Los juicios – y tribulaciones – del Juez Richard Goldstone

Enlace Judío México e Israel.- En Los Juicios de Richard Goldstone, Daniel Terris, un amigo y admirador, nos ofrece un relato a fondo de una carrera destacable.

NEVILLE TELLER

Goldstone, 80 años, es un sudafricano que nació en una familia judía en Boksburg, cerca de Johannesburgo.

En el libro seguimos, y somos ayudados a entender, los hechos y circunstancias que llevaron al surgimiento de una figura imponente en la jurisprudencia internacional. A medida que progresaba la carrera legal de Goldstone en su nativa Sudáfrica, donde combatió y ayudó a derrotar al apartheid desde adentro del sistema, y como fiscal principal para la ONU al llevar ante la justicia a los líderes políticos y militares serbios bosnios, él probó ser un defensor dedicado de los derechos humanos y un sostenedor inquebrantable del derecho internacional humanitario. Terris describe y explica los desafíos que enfrentó Goldstone en el camino, y los principios que conformaron sus muchas decisiones – principios que evolucionaron durante el curso de su carrera, y se han vuelto su legado.

Entonces, tarde en la historia, cuando ya había pasado los 70, llegó la debacle del Informe Goldstone, un episodio pivotal en su vida y en su carrera. Terris describe el episodio con honestidad escrupulosa. Bajo los auspicios del Consejo de Derechos Humanos de Naciones Unidas (UNHRC), un equipo de investigación de cinco personas fue establecido para observar los hechos del conflicto entre Israel y Hamás en Gaza en los años 2008-9, conocido como Operación Plomo Fundido. Goldstone aceptó liderarla. A pesar de sus mejores esfuerzos por pintar un cuadro equilibrado, la falta de acceso a una versión israelí de los acontecimientos y un consiguiente exceso de confianza en relatos de fuentes partidistas, resultó en un informe percibido en todos lados como una acusación aguda de la conducta de Israel en el conflicto.

Cuando fue publicado, el efecto del Informe Goldstone en su vida personal y profesional fue devastador. Fue muy criticado a través del mundo judío, al punto en que no sólo se le rechazó una Aliá en el bar mitzvah de su nieto, sino que escapó apenas por poco de que se le negara la entrada a la sinagoga. Igualmente mortificador, quizás, fue el uso triunfalista del informe por parte de los enemigos de Israel.

Es bien sabido que, un par de años después, Richard Goldstone publicó un artículo en el Washington Post conteniendo la frase clave: “Si hubiese sabido entonces lo que sé ahora, el Informe Goldstone habría sido un documento diferente.” Su retractación parcial de las conclusiones del informe fue condenada en la época como “muy poco tarde”, y en un sentido esto fue cierto. Pero Terris también destaca las reacciones de algunos en el mundo de los derechos humanos que aplaudieron la valentía moral de Goldstone al admitir cuando se habían cometido errores. “Heroísmo de primera orden”, lo llamó un editorial.

Investigando el episodio de principio a fin, Terris identifica el error de juicio fundamental que podría haber evitado todo el asunto traumático. Goldstone había sido advertido, y debió darse cuenta, que cuando aceptó el mandato de la UNHRC, su informe sería usado como un arma para deslegitimar a Israel.

Al rehusarse a cooperar, los israelíes en círculos del gobierno y ejército sabían demasiado bien cuan parcial era la UNHRC. En el 2009 tenía apenas tres años. Había sido establecida con un propósito primordial – rectificar las fallas enormes de su organismo predecesor, la Comisión en Derechos Humanos de la ONU (UNCHR). Esa organización había sido desbandada debido a la serie de prácticas objetables que había acumulado a lo largo de años, de las cuales no fue menos importante su conformidad con ser usada como una plataforma desde la cual pudieron ser condenados y vituperados objetivos selectivos, pero en particular Israel.

Desafortunadamente, el cambio de organización prácticamente no hizo diferencia en este respecto. El nuevo Consejo, y su membresía pesaron fuerte contra Israel, había emitido más resoluciones condenatorias contra Israel que contra el resto del mundo combinado. En el 2007 esta política había culminado en una decisión de incluir, como un rasgo permanente de cada una de sus tres sesiones anuales, una revisión de presuntos abusos de derechos humanos por parte de Israel – un escrutinio no extendido a ninguna otra nación, cualquiera sea su historial de derechos humanos.

Los peligros al aceptar un expediente de la UNHRC debieron haber sido evidentes instantáneamente para Goldstone a partir de los términos abiertamente sesgados de la tarea que le ofreció originalmente: “investigar todas las violaciones de la ley de derechos humanos y las leyes de la guerra por parte de la potencia ocupante, Israel, contra el pueblo palestino en Gaza.”

No es sorpresa que Goldstone rechazó aceptar tal tarea. Cuando le fue presentada, él dijo: “Se me tendría que asegurar que la investigación sería imparcial,” preguntando específicamente si se le permitiría tomar en cuenta el disparo indiscriminado de cohetes desde Gaza a Israel. Finalmente, con la aprobación de Martin Uhomoibhi, el presidente nigeriano de la UNHRC, Goldstone mismo redactó la tarea para la cual trabajó su misión: “investigar todas las violaciones de la ley internacional de derechos humanos y del derecho internacional humanitario que podrían haber sido cometidas en cualquier momento en el contexto de las operaciones militares en Gaza en los años 2008-2009, ya sea antes, durante o después.”

Pero Goldstone seguramente debe haber estado al tanto que ajustar la tarea no era suficiente para asegurar imparcialidad para su informe. Él debió haber sabido que, una vez que este hubiera sido presentado a la UNHRC, él no tendría ningún control sobre cómo sería interpretado o usado. Una reflexión más profunda acerca de la oferta de la UNHRC y sus posibles consecuencias podría haberlo llevado a rechazarla, y así haberle evitado a él, a sus amigos, colegas y familia, gran cantidad de angustia. Lamentablemente, como él mismo se debe dar cuenta, su nombre siempre estará vinculado a ese episodio.

A pesar, pero quizás también debido al incidente del Informe Goldstone, Daniel Terris nos deja sin ninguna duda que Richard Goldstone es de hecho un hombre muy grande. Durante una carrera legal larga y distinguida, dice Terris, él ha acatado firmemente tres principios centrales: hacer responsables a los responsables por infligir sufrimiento; igualdad ante la ley – en Sudáfrica, por ejemplo, él taladró igualmente sobre el régimen de apartheid y fechorías por parte del CNA; y una creencia permanente en la importancia de las instituciones internacionales, especialmente quizás la ONU a pesar de sus fallas.

¿Fue esta última creencia sostenida profundamente la que anuló el juicio más sabio que él pudo haber tomado allá por el año 2009?

 

 

Fuente: The Jerusalem Report
Traducido por Marcela Lubczanski para Enlace Judío México.

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