¿Qué ocultaba Irán en una bodega en Turquz Abad?

Enlace Judío México e Israel.- Los informes de la Agencia Internacional de Energía Atómica no generan usualmente lectura fascinante, así que ustedes pueden haberse perdido el último del viernes pasado, titulado de forma soporífera “Verificación y monitoreo en la República Islámica de Irán en vista de la resolución 2231 (2015) del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas.”

BRET L. STEPHENS

No se dejen engañar. Enterradas en el informe hay dos frases oblicuas insinuando un misterio acerca del cual pronto pueden escuchar bastante.

“Las interacciones en curso entre la agencia e Irán relativas a la implementación por parte de Irán de su Acuerdo de Salvaguardas y Protocolo Adicional requieren cooperación plena y oportuna por parte de Irán,” dice el informe. “La agencia continúa persiguiendo este objetivo con Irán.”

Esa es una forma exquisita de decir que Irán está bloqueando a la agencia. La pregunta es, ¿sobre qué?

En septiembre pasado, el primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu, afirmó en su discurso ante la Asamblea General de la ONU que Irán tenía un “depósito atómico secreto para almacenar montos masivos de equipo y material del programa secreto de armas nucleares de Irán.” Esos montos se sumaron a un estimado de 300 toneladas de material, incluidas unas 30 libras de material radioactivo. Luego instó al jefe de la AIEA, Yukiya Amano, a “inspeccionar inmediatamente este depósito atómico.”

La bodega, que Irán dijo era una instalación de limpieza de alfombras, está en las afueras de Teherán en un pueblo llamado Turquz Abad. Fotografías de satélites comerciales adquiridas por el Instituto para Ciencia y Seguridad Internacional, con sede en Washington, muestran el sitio siendo vaciado gradualmente de múltiples contenedores grandes entre julio y septiembre del 2018, luego del robo de Israel, anteriormente ese año, de un caché enorme de documentos nucleares iraníes.

En cuanto a la AIEA, la agencia apenas dio una vuelta para inspeccionar el sitio a principios de este año, mucho después de que habían desaparecido los materiales sospechosos, y Amano murió en julio. Pero los inspectores nucleares fueron, no obstante, capaces de detectar partículas radiactivas, corroborando las afirmaciones israelíes acerca del propósito de la bodega. El lunes, The Wall Street Journal informó que Irán ahora está rehusando responder las preguntas de la agencia acerca de exactamente qué material era almacenado en ese depósito — y, lo más importante, donde podría estar ahora.

¿Entonces qué hay de nuevo?

Algunos defensores del acuerdo nuclear del 2015 son propensos a responder: No mucho. Los rastros de material radiactivo pueden ser el residuo del antiguo programa de armas nucleares de Irán, el cual se piensa generalmente que ha sido cancelado alrededor del 2003. Teherán siempre ha sido notoriamente recalcitrante en lo que respecta a responder a la AIEA. Y después de la debacle de las armas de destrucción masiva de Irak, es sabio evitar sacar conclusiones rígidas a partir de evidencia nuclear incompleta y posiblemente falsa.

Entonces nuevamente, la historia de las inspecciones nucleares tiene más falsos negativos que falsos positivos, incluidos los fracasos pasados de la agencia para encontrar las plantas nucleares secretas de Irán en Natanz y Arak. Su falta de voluntad de seguir prontamente y eficazmente las acusaciones de Israel acerca de Turquz Abad, junto con su reticencia a divulgar lo que encontró, inspiran poca confianza en la calidad de sus inspecciones y aún menos en su voluntad de denunciar el engaño.

En cuanto a Irán, ocultar materiales nucleares es una violación de sus obligaciones básicas de información a la AIEA. Es también prueba adicional que Teherán estuvo en violación del acuerdo nuclear desde el instante en que fue firmado. “Si los iraníes no están cooperando, eso les dice que ellos están potencialmente ocultando más,” nota el presidente del Instituto para Ciencia y Seguridad Internacional, David Albright, agregando que los hallazgos de Turquz Abad son “algo grande.”

Especialmente esta semana. El miércoles, Irán indicó que tomaría más medidas para violar abiertamente el acuerdo nuclear, en parte como un intento por lograr que Europa extienda un salvavidas económico, y en parte como una táctica de inicio en una nueva ronda de negociaciones con Estados Unidos — algo a lo que Donald Trump sigue diciendo que está abierto.

Eso está destinado a provocar temores en Jerusalén que la administración dé el mismo giro político de 180° con Irán como hizo con Corea del Norte, restringiendo agudamente las potenciales opciones militares de Israel mientras tienen lugar negociaciones. Así que es notable que Netanyahu tomara una decisión instantánea de reunirse el jueves con el nuevo secretario de defensa de EE.UU, Mark Esper, en Londres para discutir “las necesidades de seguridad de Israel.”

Ese podría ser un truco político conectado con las próximas elecciones de Israel. O podría concernir a la campaña expansiva de bombardeos de Israel contra blancos militares iraníes en Líbano, Siria e Irak. O, más probablemente, ambos.

Pero la pregunta de lo que Irán podría haber estado almacenando en ese depósito, dónde está ahora, qué más podría estar ocultando, y qué sugiere todo eso acerca del “tiempo de escape” de Irán — o sea, la velocidad con la cual podría correr hacia una bomba — es seguro que está bajo discusión. Netanyahu ha sido frustrado antes, tanto por sus propios generales como la administración Obama, de conducir un ataque contra sitios nucleares de Irán. Pero el deseo de su parte está claramente ahí, la opción diplomática aún está abierta, y la fuerza aérea de Israel es más capaz ahora que en el 2012. Nadie debe descartar la posibilidad de una sorpresa israelí.

Muchos lectores de esta columna, observadores de Irán y expertos en proliferación en especial, sin dudas temen a esa posibilidad. Si son serios acerca de evitarlo, podrían desempeñar un rol útil exigiendo inspecciones más creíbles e información honesta de la AIEA, comenzando con un relato minucioso de lo que desapareció misteriosamente de Turquz Abad.

 

 

Fuente: The New York Times
Traducido por Marcela Lubczanski para Enlace Judío México

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