Alejandro Rubinstein realiza viaje histórico por los cementerios judíos de México

Enlace Judío México e Israel.- En la Ciudad de México existen cinco cementerios de la Comunidad Judía, los cuales han servido para enterrar a sus integrantes desde 1914.

 

El primero fue Monte Sinaí y en las décadas siguientes le siguieron los panteones Ashkenazí, Sefaradí, Maguén David, Bet El y Bet Israel.

Aunque los primeros migrantes judíos en México se remontan al siglo XVII, fue hasta después de la Independencia que comenzó a crecer la comunidad, así lo relata el genealogista Alejandro Rubinstein en la conferencia Cementerios Judíos en México en la Feria Internacional del Libro Judío.

Fue el 14 de abril de 1914 cuando se colocó la primera piedra para conformar la barda del cementerio Monte Sinaí, aunque anteriormente ya se habían sepultado dos cuerpos que se cree pertenecieron a dos comerciantes asesinados durante la Revolución Mexicana en el norte del país.

“La barda es un elemento importante, porque hay que tomar en cuenta que una de las características principales de un cementerio judío es que debe de tener una zona delimitada”, comenta Alejandro Rubinstein.

Este primer cementerio se dio gracias a un acuerdo que logró Jacobo Granat con Francisco I. Madero. Granat vio una gran oportunidad en el cine por lo que sugirió que durante el intermedio de las películas para cambiar la cinta se usara ese momento para proyectar una imagen a los asistentes.

“Jacobo sugirió que podía ser propaganda a favor del candidato, esto le gustó a Madero, quien le respondió el favor al convertirse en presidente. Granat pidió el permiso para construir el primer cementerio judío en México.”

El terreno donado se encontraba fuera de la Ciudad de México, en el pueblo de Tacuba, cerca de donde se encontraban los cementerios Alemán, Americano y Español. “El Panteón Francés tuvo un mejor lugar, pues a Porfirio Díaz le gustaba todo lo francés”, bromea Rubinstein durante la plática.

Casi 20 años después de que se colocó la primera piedra, Monte Sinaí compró parte del terreno del Panteón Alemán, pues mientras que la comunidad judía crecía, la alemana no.

“En la zona colindante se colocaron puras lápidas de menores de edad, para evitar que los alemanes invadieran esa zona. Mientras que, como es costumbre, las tumbas de los religiosos están colocadas al frente.”

A la entrada hay un arco que divide el panteón y un pasillo, el cual tiene pintada una línea roja para dar a entender que ahí no hay nadie enterrado.

Todas las lápidas cuentan con los elementos tradicionales de idioma, fórmula introductoria, el nombre, linaje, las fechas de nacimiento y muerte, así como la alabanza, la profesión, el anhelo mesiánico y la bendición final, aunque hay algunas con una estética distinta que marca la diferencia.

“Se pueden encontrar desde tumbas que cuentan solo con la lápida, hay otras más elaboradas que se encuentran lejos de la tradición judía”, dijo el experto.

En 1927 abrió las puertas el segundo cementerio, de la comunidad Ashkenazí, en el Antiguo Camino a Toluca. El Panteón Sefaradí y Maguén David se encuentran en Tetelpan y el panteón de la comunidad Bet El en Naucalpan.

Te invitamos a ver la conferencia completa en el siguiente video:

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Nira Khurana: