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miércoles 18 de diciembre de 2024

Halajot Ben Adam Lejavero: La importancia de amar y respetar a nuestros padres

Enlace Judío México – En los comentarios a la perashá (capítulo de la Torá) de Noaj (Noé) Rab. Hirsch nos recuerda que “la existencia de la humanidad se fundamenta en la forma que los hijos se relacionan con sus padres.” Un mundo donde el hijo aprende a admirar y agradecer al padre es un mundo donde la humanidad puede crecer con el tiempo, porque vive bajo la continuidad de las enseñanzas dadas al hombre con el pasar de las décadas. En cambio un mundo donde la generación más joven aprende a despreciar a la generación anterior es un mundo que no tiene futuro, porque se corta de su pasado y está destinado a perderse en la innovación sin sentido, está destinado a cometer los mismos errores que fueron cometidos y acrecentarlos. Por eso “honrar” y “respetar” a tu madre y a tu padre son dos de las mitzvot más importantes para la vida judía. Específicamente “honrar a tu padre y a tu madre” es el primer mandamiento que escrito en la segunda tabla que recibió Moisés de D-os y es el fundamento del cual se desprenden todos los mandatos referentes a cómo respetar al prójimo.

Un judío es juzgado en base a la forma en que trata a sus padres, puesto que es la base fundamental del agradecimiento. El amor que le tenemos a nuestros padres es muestra de lo dados que somos a sentir agradecimiento o desprecio por quién ha dado su vida entera para criarnos. También es muestra de si perdonamos fácilmente o somos dados a guardar rencor. No es para nada un mandato sencillo, puesto que los padres son las personas que más influencia tienen en nuestros sentimientos, en la forma en que pensamos y vemos el mundo y muy probablemente las personas frente a las cuales nos sentimos más débiles. Sin embargo, es importante tener el principio del honor a los padres presente porque al mismo tiempo son las personas que más nos han dado en la vida y probablemente a las que más queremos, por eso es importante saber qué significa para cada uno honrar y respetar a nuestros padres. Hay cosas que son necesarias definir como ¿en qué acciones y sentimientos se demuestra que los honramos? y ¿hasta dónde llega ese honor cuando hay disputas? La halajá (ley moral judía) da respuestas a estas preguntas, las cuales ha ido concluyendo a lo largo de los siglos. Para muchos judíos son limites obligatorios, para otros es una guía. Esperamos les sean de ayuda.

Lo primero que el Talmud y la Torá mencionan con respecto a estos mandatos se refieren a la mente y el corazón. Primordial mente el hijo debe buscar admirar a sus padres, debe buscar tener una relación de amor y cariño con ellos. Esto se logra más fácilmente si uno se enfoca en los aciertos y virtudes de los padres; las bondades que le han dado a uno en vez de enfocarse en sus defectos y errores. Sin embargo, dicho esfuerzo no dará frutos si no se materializa también en acciones, si el hijo no demuestra su amor y su admiración haciendo actos que lo demuestren y absteniéndose de acciones que sean irrespetuosas.

¿Cómo dar respeto a los padres?

La segunda base para mejorar la relación que uno tiene con sus padres es el respeto. La base del amor es el respeto ninguna relación de ningún tipo puede sostenerse en el tiempo si no hay un respeto mutuo. La Torá nos pide respetar al prójimo y nos ordena abstenernos de ciertas acciones, que degradan la imagen o el honor del prójimo, como humillar o burlarse. Ahora, las prohibiciones se hacen mucho más fuertes y se incrementan con respecto a los padres, puesto que es mucho más grave faltar al respeto a un padre que a cualquier otra persona. Las acciones prohibidas por la Torá son las siguientes:

No se puede avergonzar a un padre, no se pueden hacer actos de desprecio hacia él ni se le puede criticar públicamente, ni en privado. No se le puede interrumpir ni contestar una pregunta que era dirigida hacia él; es visto correctamente que uno hable después de su padre en vez de apresurarse a hablar. Tampoco se puede contradecir a un padre, esté el padre presente o ausente. Sin embargo, es importante que el hijo cultive su relación con el padre y este abierto a aprender de él, para eso también necesita expresar sus desacuerdos y dudas sobre lo que el padre ha dicho. Es correcto que el hijo cuestione respetuosamente al padre si lo hace en privado y como un intercambio respetuoso de ideas; no para avergonzar al padre o demostrarle superioridad intelectual. También es correcto que el hijo le muestre al padre que este último está cometiendo un error o una acción perjudicial para sí mismo si lo hace con respeto.

