Enlace Judío México e Israel.- Hezbolá respondió con restricción a los ataques de tres puntas de Israel durante las últimas dos semanas en Siria, Irak, y, por sobre todo, un vecindario en Dahiya, la vasta zona chií en Beirut donde Hezbolá tiene sede. El esfuerzo de la organización por evitar la escalada refleja su problema demográfico en Líbano.
PROF. HILLEL FRISCH
Los ataques de tres puntas de Israel durante las últimas dos semanas en Siria, Irak, y, por sobre todo en Dahiya, la vasta zona chií en Beirut donde Hezbolá tiene sede tanto sobre, como bajo tierra, se encontraron con respuesta muy limitada de Hezbolá. Un camión de las FDI fue atacado por dos misiles con el objetivo obvio de matar soldados israelíes en represalia por la muerte de dos soldados de Hezbolá en un ataque israelí en Siria. Esta respuesta limitada – sólo contra personal militar israelí – envió una señal clara, admitida por la parte israelí, de que Hezbolá quiere evitar la escalada que podría llevar a una guerra total.
El objeto de los ataques israelíes fue destruir equipo que habría facilitado la fabricación local de misiles guiados con precisión que podrían tomar como blanco la infraestructura estratégica crucial de Israel de plantas de energía, bases aéreas, puertos, y aeropuertos. Israel ha estado asumiendo este tipo de acciones en Siria por cerca de dos años, y se sintió obligado a hacer lo mismo en Líbano también.
Hay muchas razones por las cuales Hezbolá restringió su respuesta. La más importante es probablemente su predicamento demográfico.
A pesar de la pretensión de ser un movimiento de resistencia islámico omniabarcador – el discurso de Hezbolá casi nunca se refiere directamente a los chiíes o al chiismo y en su lugar conjura enemigos pan-islámicos, principalmente Israel – la organización es percibida, tanto dentro como fuera de Líbano, en términos sectarios estrictos es casi exclusivamente chií.
Su material promocional presenta fotos del Ayatola Khomeini y del líder espiritual de hoy, Ayatola Khamenei. Suministra vínculos a sus discursos y porta cobertura detallada de la represión suní a los chiíes en Bahréin y Arabia Saudita. Publica artículos que defienden al régimen de Khomeini como jurista supremo, lo cual despierta antagonismo no sólo entre los suníes sino también entre un segmento considerable de chiíes en Irán, Irak, y Líbano.
Hezbolá también ha estado en polos opuestos, a menudo violentamente, con la comunidad suní en Líbano – especialmente en Trípoli, donde desde 1984 Hezbolá ha tomado partido por la pequeña minoría alauita, respaldada por Siria, contra la mayoría suní por pedido del régimen sirio. La disputa entre Hezbolá y los suníes se amplió para incluir la represión a organizaciones fundamentalistas suníes en el sur, y más tarde de las organizaciones políticas suníes tradicionales. Esto culminó en el asesinato del primer ministro suní Rafik Hariri en el 2005.
Las relaciones son igualmente tensas con la mayoría de las comunidades cristianas y drusas, aunque Hezbolá ha tenido éxito en aliarse con el ex general y presidente maronita, Michel Aoun, y sus partidarios.
Lo que todo esto significa es que el grupo de reclutamiento de Hezbolá está limitado estrictamente a la comunidad chií en Líbano – y ahí está el tema.
No sólo la comunidad chií es relativamente chica (entre 1 millón y 1.5 millón de personas), sino que está sufriendo de una tasa de nacimientos en rápido descenso muy similar a la de Irán, el único país grande con una mayoría chií.
La tasa de nacimientos chiíes ha caído de cinco a seis hijos por mujer en edad fértil en la década de 1980 a menos de los 2.05 necesarios para mantener a la población existente veinticinco años después. Esto tiene muchas consecuencias.
Por lejos, la más importante para Hezbolá es que las familias pequeñas son reticentes a sacrificar a la persona que muy a menudo es su único hijo en una sociedad donde la familia de dos hijos se está volviendo la norma.
Vemos algo similar en los datos israelíes. Cada año, las FDI identifican las escuelas secundarias con los porcentajes más elevados de graduados varones que se presentan como voluntarios para unidades de combate. De cinco a siete de ellas son religiosas y están situadas en la Margen Occidental, y siete a nueve de las diez pertenecen a la rama religiosa nacional. El denominador común es que estos reclutas vienen de familias más grandes que las que se encuentran en escuelas laicas.
Hezbolá ha estado sacrificando chiíes por 37 años, con apenas un breve espacio de cinco cortos años entre la segunda guerra libanesa en el año 2006 y el estallido de la guerra civil siria en el año 2011.
El ardor por el sacrificio es difícil de mantener. Irán tiene que trabajar muy duro para lograr que los no chiíes luchen sus batallas después de la pérdida de cientos de miles en la guerra prolongada con Irak hace más de treinta años. Esa es una magnificación, muchas veces más, de lo que fue 1973 para muchos israelíes.
Hezbolá se enfrenta a un problema similar, y no es uno que la organización pueda contrarrestar fácilmente. Las tasas de nacimiento en disminución son el resultado de la urbanización. La mayoría de los chiíes libaneses viven en los edificios de departamentos de muchos pisos en Dahiya, no en las aldeas pequeñas y pueblos del pasado desde los que eran subidos en autobuses en un día de elección para votar por Hezbolá.
En la ciudad, los niños ya no están más ayudando en la granja familiar. Ellos son consumidores, no productores. Sus padres los quieren educados y profesionales, y muchos preferirían verlos en Canadá o Australia que luchando las guerras de Irán en Siria, Irak, y Yemen.
El Jeque Hassan Nasrallah sabe también que el reservorio en disminución de reclutas será necesario en el frente interno.
El equilibrio entre suníes y chiíes ha crecido en favor de los primeros a medida que cientos de miles de suníes sirios han encontrado refugio en Líbano.
Esencialmente, el régimen alauita ha exportado su problema a Líbano, y más específicamente a las áreas chiíes en la frontera oriental de Líbano.
Hezbolá no sólo ha pagado en sangre para apuntalar al régimen sirio. Enfrenta un futuro más incierto en Líbano mismo como resultado de ese apoyo. Bajo tales circunstancias, la restricción es una respuesta razonable.
Esta es una versión editada de un artículo publicado en el Jerusalem Post el 4 de septiembre del 2019.
*Hillel Frisch es profesor de estudios políticos y estudios meso-orientales en la Universidad Bar-Ilan y un investigador principal asociado en el BESA Center.
Fuente: The Begin-Sadat Center for Strategic Studies
Traducido por Marcela Lubczanski para Enlace Judío México
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