¿Qué es la teshuva? ¿en qué se distingue del sentimiento de culpa?

Enlace Judío México – La culpa es uno de los sentimientos más complejos en el ser humano; es una reacción natural frente a los errores propios que uno tiene. El resultado puede ser beneficioso o sumamente nocivo; si funciona como propulsora de un cambio que ayuda a la corrección y el crecimiento propio, es un sentimiento benéfico. Sin embargo, si se convierte en una forma de atar a la persona a sus pecados, la mantiene en el pasado y no la deja avanzar hacia el futuro, se vuelve un sentimiento sumamente nocivo capaz de destruir el cuerpo que habita. Es a la vez la única herramienta que tenemos para corregir nuestros pasos y el principal impedimento para hacerlo. ¿Cómo sabemos cuál de las dos caras juega dentro de nosotros? ¿En qué momento la culpa que sentimos es un llamado al cambio y en que momento se vuelve un cáncer? Cuando la Torá habla de “teshuva” (corrección), ¿habla de culpa o existe una mejor forma de cambiar nuestros actos sin ella; una forma que mantenga su misma fuerza? Najmanides y Maimónides al hablar de las leyes que se desenvuelven a raíz de este concepto nos dan la pauta.

Lo primero que hay que destacar es que en la tradición judía la culpa no existe de forma aislada. No tiene un sentido por si misma, ni uso, ni función propia. Existe dentro del concepto del libre albedrío y de la posibilidad que D-os dio al hombre de establecer una relación con el mundo que lo rodea y con Su Creación. El concepto de “teshuva” judío, que usualmente se traduce como “arrepentimiento” en su sentido literal realmente quiere decir “regreso”. La palabra originalmente se refiere al deseo de establecer contacto con D-os cuando nos hemos alejado de Él y a las acciones consecuentes que realizamos en base a ese sentimiento. La culpa es sólo un ingrediente en ese proceso; es el sentimiento de vergüenza y dolor que surge al ver que cometimos un error; que nuestras acciones dañaron el entorno que nos rodea o nos dañaron a nosotros mismos. Es bueno porque nos ayuda a distanciarnos de momento nocivo, nos enseña que podemos actuar de una mejor forma, que esa acción no es propia de nosotros; es el primer sentimiento que nos abre camino hacia el cambio. Sin embargo, si uno no pasa del dolor o la vergüenza al deseo de cambiar o no toma acciones concretas para hacerlo dicho sentimiento se vuelve inservible y nocivo. Por eso cuando los textos judíos hablan de “teshuva” nunca hablan de la culpa, porque no es positiva en sí misma. Sin embargo, sí hablan del deseo de acercarse a D-os y las acciones concretas que la persona realiza porque son el objetivo real hacia el cual uno debe dirigir el arrepentimiento, el verdadero regreso.

La palabra aparece en distintos contextos a lo largo de los textos judíos y cada uno muestra una perspectiva diferente de cómo debe ser entendida. Maimónides la menciona dentro de Mishné Torá, su libro de leyes judías, lo hace al discutir las leyes de los sacrificios en el templo desde una perspectiva un tanto más técnica. Najmanides por su lado discute el concepto desde una perspectiva filosófica, discute con Maimónides y analiza directamente el texto de la Torá buscando saber que se espera de nosotros al nivel sentimental. La perspectiva del primero ve a la “teshuva” desde la acción, la del segundo desde la disposición. Para Maimónides la teshuvá está íntimamente ligada a la confesión, tiene un carácter purificador. Mientras que para Najmanides la teshuva está íntimamente ligada a la historia y el regreso de Israel a su tierra; tiene un carácter redentor.

La primera perspectiva se enfoca en las leyes necesarias para llevar un sacrificio al Gran Templo. Según las leyes de la Torá y el Talmud cuando uno comete un pecado contra D-os debe de llevar un sacrificio al Templo. En el proceso ritual del mismo se exige que uno se confiese frente a D-os para poder realizarlo. Maimónides señala que aunque hoy ya no existe un templo uno aún tiene la obligación de confesarse frente a D-os cuando ha cometido un pecado. Sin embargo, dicha confesión no puede existir si la persona no desea separarse del pecado que cometió, para que la confesión sea sincera uno debe arrepentirse de la acción que llevó a cabo y desear no volver a cometerla. De otra forma, los pecados de la persona frente a D-os siguen manchando su carácter. Bajo esta luz la teshuva (el deseo de corregir el camino) no purifica por si misma y no es un objetivo en sí mismo, sino una condición previa a la confesión; que es el elemento verdaderamente purificador. D-os perdona los pecados cuando uno se confiesa con Él.

Najmanides por su lado analiza el fragmento dentro de la Torá donde aparece la palabra shuva. Esto es durante el último discurso que da Moisés al pueblo antes de morir, en Deuteronomio. En ese fragmento Moisés advierte a los judíos sobre el futuro; les dice que se olvidaran de su D-os, se alejarán pecando y serán sacados de la Tierra que Él les dio. Sin embargo, escucharán y lo buscarán nuevamente y Él los hará regresar (shuva). Aquí la teshuvá no está atada ni a una idea de purificación, ni a una acción concreta, la teshuva como lo plantea Najmanides es el regreso a la fe. La tierra de Israel simboliza la relación que existe entre D-os y el pueblo de Israel; el regreso a esa tierra simboliza el restablecimiento de los lazos que fueron rotos entre D-os y el hombre.

Cuando uno comete una acción nociva, en el fondo lo que hace es alejarse de D-os. Cuando uno desea cambiar y hace explicito ese deseo frente a D-os, uno empieza a restablecer contacto con la divinidad; simbólicamente está regresando a la tierra, habita un espacio rodeado de la comunicación con D-os y rodeado de fe. A eso se le llama teshuvá. Cuando uno busca nuevamente a D-os, D-os vuelve a mostrarse frente a él, siempre y cuando la búsqueda sea sincera y se manifieste en acciones concretas. Ese es el carácter redentor de la teshuvá.

Ambos caminos están colocados frente al ser humano de manera permanente y se entremezclan para que el hombre pueda alcanzar el perdón divino en su totalidad. A través de la confesión el perdón se manifiesta en la forma de la purificación; mientras que con el trabajo emocional, el perdón se manifiesta con el restablecimiento de la Presencia de la Divina en la tierra. En el primer caso uno se siente limpio, en el segundo uno se siente cerca de D-os. La teshuvá completa se logra con ambas; y en ambos casos la culpa deja de existir para siempre.

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Sefora: Séfora es una mujer adulta con corazón de niña, cree fuertemente en que el único sentido del hombre es ético y como tal tiene una misión en la vida. Quiere recuperar una tradición perdida y agradece a Dios todos los días haber nacido como mujer. Le gustaría llegar a ser excelente ama de casa un día. Recuerda que la raíz de su nombre es hebrea (Tzipora) y quiere decir pájaro, símbolo de la libertad; para ella, el bien más preciado. Ve en el judaísmo una fuente de vida muy valiosa y se acerca a rabinos, escritores y personajes judíos para interpretar su mundo. Busca traducir palabras bellas para que más personas puedan encontrase en este mar.