Maldecir, pegar y lastimar físicamente al padre eran pecados castigados con la pena capital anteriormente. Entonces se consideran algunas de las cosas más graves que una persona puede hacer en su vida.

Se considera incorrecto llamar a los padres por su nombre de pila en vez de un título cariñoso como papá o mamá. También está prohibido sentarse en el lugar que el padre usa en la mesa o en el templo, al menos que el padre haya hecho explícito el deseo de que su hijo se siente ahí.

Uno tiene prohibido dar órdenes a los padres, por eso debe tener mucho cuidado cuando les pide favores debe hacerlo en una forma sumamente respetuosa y nunca pedir algo que le desagrada al padre, que uno no haría o que sabe el padre no quiere hacer. Si el padre le pide al hijo que le recuerde algún trabajo que debe hacer, el hijo debe recordárselo. También uno tiene prohibido despertar a su padre, al menos que el padre pida ser despertado o que haya un asunto urgente beneficioso para el padre y que el hijo sabe que el padre preferiría ser despertado.

¿Cómo honrar a los padres?

La forma más común de dar honor al padre es hacer actos de amor por él. Para la halajá esto se ve fuertemente representado en atender las necesidades físicas de los padres. Es decir, ofrecer un vaso de agua cuando éstos tienen hambre, prepararles comida y darles vestimenta. También es recomendado acompañarlos en el camino o en viaje, recogerlos o llevarlos a algún lugar. Es obligatorio cuidarlos cuando están enfermos, incluso realizar ciertas tareas que podrían ser desagradables, pero que el padre por su condición las necesita. En caso de que el hijo se vea imposibilitado de hacerlo él mismo debe pagar a alguien por que las haga. Es importante muy importante que el hijo haga estas acciones con agrado, puesto que si muestra desagrado o disgusto al padre causa más dolor al mismo y comete un error mucho más grande que si no realizará el acto.

Uno también tiene la obligación de procurar a sus padres, de visitarlos, llamarles por teléfono o escribirles. Esto es en caso que el contacto fortalezca su relación en vez de dañarla, si el exceso de contacto afecta la relación entre ambos, uno debe abstenerse de hacerlo.

También es loable limpiar o dar honor al nombre del padre tanto en vida como después de su muerte. Esto implica hablar bien de él , si ya falleció recordarlo con cariño, hacer kadish por él y en medida de lo posible pagar sus deudas (esta acción no es obligatoria para a halajá).

Es importante remarcar que cualquier acto de amor y honor que el hijo haga por su padre, si se hace debidamente incrementa el cariño y el amor entre ambos.

Hasta dónde llegan el honor y el respeto

La halajá hace excepciones en casos en los que los padres tienen una discapacidad mental que vuelve difícil la relación con los hijos; o en casos en que dicha relación está tan degradada que no puede darse bajo términos normales. En todos los casos hay cosas que no se pueden hacer

Bajo ninguna circunstancia el hijo puede pegarle al padre, aunque el padre pegué al hijo, lo que el hijo debe hacer es quitarse o detener los golpes pero no puede pegar de regreso. Esto incluye también a casos en los que la maldad del padre es evidente frente a toda la sociedad, incluso haya cometido acciones criminales.

En cuestiones médicas donde el padre necesita recibir una inyección u otras medidas que dañen su cuerpo o inflijan dolor, como una operación, es preferible que el hijo no lo haga sino un tercero; a menos que sea la única persona que puede hacerlo en el momento necesario.

Si el padre no tiene los recursos suficientes para vivir dignamente el hijo está obligado a proveer por él, únicamente considerando que ya cubre las necesidades económicas de su propia familia. Si el padre ya tiene sus necesidades básicas cubiertas y exige dinero al hijo para otro fin, el hijo no está obligado a dárselo. Igualmente si el padre tiene los recursos necesarios para sostenerse económicamente, el hijo no tiene la obligación de proveerle en cuestión monetaria.

Los padres también tienen la obligación de comportarse con respeto hacia los hijos y demostrarles su cariño.

Uno no tiene la obligación de obedecer al padre los mandatos toraicos se refieren a respeto y honor, pero no a obediencia en sí misma. Lo que uno tiene prohibido es hacer una acción que el padre considera desagradable, o que no aprueba enfrente de él. También como ya mencionamos uno debe ceder frente a los favores que el padre pide, sin embargo, el padre no puede obligar a su hijo a que renuncie a decisiones significativas en su vida como la pareja que escoge para casarse, la profesión a la que decide el hijo dedicarse y el cumplimiento de mitzvot. Un hijo puede escuchar a su padre pero en estas áreas no le debe obediencia alguna.

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