evitar una guerra. Lo último que necesita dos semanas antes de las elecciones es una gran conflagración militar en el norte. Netanyahu sabe bien que es fácil iniciar una guerra, y que al principio suele tener un gran apoyo del público para tal movimiento, pero que este apoyo se agota conforme las bajas israelíes comienzan acumularse.
Esta es la razón por la que también ha resistido firmemente los llamados, incluso justo antes de las últimas elecciones de abril y durante el mes pasado, a favor de lanzar una campaña militar a gran escala en Gaza también.
Aunque tal medida podría ayudarlo políticamente a corto plazo – tanto con los residentes del Sur, que están cansados de vivir bajo la amenaza de cohetes, como para defenderse de acusaciones de debilidad de ambos lados del espectro político. A largo plazo es muy consciente del costo, tanto humano como político.
Netanyahu se ha mantenido en el cargo 13 años y medio, y durante este tiempo Israel no ha estado involucrado en una guerra importante. Se ha embarcado en campañas relativamente pequeñas en Gaza, como la Operación Pilar Defensivo en 2012 y la Operación Margen Protector en 2014, pero no en una guerra a gran escala.
Contrariamente a su imagen en ciertos sectores en el extranjero, Netanyahu no es un aventurero militar. A través de los años ha cultivado una doctrina de proyectar una disposición de usar la fuerza de manera preponderante, pero en realidad la usa sólo como último recurso y cuando es absolutamente necesario.
El domingo, después de una semana de declaraciones y amenazas de Nasrallah, no se vio obligado a usar la fuerza de manera preponderante contra un ataque con misiles Kornet que violaron la soberanía israelí, pero no causaron víctimas.
Con las presuntas acciones de las FDI en Irak, Líbano y Siria, Netanyahu está haciendo cumplir las líneas rojas que estableció contra el atrincheramiento de fuerzas iraníes en el Líbano o la transferencia de armas que cambian el juego a Hezbolá. Eso es algo que se vio obligado a hacer. ¿Pero lanzar una gran campaña militar porque Hezbolá intenta salvar su reputación? Eso no está, ni ha estado, en su repertorio.
Nasrallah tampoco quiere una escalada. En 2006 puso a prueba a Israel con el secuestro y asesinato de Ehud Goldwasser y Eldad Regev, que desencadenó la Segunda Guerra del Líbano, y no anticipó la ira de la respuesta israelí. Después de la guerra admitió que si hubiese sabido que Israel respondería de tal manera, no habría desencadenado esa guerra.
Mientras intenta construir una capacidad de misiles de precisión en el Líbano, y enfrenta una crisis financiera porque Irán no puede financiar a Hezbolá como en el pasado, con su organización ahora parte del gobierno libanés, Nasrallah no quiere provocar una represalia israelí a gran escala en este momento.
Sabe que en la furia de la respuesta, el Líbano recibirá una paliza aplastante, que le costará a Hezbolá el apoyo público; su organización se enfrentará a la devastadora potencia de fuego de Israel y le dará una excusa para apuntar a su enorme arsenal de misiles. Además, él mismo puede no sobrevivir.
Ambos hombres, Nasrallah y Netanyahu, tienen grandes instintos de supervivencia, y, por sus propios motivos domésticos y personales, ninguno está interesado en intensificar el conflicto hasta el punto en el que podría salirse de control y derribar a ambos.
Fuente: The Jerusalem Post / Reproducción autorizada con la mención: © EnlaceJudíoMéxico
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