Enlace Judío México e Israel – Una suntuosa cena ritual es el resultado de horas de incansable trabajo. Aprender a valorar lo que hay detrás de cada platillo, de cada mesa elegantemente dispuesta, es fundamental para demostrar empatía y amor por quienes lo hacen posible.
La mayor parte de las fiestas judías se concentran en fechas cercanas, por lo menos Rosh Hashaná, Yom Kipur, Sucot y Simjá Torá se avalanchan en el mismo bimestre, lo que implica para las madres de familia hacer todos los trabajos correspondientes, ya que cada una de estas festividades, incluso Yom Kipur, incluye que grandes familias se sienten a la mesa a comer, y esto, para las madres o abuelas de familia, involucra un esfuerzo que vale la pena reconocer. Así que si eres de las personas que se sientan a la mesa para comer sin valorar el esfuerzo involucrado este texto es para ti.
Mi intención no es darte un sermón de comportamiento, sino hacerte reflexionar para convertirte en una persona con mayor capacidad de empatía y de agradecimiento. ¡Pues empecemos!
1.-Todo inicia con la planeación del menú, ese tema que a los hombres les da tanta flojera, mientras las mujeres sienten que están
resolviendo una temática bastante compleja. Ahí empieza el indicio de un gran corazón, pues tenemos a una mujer que se está rompiendo la cabeza por crear la selección de alimentos perfecta, aquella en la que todos encuentran su platillo preferido sobre la mesa. Tarea nada sencilla, pues cada hijo y nieto tiene sus preferencias, es esa la razón de que a veces las mesas se desbordan de comida en nuestras fiestas, pues en esa abundancia de comida no está una ama de casa loca que perdió el control al cocinar, sino una madre o abuela amorosa que quiso complacer a toda la familia por igual. Así que a la próxima vez que veas una mesa con comida de más, no critiques, mejor aprende a apreciar lo qué hay detrás.
2.-El siguiente paso es salir a hacer las compras. Los hombres a veces caen en el error de creer que porque están comiendo en casa no hay un gasto mayor, sin embargo, cada elemento colocado sobre el mantel tuvo un precio, un precio que fue pagado del mismo bolsillo, lo que con seguridad provocó un gasto total bastante significativo. Valora los kipes, la carne y el pollo, valora los postres, las botanas ¡y hasta los corazones de alcachofas! En verdad, ¡no sabes lo caros que son los corazones de alcachofa! Otro tema tedioso durante el proceso de las compras es que todo lo encuentras en sitios distintos, algunos alimentos los encuentras en el súper, otros en el mercado y otros en esas tiendas de pueblitos en donde estacionarse es misión imposible. Cuando finalmente llegamos a casa exhaustas creyendo que ya lo tenemos todo para cocinar nos damos cuenta que nos faltó algo, entonces tratamos de ignorarlo, hasta que aceptamos que ese es un ingrediente trascendental y que sin él no vamos a poder cocinar. Entonces vamos de regreso al coche, entendiendo que cocinar es solo el último paso de un largo proceso que a veces es difícil completar.
3.-Finalmente llega el momento de cocinar y cuando lo hacemos una lista interminable de trampas flotan en el aire: si le echas mucha agua se bate, si se te olvida en la lumbre se quema, si lo dejas a fuego alto se seca, si no lo revuelves bien sabe mal, si te pasas de sal queda fatal pero si le falta sal sabe a comida de hospital. Poner alimentos deliciosos sobre la mesa no es una tarea sencilla, por favor, valora el tema como realmente lo amerita.
4.-Finalmente la comida está servida, las mujeres que cocinan pueden sentir unos fuertes deseos de ponerse pijama y unas cómodas pantuflas, sin embargo, es la hora de arreglarse, pues aunque sintamos que un tren nos pasó por encima debemos de vernos presentables. Así que nos metemos a bañar para quitarnos el olor a aceite, al salir de la regadera el cansancio sigue ahí, pero es hora de recibir a los invitados y por supuesto, de sonreír. Es aquí cuando TODO tipo de invitados deben de portarse a la altura, y el primer deber es entrar a la casa con una actitud positiva, así que si te peleaste con alguien o si tienes algún problema déjalo afuera, olvídate de mirar la pantalla de tu celular por dos horas, en esa casa hay alguien que puso horas de un trabajo continuo y merece un ambiente agradable y cooperativo. Entra a la cocina y ofrece tu ayuda, el anfitrión no quiere que digas
“gracias” como un robot, quiere que pruebes y disfrutes de todo lo servido, esa es su verdadera satisfacción. Si ahora lo entiendes y sientes empatía y aprecio por esa mujer que te ha puesto tantas veces la mesa, estoy satisfecha, hacerte valorar era mi intención. Ahora materializa el sentimiento: ve y dile a esa persona que te has dado cuenta de cada uno de sus esfuerzos.
Reproducción autorizada con la mención siguiente: ©EnlaceJudío
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