Enlace Judío México e Israel – El catedrático y activista Jacobo Dayán habló fuerte en la FILJU. Cuestionó el uso de la frase “nunca más” en un país como México, que vive actualmente escenarios cotidianos de horror que incluyen campos de exterminio y asesinatos masivos a los que nos hemos acostumbrado.
¿Qué significa la frase “nunca más”? ¿Cuál es el alcance de dicha frase? “El ‘nunca más’ acaba siendo una especie de slogan que hay que llenar de contenido ético y que hay que llenar de contenido institucional y legal porque, si no, acaba siendo una buena intención que lo único que nos podríamos hacer es decir ‘hay que echarle ganas para que no ocurra nunca más’ y el echarle ganas y nada es un poco lo mismo.”
En cada evento conmemorativo del Holocausto y de recordación de sus víctimas, el “nunca más” o “nunca jamás” se escucha como un mantra. Luego del exterminio nazi, la frase intentó convertirse en un clamor universal contra la barbarie, contra los genocidios, contra la extrema crueldad que la maquinaria humana puede poner a trabajar para destruir al otro, al diferente, al enemigo.
Pero, ¿qué tan lejos estamos de los escenarios que dieron pie al nacimiento de esa frase? ¿Vivimos en México un panorama tan diferente como para poder usar el slogan sin ningún asomo de culpa? Jacobo Dayán, en un tono enfático, firme, elocuente y decidido, dedicó una generosa conferencia a ponerlo en duda.
Esto ocurrió en el marco de la Feria Internacional del Libro Judío (FILJU) 2019, que se llevó a cabo en el Centro Cultural Bella Época, del Fondo de Cultura Económica, en la colonia Condesa de la Ciudad de México, entre el 20 y el 29 de septiembre. Dayán expuso ante un público más atento que nutrido, y lo hizo con seriedad y energía. Incluso podría pensarse que con enojo, con esa capacidad de asombro que parece haber perdido una sociedad acostumbrada a ver pasar ante sus ojos las más cruentas escenas de violencia.
Dayán hizo una pregunta abierta al público: ¿no tienen la sensación de que hay algo que está muriendo? “Bueno, eso que está muriendo es el proyecto civilizatorio que nació el 9 y 10 de diciembre de 1948, con dos documentos fundacionales de la civilización o el proyecto civilizatorio en que nos encontramos, entendiendo como “civilizatorio” a aquello que nos aleja de la barbarie. El 9 de diciembre se firma un documento con un nombre técnico larguísimo, aburridísimo, que se llama la Convención para la Prevención y Sanción del Delito de Genocidio que, a grandes rasgos, lo que dice es que la humanidad ha venido asesinándose sin control alguno y necesitamos poner límites.”
En ese documento, narró Dayán, se incorpora la obligatoriedad de prevenir los actos de genocidio, “los crímenes atroces, los crímenes internacionales”. Y al día siguiente, 10 de diciembre de 1948, se firmó una declaración, la Universal de Derechos Humanos que, resume Dayán, dice que los seres humanos nacemos libres y tenemos los mismos derechos.
Esos documentos son el cuerpo del “nunca más”, dijo el catedrático, quien lamentó que, tras el Holocausto, sobrevinieron “montones” de genocidios, como el de Ruanda, el de Camboya, el de Timor, en Indonesia, el del Congo, el de Guatemala…
“Hoy tenemos dos genocidios caminando y estamos aquí sentados, haciendo una conferencia. La población musulmana en Myanmar está siendo brutalmente perseguida y ya con informes de Naciones Unidas diciendo que está ocurriendo un genocidio (…), probablemente se terminó el genocidio perpetrado en Sudán, en Darfur. No se terminó porque la comunidad internacional intervino sino porque depusieron al dictador y hoy, la nueva dictadura militar parece no estar muy preocupada por el control territorial de Darfur pero es un genocidio que estuvo caminando 14, 15 años.”
