Enlace Judío México e Israel.- En mi reciente viaje a la ciudad española de Toledo visité la que por muchos es considerada la sinagoga más antigua, todavía en pie, de Europa. Cuando se lo mencioné a la guía, inmediatamente me dijo; “Ah, sí, Santa María la Blanca”. Ella se dio cuenta de mi expresión de sorpresa al oír el nombre y me dijo; “Vamos, ya le iré explicando”.
BENJAMÍN TROYSE
Nos encaminamos hacia el barrio judío -la Judería- por angostas calles empedradas que serpentean, suben y bajan. En una intersección nos detuvimos y me mostró en el piso una placas metálicas que en español decían “Judería de Toledo “, en inglés “The Jewish Quarters” y al mostrarme una en hebreo me preguntó si era cierto que estaba mal escrito. Se leía “Shel Toledo Harovaa Hayehudí”, De Toledo, el Barrio Judío”. Me dijo que ahí era donde estuvieron las puertas de la Judería que estaba rodeada por murallas o adarves de los que ya no queda rastro, pero por las noches, juegos de luces iluminan y marcan el lugar.
Al trasponer el límite, lo primero que noté fue que en el suelo y en las partes bajas de los muros de algunas construcciones hay azulejos blancos y azules con tres dibujos diferentes; una menorá, un Jai y la palabra “Sfarad” con las letras formando el mapa de España. Estos fueron puestos recientemente por la municipalidad de Toledo como una especie de homenaje pero han sido motivo de muchas quejas y reclamaciones por haber puesto símbolos importantes para los judíos donde son pisados por la gente. El fin aparente es el de marcar lugares importantes del barrio. En las tiendas de recuerdos se pueden comprar estos azulejos.
Siguiendo la calle “Travesía de la Judería” llegamos a una pequeña plaza donde se encuentra “La Casa del Judío”. Ahí vivía un judío muy rico, tan rico que en el sótano tenía una mikveh, de la que todavía quedan restos, que se pueden ver al visitar la casa, con cita previa ya que no está abierta al público. La leyenda dice que la Reina Isabel la Católica empeñó sus joyas con ese judío para poder financiar el primer viaje de Colón hacia lo que hoy es América y que años después, cuando comenzaron a llegar las riquezas que los españoles llevaron a Europa, Isabel pagó el préstamo y recuperó sus joyas, las que el judío había ofrecido guardar y no venderlas.
Una cuadra más adelante la calle tuerce hacia la izquierda y se convierte en “Travesía de Santa María la Blanca” y a pocos metros, en la esquina con la “Calle de los Reyes Católicos”, en una barda hay una placa de azulejos en la que se lee “Santa María la Blanca. Monumento Nacional. Antigua Sinagoga del Siglo XII”.
Cruzando el portón se entra en un patio adoquinado y queda uno frente a un edificio rectangular de fachada sobria con una alta puerta de madera de dos hojas. Al entrar, la primera impresión es estar dentro de una mezquita árabe. Es un amplio salón con muchas columnas que sostienen arcos de estilo mudéjar. Todas las paredes son blancas y en los capiteles de las columnas y en frisos, ambos de piedra se representan plantas y frutas.
En una de las vigas de madera se lee en una inscripción que su construcción fue ordenada en el siglo XII, durante el reinado de Alfonso VII, lo que la hace uno de los monumentos más antiguos de Toledo probablemente, la sinagoga más antigua en Europa que todavía se encuentra completa y en pie.
Se construyó por iniciativa de Abraham Ben Alfachar, consejero de la corte del monarca del reino de Castilla y fue financiada por la comunidad judía de Toledo, principalmente por Yosef Ben Shoshan, almojarife (tesorero) de Alfonso VIII. La anuencia del rey fue una señal de la fraternidad que promovía entre las tres religiones monoteístas de Castilla; judíos, moros y cristianos. Por esto se llamó a Toledo la “Ciudad de las Tres Culturas”. La construcción estuvo a cargo de arquitectos y trabajadores moros. De ahí su estilo almohade prevaleciente en España en los siglos XI, XII y XIII. Fachadas de ladrillo, columnas que sostienen arcos y acabados de estuco blanco en los interiores.
Durante dos siglos, los judíos de Toledo asistieron a los servicios religiosos en esta la Sinagoga Mayor de Toledo, también conocida como la Sinagoga Ben Shoshan hasta que al final del siglo XIV, en el año 1250,sufrió un incendio que prácticamente la destruyó, pero fue reconstruida por órdenes del rey Alfonso X El Sabio.
A mediados del siglo XIV en España el clérigo Ferrán Martínez inició un serio movimiento antisemita que fue contenido por años por los reyes de Castilla y Aragón pero en 1391 se produjeron persecuciones y matanzas de judìos, principalmente en Sevilla y Toledo y la Sinagoga Ben Shoshan, después de ser saqueada, fue entregada a la iglesia católica quien la dedicó a la virgen Santa María la Blanca. En el siglo XVI se convirtió en asilo de mujeres de mala reputación arrepentidas, para después permanecer desocupada durante parte del siglo XVII cuando también fue cuartel del ejército y después, durante la invasión napoleónica fue utilizada como almacén de armas y establo.
En el siglo XVII fue cuartel del ejército y después, durante la invasión napoleónica fue utilizada como almacén de armas y establo.
Ya en el siglo XX fue declarada monumento nacional y entregada a la iglesia española.
La comunidad judía de España solicitó hace más de 10 años autorización a las autoridades eclesiásticas para que vuelva a funcionar como sinagoga sin recibir respuesta hasta el momento.
Actualmente funciona como museo y se realizan exposiciones y conciertos.
El día que la visité, en el interior estaba instalada una mampara en la que se leía “El amor gratuito a Israel; Un signo de los tiempos por el sendero de la mística” y en hebreo “Brujím Habaím”. Se anunciaba una exposición en los jardines de la sinagoga.
En una esquina del fondo del patio del edificio hay una pequeña oficina atendida por una monja muy joven que tenía colgado al cuello un crucifijo con la estrella de David en el centro. Pertenece a la Fraternidad María Estrella de la Mañana. En ese lugar se exponen, para su venta, pinturas y libros con temas judíos, obra de artistas y escritores católicos y judíos y se reciben donaciones.
En el camino hacia la sinagoga ya había yo visto carteles en los aparadores de tiendas anunciando actividades de esta fraternidad dirigidas a promover unidad y amor a Israel, como una “Vigilia de Oración” que se llevó a cabo en Purim de este año.
La religiosa me comentó que el fin que su orden busca no es la unificación de las religiones sino la convivencia fraternal y respetuosa.
La Sinagoga Mayor de Toledo es un importante recordatorio de la resistencia y perseverancia del pueblo judío a lo largo de siglos y cobra mayor importancia hoy, cuando por una parte se recrudecen nacionalismos y racismos por todo el mundo y por otra España, en un acto de rectificación y justicia histórica, inició un proceso para reconocer la nacionalidad española a todos los judíos de origen sefaradí cuyas raíces puedan llegar a España y en diversos centros de investigación se debate sobre los posibles y muy probables orígenes judíos de dos de los más importantes personajes de la historia de España y de la humanidad; Cristóbal Colón y Miguel de Cervantes Saavedra.
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