Enlace Judío México e Israel.- En el Tanaj tenemos 3 libros sapienciales: Job, Kohelet, Mishlei, estos sefarim centran su atención en el hombre, en el individuo; buscan responder las grandes preguntas existenciales sobre ¿Quién soy? ¿Por qué sufro? ¿Tiene sentido el universo? Que a diferencia de los libros proféticos, el origen del conocimiento es humano y no requiere la revelación de Dios.
MARGARETH MICHAN
En los jaguit se acostumbra leer las distintas meguilot, Kohelet, es la Meguilá que se lee en Sucot, además tenemos: Shir Ha shirim en Pésaj; Ruth en Shavuot; Eija en Tisha b’ Av; Esther en Purim.
Kohelet viene de la raíz hebrea kahal congregar, congregar la sabiduría. Este libro se le atribuye a Shlomo Hamelej por el primer pasuk, “Estos son los dichos del Predicador, al hijo de David, que reinó en Jerusalén”, creemos que Shlomo lo escribió en su vejez, después de Shir Hashirim, en su juventud y Mishlei en la edad adulta; finalizando con este libro filosófico y profundo que reconoce que Dios maneja el mundo, pero nosotros no entendemos cómo lo hace.
Una de las oraciones recurrentes de Kohelet es: hebel habelin, amar kohelet, hacol hebel, que se traduce: vanidad de vanidades, todo es vanidad, donde vanidad significa suspiro o banal.
Inicia el libro presentando un cuadro filosófico, de cómo el rey de Israel tuvo todo: riquezas, mujeres, poder, sabiduría, y aun así no logró comprender el sentido de la vida.
En el perek 2, (Kohelet 2:24) recomienda que lo mejor que puede hacer el hombre es comer, beber y disfrutar del fruto de su trabajo, sin embargo, también enfatiza que: esto viene de parte de Dios. En el perek 3, analiza las coordenada de la vida, la madurez del tiempo, llegar al momento correcto, conciliar los tiempos, y que aunque Dios nos dé todo, debemos adquirir la sabiduría para capitalizar el tiempo y la vida. Podríamos seguir más y más encontrando los maravillosos mensajes de Kohelet, pero lo que quiero analizar es, ¿por qué leemos Kohelet en Sucot?
Ya vimos que kohelet reflexiona sobre la fugacidad de los placeres, la incertidumbre que rodea al saber humano, la futilidad de los esfuerzos y bienes de los hombres, la caducidad de todo lo humano y las injusticias de la vida, pero también nos invita a disfrutar de la vida, pues nunca podemos estar ciertos de qué nos deparará y que las alegrías de este mundo son un don de Dios.
La Sucá representa, entre otras cosas la fragilidad del hombre, habitamos en una cabaña a la intemperie, dejando la comodidad del hogar en una época de frío y lluvia, y aun así estamos obligados a estar alegres; ahí está la enseñanza que nos dejan nuestros jajamim, porque la alegría no está en lo material sino en el esfuerzo del continuo perfeccionamiento de las cualidades espirituales; después del arduo trabajo de introspección de Rosh Hashaná y arrepentimiento en Yom Kipur, debemos recordar donde está la verdadera felicidad y sentido de nuestra existencia.
Kohelet recomienda aceptar con serenidad las desgracias y la adversidad, pues también ellas serán tan pasajeras como lo es todo en la vida del hombre, al igual que lo fue la vida en el desierto del pueblo judío, que lo ayudó a transformarse en un pueblo que estaba listo para conquistar la tierra que Dios le prometió Abraham siglos antes; recordemos que la sucá simboliza ese camino de Am Israel en el desierto después de la liberación de Egipto.
La injusticia que con frecuencia domina lo humano, el valor de la sabiduría a pesar de sus inevitables límites, lo inútil de todo afán de la persona que necesariamente concluye con la muerte, son algunos de los temas intemporales sobre los que reflexiona Kohelet, mismos que en la fragilidad de la Sucá nos recuerda la condición humana, en contraste con los pesukim de Devarim y Vayikra “Y te alegrarás en la festividad”, “Y estarás alegre”, “Y se alegrarán ante vuestro D’s durante siete días”.
Quizá debemos aprender aceptar quiénes somos y de qué estamos hechos, que Dios maneja el mundo y que esa fe nos ayude a conseguir la alegría, que lo material es pasajero y que la mitzvá de: “Te regocijarás en la celebración tú con tu hijo, tu hija, tu siervo, tu sierva, el levita, el forastero, el huérfano y la viuda que moraren contigo”. (Devarim 16:14) son también parte de la enseñanza de la alegría, ya que la riqueza se multiplica cuando se puede compartir, de ahí también la costumbre de aumentar la caridad en vísperas de Sucot, e invitar personas para compartir la festividad.
La vida sin Torá es absurda, y difícil sin fe, quizá por ello, Kohelet concluyó con el pasuk Honra a Dios y cumple sus mandamientos.
Aprovechemos Sucot para cumplir con la mitzvá de la alegría al desprendernos de las comodidades, al compartir con los invitados y recordar que después de un largo camino por el desierto llegamos a Eretz Israel.
¡Jag Sameaj!
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