El horror mexicano
Según Dayán, el discurso público se ha ido orientando cada vez más hacia la anulación de los derechos, hacia la imputación de la víctima como causante de su desgracia. “Y particularmente hay que analizar esto desde un país que, para no estar en un conflicto armado —si es que no estamos en un conflicto armado—, y me refiero a México, tiene cifras de horror. Y cifras, no dicho por mí: dicho por el alto comisionado de Naciones Unidas para los Derechos Humanos, las cifras del horror mexicano obedecen únicamente a países en conflicto armado.”
Y así comenzó Dayán su extenso conteo. Las decenas de miles de desaparecidos, las 300 mil personas asesinadas, la tortura, las fosas clandestinas, los fragmentos óseos, las matanzas, los campos de trabajo forzado “donde hay personas que son levantadas en las calles, engañadas y llevadas a campos de trabajo forzado del crimen organizado”, dijo, y aclaró que por “crimen organizado” no se habla necesariamente del narcotráfico, pues en México somos “campeones mundiales” en trata de personas, tráfico de órganos, comercio ilegal de minerales y muchas otras actividades ilícitas que, dijo, cuentan con la complicidad del estado.
“Hay un montón de redes criminales que tienen necesariamente vínculos con redes de protección política y vínculos con redes de corrupción con las grandes empresas que conocemos. Y cuando digo ‘que conocemos’ es que conocemos todos.”
Pero no solo hay campos de trabajo forzado sino también de exterminio. “Entiendo lo fuerte que estoy diciendo. En México hay campos de exterminio, operados y subsidiados por el estado mexicano. Tenemos documentado una prisión estatal que fue operada por los Zetas y financiada por el estado mexicano, donde decenas de personas fueron asesinadas y quemadas dentro de la cárcel.”
Para estas alturas de su presentación, ya se notaba entre el público presente una incomodidad que no paró de crecer, como tampoco decreció la atención y el interés por escuchar lo que, según el mismo ponente diría más tarde, estamos hartos de escuchar, lo que explica la exclusión de este tipo de temas de los principales medios informativos del país, que han optado por mirar hacia otro lado.
“Lo que tenemos en México son políticas de terror a la población civil para controlar territorio, población y recursos. Esa es la lógica. Y en el penal de Piedras Negras, pueden googlearlo y lo van a encontrar, decenas de personas fueron llevadas al campo —decenas de personas cada semana, (por) los testimonios que pudimos recabar (supimos) que hay eventos desde 40 personas hasta mínimo de 10 y 12 personas—, cada semana, durante dos años y medio. Eso da un total de cientos o miles de personas asesinadas en un campo de exterminio.”
El experto habló también de “zonas de exterminio” donde cientos de personas fueron quemadas en ácido. “Vivimos en un país donde el horror ya no tiene nombre (…) nada inmuta a este país. Las cifras de feminicidios en Ecatepec son de terror. Entonces me preguntó yo qué demonios es el ‘nunca más’ en un país como México.”
Y, contrario a lo que se dice como parte del discurso oficial, Dayán asegura que el grueso de las víctimas de este horror son personas que nada tienen que ver con el crimen organizado, son los “daños colaterales” de los que alguna vez habló el expresidente Felipe Calderón.
Jacobo Dayán contó que, en la Universidad Iberoamericana —donde es profesor— fue colocado un pequeño memorial para recordar el aniversario de la masacre de Ayotzinapa (que se celebraba justo el día de su conferencia), donde vio con estupor cómo los jóvenes fumaban, bebían café y conversaban ahí “como si fuera un árbol (….), porque el horror está en la puerta de nuestra casa y nosotros hemos decidido voltear a ver a otro lado.”
También dijo que la situación que viven las comunidades indígenas es mucho peor que la que sufre el resto de la población y, sin embargo, estos hechos no llegan a los noticiarios. “Lo que tenemos en los medios de comunicación es la nota roja y evidentemente la nota roja cansa.”
Luego habló sobre las masacres contra migrantes y las actuales políticas del estado mexicano, que llevan a estos a tomar rutas peligrosas que suelen causarles la muerte, todo, para evitar las penalizaciones arancelarias con las que Donald Trump amenazó a México. La pregunta es, dijo, “¿dónde está la brújula moral de este país?”
Te invitamos a ver la conferencia completa en el enlace que aparece arriba de esta nota.
Reproducción autorizada con la mención siguiente: ©EnlaceJudío
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